Vía Diario Las Américas

Cuando Maduro aterrizó en Brasilia lo esperaba su vicepresidenta Ejecutiva Delcy Rodríguez quien ejerce como verdadera encargada de las relaciones exteriores del régimen

Tras el arribo a Brasilia de varios vuelos que transportaron a numeroso y ostensivo personal de seguridad y miembros del gobierno chavista, la noche del 28MAY23 Nicolás Maduro aterrizó en la capital brasileña. Ni el Palacio de Planalto ni la cancillería de Itamaraty habían informado a los medios sobre el arribo de Maduro, quien sólo aparecía en la lista de los probables asistentes a la cumbre suramericana convocada por Lula para el 30MAY23. La última ocasión en la cual habían coincidido Lula y Maduro, al menos públicamente, ocurrió en Cuba. Raúl Castro convocó a los hijos predilectos de la revolución cubana desperdigados por el Continente para rendir homenaje a Fidel Castro, cuyas cenizas serían colocadas al día siguiente, el 04DIC16, en el cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba.

La organización del viaje de Maduro a Brasilia fue acordada el 08MAR23 cuando el miembro del Grupo de Puebla, “asesor especial de la Presidencia” y operador de la diplomacia paralela, Celso Amorim, visitó Caracas. Desde el mes de marzo la diplomacia paralela de Lula planeaba realizar en Brasilia un gran evento suramericano que permitiera la retomada de la agenda regional. Inicialmente habría sido evaluada la opción de convocar a una reunión cumbre de la Unasur para confirmar su renacimiento. Esa opción habría sido dejada a un lado prefiriéndose un esquema genérico de “reunión presidencial suramericana”, en un formato restringido a un “retiro” de los presidentes, sin temario previo, lo que le permitiría a Lula garantizar la presencia de todos los mandatarios regionales con la genérica excusa de la integración. A última hora, la cancillería brasileña informó a los participantes que la reunión no sería un “retiro perivado” sino una reunión con presencia de presidentes, ministros de exteriores y delegaciones de la cual debería surgir, además, una declaración.

Tal como lo adelantara el Informe Otálvora del 08ABR23, la decisión de Lula y Maduro fue hacer coincidir su reencuentro oficial con la cumbre suramericana. Aparte de demostrar la alianza política natural entre dos hijos de la revolución cubana, el plan permitía a Lula brindar a Maduro una alfombra de lujo para su retorno a los espacios diplomáticos regionales de los cuales había sido excluido desde la creación del Grupo de Lima el 08AGO17 como consecuencia de la ruptura del orden democrático en Venezuela.

La presencia de Maduro en Brasilia tendría entonces un doble carácter: una visita oficial el lunes 29MAY23 y la participación en la cumbre suramericana el 30MAY23. La invitación a Maduro y el texto redactado por Brasil como proyecto de declaración generaron malestar entre los mandatarios de Ecuador, Uruguay y Paraguay, quienes llegaron a Brasilia quejándose por la presión de Lula para declarar el renacimiento de Unasur y forzarlos a adquirir compromisos claramente ideológicos.

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Cuando Maduro aterrizó en Brasilia lo esperaba su vicepresidenta Ejecutiva Delcy Rodríguez quien ejerce como verdadera encargada de las relaciones exteriores del régimen. Rodríguez junto al ministro de exteriores nominal, Yvan Gil, habían previamente realizado una gira por el Caribe y llegaron a Brasilia como parte de los preparativos de la visita de su jefe mantenida en secreto hasta entonces. Versiones recogidas en Brasilia sugieren que los aviones que transportaban a Maduro y a sus acompañantes, habrían intentado burlar los sistemas de rastreo de aeronaves.

En la mañana del 29ENE23, Lula y su esposa recibieron en la cumbre de la rampa del Palacio de Planalto a Nicolás Maduro y su esposa Cilia Flores quienes llegaron con un notable esquema de seguridad. El programa contemplaba una sesión fotográfica del recibimiento, una sesión privada entre Lula y Maduro, una reunión de trabajo, una rueda de prensa y, en la usual rutina brasiliense, Lula ofrecería en el Palacio de Itamaraty un almuerzo a Maduro y su delegación.

En la reunión de trabajo de las delegaciones se produjo un hecho inusual. La primera dama de Brasil, Janja de Lula, fue sentada en la mesa de reunión a la derecha de su marido desplazando al canciller Mauro Viera. Al otro lado, Maduro sentaba a su derecha a su esposa Cilia Flores y pocas sillas a la derecha, colocó a su hijo Nicolás Maduro Guerra. Aquello parecía una reunión de familias y no un evento oficial. La visita era de carácter político y así quedaba confirmado. Un acto de firma de documentos prevista para la tarde debió ser suspendida ya que los documentos apenas estaban siendo negociados y redactados.

Tras la “reunión de trabajo” se produjo una “rueda de prensa” que duró más de una hora, en la cual Maduro y Lula pronunciaron largos discursos y tomaron sólo un par de preguntas. La “rueda de prensa” fue el evento principal de la jornada. Lula se tomó su tiempo para defender a su camarada Maduro.

Durante sus intervenciones ante la prensa el 29MAY23, Lula afirmó que Maduro era víctima de una “narrativa” creada por sus enemigos. Atacó al ya desaparecido gobierno interino de Juan Guaidó a quien calificó como “impostor”. No hizo referencia alguna a la violación de Derechos Humanos en Venezuela. Confesó haber hecho gestiones ante sus “amigos europeos” y de EEUU para que desistieran de las sanciones impuestas a altos jerarcas chavistas y a empresas estatales venezolanas. En un momento de alucinación afirmó que pretendía retomar la compra de electricidad venezolana para surtir al amazónico estado de Roraima, olvidando u obviando que el suministro eléctrico fue suspendido por la incapacidad del gobierno Maduro de garantizar el funcionamiento del sistema eléctrico venezolano. En alguna de sus palabras, también Lula anunció que pretende impulsar un nuevo acuerdo de defensa suramericano como el creado en el marco de Unasur.

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Al día siguiente del encuentro Lula-Maduro fueron firmados y publicados dos acuerdos y una “Declaración Conjunta”. Un acuerdo genérico sobre cooperación entre cancillerías que invocaba un acuerdo firmado en 1973 por Rafael Caldera y Emílio Garrastazu Médici. Un acuerdo mediante el cual el gobierno Lula se compromete a apoyar “en materia agroalimentaria” al Ministerio de las Comunas y Movimientos sociales de Maduro.

La Declaración Conjunta contempla 55 párrafos-temas. Algunos de ellos en el límite del absurdo como el punto 54 donde se comprometen a “apoyar la promoción y protección de los derechos humanos” contrastando con las investigaciones que a nivel de la ONU y de la Corte Penal Internacional se siguen al régimen chavosta por sistemática violación de DDHH.

Llamativo el punto 38, que parece imitar el esquema que está utilizando la dictadura venezolana para infiltrar a los organismos de seguridad e inteligencia de Colombia con la venia del gobierno Petro. Lula y Maduro se comprometieron a “aumentar la conexión (usaron la palabra articulação) de los órganos de inteligencia” y “fortalecer las redes de informantes”. El 23MAR23 en Washington, el expresidente colombiano Iván Duque había denunciado que entre los temas que manejan Petro y Maduro se encontraría el intercambio de información sobre operaciones de inteligencia. La dictadura venezolana está interesada en tener acceso a información sobre las operaciones de inteligencia de las fuerzas militares colombianas han desarrollado con EEUU y el Reino Unido en las últimas décadas. Además, Duque dejó saber que el gobierno Petro abrió, a solicitud de Maduro, investigaciones a altos oficiales de Colombia que han participado en operaciones contra organizaciones narcoguerrilleras colombianas protegidas por el chavismo. Pareciera que Maduro intenta valerse de su alianza con Lula para intentar infiltrar los servicios de inteligencia brasileños.

En el punto 18, Lula y Maduro se comprometen a “retomar discusiones sobre la suspensión de Venezuela en Mercosur”, obviando que uno de los motivos de la expulsión de Maduro del Mercosur el 05AGO17 fue la violación de la “cláusula democrática” del organismo por parte del régimen chavista.