Morfema Press

Es lo que es

José Azel

Por José Azel

En las Américas consideramos garantizada la ciudadanía por nacimiento. Pero de hecho, el derecho a ciudadanía de cualquiera nacido en territorio de un estado es raro. Actualmente solo unos treinta países del mundo ofrecen ciudadanía jus soli (derecho de suelo). En el resto del mundo, la ciudadanía se transmite por descendencia basada en el principio de jus sanguinis (derecho de sangre), que significa tener al menos un padre que sea ciudadano de ese país.

En Europa, Asia, África y Oceanía todas las naciones garantizan ciudadanía en alguna forma de protocolos jus sanguinis. En sociedades patriarcales la ciudadanía del menor se determina a través del padre; en sociedades matriarcales, de la madre, y algunos países pueden requerir que ambos padres sean ciudadanos. Para la mayoría del mundo el lugar donde se nace no es factor decisivo para ciudadanía.

No solamente es rara la ciudadanía por nacimiento; además está declinando. En años recientes algunos países transformaron la ciudadanía de jus soli a jus sanguinis. Malta, India, Nueva Zelanda, Australia, Francia e Irlanda han pasado a ciudadanía jus sanguinis. No está claro por qué los únicos países que garantizan ciudadanía por nacimiento están en el continente americano. Pero en 2013 República Dominicana cambió retroactivamente las leyes de jus soli, retirando ciudadanía dominicana a unas 200,000 personas nacidas en República Dominicana de descendencia haitiana.

Actualmente EEUU ofrece ciudadanía en ambos principios de jus soli y jus sanguinis, y también por naturalización. Los creadores de la Constitución de EEUU no definieron ciudadanía nacional. Por tanto, la ciudadanía por nacimiento se basa en la Catorceava Enmienda de la Constitución, que establece: “Todas las personas nacidas o naturalizadas en EEUU, y sujetas a su jurisdicción, son ciudadanos de EEUU y del Estado donde residen”.

Históricamente, esta formulación fue utilizada para ignorar la decisión de 1857 de la Corte (Dred Scott vs. Sanford) de que los “afroamericanos no eran ciudadanos de EEUU…”. Y aunque los casos de la Corte Suprema esencialmente han afirmado la ciudadanía americana por nacimiento, ni la Corte Suprema ni el Congreso han aclarado si el lenguaje de la Catorceava Enmienda cubre a nacidos en EEUU hijos de padres que están ilegalmente en el país.

La decisión de la Corte en 1898, en Estados Unidos vs. Wong Kim Ark, cubre solamente la situación específica de que hijos nacidos en EEUU de extranjeros residentes legales son ciudadanos americanos. No aborda el caso de hijos nacidos en EEUU de residentes no legales. Entonces, el tema continúa siendo una cuestión abierta.

Los números son alarmantes. Pew Research Center estima que el 7.5% de todos los nacimientos en EEUU -unos 300,000 nacimientos anuales- son de inmigrantes ilegales. Pew calcula también que hay unos 4.5 millones de muchachos nacidos de inmigrantes ilegales que recibieron ciudadanía en virtud de haber nacido en EEUU. Dada la magnitud del problema, y el hecho de que la mayoría de países del mundo han rechazado la ciudadanía por nacimiento, podría valer la pena reanalizar esta política.

Un argumento central contra la ciudadanía automática por nacimiento es que el país que la reconoce entrega su derecho soberano a decidir quien puede ser ciudadano. La ciudadanía por nacimiento debilita la ciudadanía existente.

Un gobierno justo se basa en un contrato social libremente aceptado por ciudadanos libres. Consecuentemente, el alcance y autoridad de tal contrato social cubre solamente a esos ciudadanos que han aceptado subordinarse a las estipulaciones del contrato. Esta es la esencia de la ciudadanía. Entonces, se razona, un contrato social donde cualquiera puede agregarse desafiando a la comunidad de miembros existentes no es un contrato social válido. La ciudadanía por nacimiento es inherentemente auto-contradictoria.

Claramente, los países desarrollan políticas prácticas de ciudadanía para acomodar sus cambiantes necesidades económicas y de seguridad. Considérese el Vaticano, donde ni el jus soli ni el jus sanguinis funcionan. La única vía para obtener ciudadanía vaticana es trabajar para el Sumo Pontífice o por dispensa papal especial. El Vaticano defiende vehementemente los derechos de los inmigrantes, pero irónicamente es el único lugar del mundo donde alguien puede ser ciudadano solamente si le place al Jefe de Estado.

El ultimo libro del Dr. Azel es “Libertad para Novatos”.

Por José Azel en Interamerican Institute for Democracy

El Partido Anti-Revolucionario (no contrarrevolucionario) fue un partido político Protestante Ortodoxo fundado en Holanda en 1879 por Abraham Kuyper, un pastor protestante y teólogo. El Partido Anti-Revolucionario se oponía sólidamente a los ideales liberté, égalité y fraternité, de la Revolución Francesa. En lugar de libertad, igualdad y fraternidad, el Partido Anti-Revolucionario favorecía la divina providencia, jerarquía y la “pilarización” (segregación vertical de la sociedad en “pilares” o columnas). Como no me gustan las revoluciones, menciono el Partido Anti-Revolucionario en este artículo solamente para que el lector sepa que no inventé el nombre.

En ciencias políticas, una revolución se define como un cambio fundamental y abrupto en el poder político, que ocurre típicamente cuando una población se rebela contra el gobierno debido a opresión política, social o económica percibida. Pero en mecánica revolución significa prácticamente lo contrario. Se define como regresar al punto de partida, rotación en un eje central que regresa a donde comenzó el movimiento. O, como cubanos y venezolanos han descubierto, revolución significa muchas veces girar en círculos hacia ningún lugar.

Entonces, una cuestión fundamental para una nueva generación de líderes opositores es cómo puntualizar una ruta de cambio en sus países que no regrese al punto de partida de las revoluciones. Es decir, cómo constituir e instalar un gobierno representativo basado en la soberanía popular y la voluntad de la mayoría. Esto es un reto, dado que la reciente historia de Cuba y Venezuela no proporciona mucha visión y dirección para el futuro. Es una historia de cultura política apagada y estática que solamente enseña cuáles sistemas de gobierno no funcionan.

Considérense las implicaciones para Cuba y Venezuela de un ejemplo citado por la historiadora Susan Dunn en su excelente libro “Revoluciones Hermanas”. Al final de la Revolución Francesa, el término “república” devino una idea desacreditada en Francia. “En un plebiscito en 1799 el pueblo de Francia votó por la constitución que garantizaba la autocracia de Napoleón. El resultado fue 3,011,007 por 1,562” Es decir, votaron abrumadoramente en favor de una dictadura.

Los franceses querían entonces la estabilidad que Napoleón ofrecía. Francia no conocería gobierno republicano en los siguientes 72 años. El voto por un “hombre fuerte” tuvo lugar después de solamente diez años de Revolución Francesa. Cuando escribo, las revoluciones venezolana y cubana tienen veinte y sesenta años respectivamente. ¿Quién recuerda hoy en Cuba lo que implica un gobierno representativo?

En estados totalitarios y autoritarios como Cuba y Venezuela la ausencia de cultura política vigorosa, competitiva e incluyente, significa que la sociedad carece de visión política. Cualquier concepción política existente será del tipo equivocado.

Alexis de Tocqueville, comentando sobre la Revolución Francesa, señalaba que la ausencia de libertades políticas había hecho al mundo de los asuntos políticos no solamente extraño, sino invisible para los franceses. Su receta para el cambio exitoso demandaba intensa visión política y experiencia práctica en instituciones políticas representativas. Pero en Francia del siglo 18 no había experiencia práctica en gobiernos representativos, y no la hay actualmente en Cuba o Venezuela. Para Tocqueville, era imposible para la Francia de su tiempo producir líderes capaces de establecer una democracia virtuosa. ¿Es esta la situación actual de Cuba y Venezuela?

Tomás Jefferson tampoco estaba impresionado por la aptitud francesa para cultura política seria. Escribió, en una carta a Abigail Adams, que “todo lo que uno puede hacer por los franceses es rezar para que el cielo les envíe buenos reyes” (Dunn). De alguna manera Cuba y Venezuela, agobiadas con instituciones que no corresponden a un futuro libre, y plagadas con una clase política ajena a la política representativa, deben encontrar una vía anti-revolucionaria de transformación. Me niego a aceptar que lo más que podamos esperar sea que el cielo nos envíe buenos dictadores.

Con suerte, el futuro de Cuba y Venezuela no será determinado por la historia sino por sólido pensamiento político. Posteriormente en su vida, Jefferson actualizó su intenso pensamiento revolucionario: “Debemos contentarnos con viajar hacia la perfección, paso a paso”. Quizás, pero Cuba y Venezuela tienen que utilizar su imaginación para definir, en libertad, un futuro político anti-revolucionario.


El ultimo libro del Dr Azel es “Libertad para Novatos”

Por José Azel

Vi por primera vez el intrigante efecto Lotus en un nenúfar en Laos durante un viaje por el sureste asiático. Los científicos se refieren al efecto Lotus como la propiedad de auto-limpiarse producto de ultra hidrofobia, donde las partículas de mugre son capturadas por goticas de agua debido a la arquitectura nanoscópica de las hojas de loto. No entiendo eso, pero el lector puede ver el fascinante efecto Lotus en breves videos en YouTube.

Días antes había visitado en Cambodia uno de los infames campos de asesinatos de los fanáticos de la ideología comunista de Pol Pot que resultó en el genocidio de cerca del veinticinco porciento de la población en escasamente tres años. Emocionalmente, la serenidad del efecto Lotus contrastaba con la previa sombría experiencia de los campos de muerte, y me pregunté por qué las atrocidades cometidas por los regímenes comunistas simplemente desaparecen en la mente de sus seguidores. Los colectivistas parecen haber desarrollado su propio efecto Lotus que auto purifica la asesina historia de su ideología. Nada se les pega.

El Libro Negro del Comunismo ofrece un estimado conservador de cien millones de inocentes asesinados por los comunistas en el siglo 20. A esto podemos añadir aproximadamente veinte millones de víctimas de los nacionalsocialistas de Hitler. El paisaje siempre es el mismo, sea China bajo Mao, Corea de Kim Il-Sung, Vietnam con el Tío Ho, Cuba bajo los Castro, Etiopía bajo Mengistu, Angola con Neto, Afganistán bajo Najibullah, y otros.

Pero las imágenes horripilantes de este paisaje de asesinatos colectivistas están dibujadas con pinceladas de justificación donde la culpa no reside en el colectivismo sino en sus oponentes. Nada se les pega. ¿Por qué no juzgamos al colectivismo por sus resultados? Del otro lado, el capitalismo no tiene efecto Lotus y los colectivistas lo juzgan por sus imperfecciones.

Cuando son confrontados con las catástrofes económicas y criminal historia del colectivismo, los colectivistas astutamente silencian tales críticas. Considere las revelaciones del informe 2017 “Libertad de palabra bajo ataque” de The Economist Intelligence Unit. El informe desarrolla un Índice de Libertad de los Medios para 167 países cubiertos por el Índice de Democracia de la organización. El Índice de Libertad de los Medios mide en una escala de 0 a 10 de la siguiente manera: 9-10, medios totalmente libres; 7-8 medios parcialmente libres; 5-6, medios esencialmente no libres; 0-4, medios no libres.

De acuerdo a las calificaciones, solamente 30 de 167 países cubiertos clasifican con medios totalmente libres (representando el 11% de la población mundial). En el otro extremo, 47 países son clasificados con medios no libres (representando 35.9% de la población mundial). Los países con mayores calificaciones son todos democracias, mientras que con calificaciones de cero encontramos a China, Cuba, Corea del Norte y otros regímenes represivos.

La calidad de vida en cualquier país puede evaluarse, en gran medida, por la capacidad de la ciudadanía de expresarse por sí misma. “Libertad de expresión es lo que nos permite ser individuos autónomos capaces de involucrarnos con ideas y decidir en cuáles creemos” (Índice Democracia 2017).

Libertad de palabra, acceso a información y a medios libres es lo necesario para un buen gobierno, no un quimérico auto purificador efecto Lotus. Estas son libertades que facilitan a los ciudadanos cuestionar y criticar sus gobiernos. Una sociedad fortalece sus valores sociales intercambiando ideas y argumentos. La libertad de expresión es nuestra libertad más importante: sostiene todas las demás. Pero los colectivistas rechazan la libertad de expresión para evitar ser juzgados por los terribles resultados de implantar ideologías colectivistas.

En los campos de muerte de Cambodia yacen entre 2 y 3 millones de víctimas: no solamente camboyanos, sino también etnias vietnamitas, tailandesas, chinas chams, cristianos y monjes budistas, que fueron objetivos del Khmer Rojo por sus “estilos de vida y delitos pre-revolucionarios”. Tales crímenes normalmente incluían tener alguna educación o practicar alguna actividad de libre mercado.

Increíblemente, solamente un puñado de funcionarios del Khmer Rojo fueron juzgados por tales crímenes. Los colectivistas parecen ser maestros del efecto Lotus. Nada se les pega.

El ultimo libro del Dr. Azel es “Libertad para novatos”

En 2016, “posverdad” fue seleccionada por los Diccionarios Oxford como la palabra del año debido a un aumento del 2.000% en su uso, en comparación con el 2015. ¿Qué es exactamente la posverdad y cuáles sus implicaciones para la democracia?

Una benigna definición de Oxford dice: “la posverdad describe circunstancias en las que los hechos objetivos tienen menos influencia en la formación de la opinión pública que las apelaciones a la emoción y a las creencias personales”. Esta definición no alcanza a decir que la posverdad es más problemática y peligrosa que las simples mentiras de siempre.

Sabemos que mentir es malo. En Éxodo se describen los Diez Mandamientos como pronunciados por Dios. “No dirás contra tu prójimo falso testimonio” es el noveno de los Mandamientos, entendido como imperativo moral del judaísmo y del cristianismo.

La mendacidad es una constante en la historia de la humanidad, pero cambia de forma. La posverdad se diferencia de la mentira en que es una degradación de la verdad. La posverdad ignora y desestima la ciencia, las pruebas, los hechos y la propia verdad. Una característica que define a la posverdad es que quienes la emplean siguen insistiendo en sus posiciones incluso después de que se demuestre que esas posiciones son falsas. La posverdad no significa que la verdad desaparece, sino que deja de ser importante y es sustituida por nuestras emociones y creencias personales.

En nuestra era de posverdad, los sentimientos tienen más peso que las evidencias. El término posverdad se popularizó en 2016 durante tres eventos: el referéndum del “Brexit” en el Reino Unido, las elecciones presidenciales en Estados Unidos y el referéndum del acuerdo de paz en Colombia, que debía ratificar el acuerdo final sobre la terminación del conflicto entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC. En Colombia, en base a sondeos de opinión, se daba por descontada la aprobación del referéndum. La inesperada victoria del “No” se debió a las creencias personales, como ocurrió con el voto del Brexit en el Reino Unido, y a la victoria presidencial de Donald Trump en los Estados Unidos.

Los científicos sociales afirman que hemos desarrollado un cierto desprecio por las verdades incómodas. Tendemos a asociar la verdad con las malas noticias, y no queremos escucharlas. Así, en lugar de buscar la verdad, nos distanciamos de ella. Parece que estamos eligiendo vivir en una era de posverdad.

Las redes sociales, Internet y las noticias por cable amplifican el dominio de la posverdad. En el pasado, las noticias nos llegaban en forma de propuestas bien investigadas, o de opiniones cuidadosamente pensadas de periódicos respetables y otros medios de comunicación. Como ahora podemos elegir, buscamos los medios que refuerzan nuestras propias opiniones. Si FOX News es su fuente de noticias favorita, es poco probable que cambie de canal para MSNBC a fin de informase sobre la política.

Irónicamente, incluso cuando los medios de comunicación quieren ser imparciales, pueden crear un falso equilibrio que favorezcan afirmaciones no verificadas. Esto se debe a que dan la misma importancia a las interpretaciones sin fundamento que a los hechos. Si se dan a las opiniones el mismo peso que a los hechos, todo se vuelve relativo y sujeto a cierta perspectiva. La verdad pierde su valor moral.

Hoy en día, individuos con ideas afines crean clústeres de datos mediante las redes sociales e Internet. Esto da lugar a bolsas de información que ratifican las propias creencias y descartan toda información diferente. Los estudios demuestran que más del 60% de nosotros utilizamos las redes sociales como nuestra principal fuente de información (Pew Research Center). Es decir, obtenemos nuestra información de publicaciones poco fiables en Facebook y similares.

Lo más inquietante es que, según el profesor Filippo Menezer (Universidad de Indiana), cuya investigación se centra en las redes sociales y los medios de comunicación social, prácticamente no hay diferencia en la popularidad entre las noticias falsas y las verdaderas. Durante los últimos días de la campaña presidencial de 2016 en Estados Unidos, las noticias falsas obtuvieron tantos “like” en las redes sociales como las reales. Aparentemente, en política no se gana nada diciendo la verdad.

Lo que entraña la posverdad es que las opiniones tienen el mismo valor que los hechos. Esto es destructivo para la democracia, porque sin hechos en los que podamos estar de acuerdo, el consenso político se vuelve imposible.

El último libro del Dr. Azel es Libertad para novatos.

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