Por Raúl Ochoa Cuenca

Juan Pablo I, de nombre Cardenal Albino Luciani, fue el 263.er Papa de la Iglesia católica y soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 26 de agosto de 1978 hasta el 28 de septiembre, día de su aún racionalmente inexplicable muerte. Esta fue rodeada de misterios originando infinidad de explicaciones, unas atribuyendo su muerte a causas naturales y muchas otras a causas “desconocidas”, muerte ocurrida 33 días después de su asunción como obispo de Roma. 

Aún hoy en junio del año 2022 muchas de estas preguntas subsisten ¿Por qué el Vaticano no informó correctamente quién lo encontró?  Inicialmente se afirmó que había sido uno de sus secretarios,  el irlandes monseñor John Magee, declarando posteriormente que fue una religiosa, la hermana Vincenza Taffarela, quien al momento de llevarle el café a primera hora de la mañana encontró al recién nombrado Papa ya cadáver ¿ Y entonces por qué el Vaticano no informó prontamente sobre este importante aspecto de procedimiento judicial? ¿Fue la religiosa o el secretario ? 

Además de esto, el mundo en general y la magistratura italiana en particular, se preguntaban ¿Por qué habían tenido una aparente prisa por embalsamar el cuerpo, sin realizar una autopsia, teniendo a disposición, por tratados entre ambos estados, al servicio forense italiano,  reconocido como uno de los mejores del mundo ?

Las preguntas no encontraron respuestas ni creibles ni especulativas durante lasgos años, hasta que el escritor londinense David Yallop publicara en el año 2008 un libro titulado “En Nombre de Dios” sobre el caso y con conclusiones que el Estado Vaticano definio como  vulgares especulaciones, sin ninguna base real y donde este periodista concluyera que la iglesia estaba encubriendo un asesinato. Grave acusación que hace el autor de ese libro, acusaciones especulativas tratándose del ensayo de un periodista de investigación, lo cual no necesariamente lo convierte en portador de la verdad de esta triste historia.

El señor Yallop concluye afirmando que Juan Pablo I fue envenenado, abatido por el “estado profundo” del Vaticano. (lease Marcinkus y referentes de la mafias italoamericanas) justo antes de que él pudiera revelar la corrupción en sus niveles más altos. 

Juan Pablo I estaba decidido de poner a la Iglesia del lado de los humildes, así como cortar cualquier lazo que la iglesia pudiera tener con representantes de oscuros intereses. ¿Esta definitiva decisión del nuevo papa habrá tenido algún significado en su repentina muerte ? El Papa Paulo VI, lo nombró en el lugar que ocupó en su momento Roncalli antes de ser Juan XXIII: el Patriarcado o Diócesis de Venecia. 

Allí el futuro papa Juan Pablo I conoció a un oscuro personaje dentro de la Iglesia, quien por muchos años estaría ligado a los escándalos financieros de la Santa Sede en la década de los años 80. Se trata del arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, quien llegaba de la diócesis de Chicago a instalarse como administrador del IOR o Banco Central del Vaticano. 

En 1972, cuando el Cardenal Luciani (Papa Juan Pablo I) era el patriarca de la diócesis de Venecia, se produjo un hecho que quedaría grabado en su memoria. La “Banca Católica Veneto” era propiedad del clero veneciano. Sin embargo, cambió de manos, sin que la jerarquía de la iglesia de Venecia fuese informada al ser vendida en forma secreta. La decisión fue tomada por el director general del Instituto de Obras para la Religión IOR, también conocido como el Banco Central del Vaticano. Sí así como se lo imaginan apreciados lectores, el director general quien decidió la venta entre gallos y medianoche no fue otro que el arzobispo Paul Marcinkus.

Así el mundo catolico y el mundo de las finanzas vieron con asombro como el nuevo dueño de la Banca Cattolica Veneta pasó ser Roberto Calvi y quien 10 años después, en junio de 1982 fue encontrado ahorcado en un andamio del Blackfriars Bridge de Londres, el puente de los Frailes Negros, la madrugada del 18 junio 1982. Llevaba una semana desaparecido. Nunca se supo quien o quienes y por cuenta de quien o quienes Calvi “se ahorcó”. Por sus estrechos vínculos con el Vaticano, Calvi era conocido con el nombre de “El banquero de Dios”. Cuatro años más tarde, el 20 marzo 1986, otro banquero, Michele Sindona, llamado en los círculos de las finanzas el “Banquero de San Pedro” y socio de andanzas de Roberto Calvi falleció después de beber un café envenenado con cianuro en una cárcel de máxima seguridad próxima a Milán, donde cumplía cadena perpetua. (Siempre el cianuro)

Fue el el año de 1987 cuando la magistratura italiana decretó una orden de arresto de este poco común sacerdote: el arzobispo Marcinkus sospechoso de mantener operaciones financieras con organizaciones criminales italianas y americanas. La Secretaria de Estado Vaticana (Cancillería) se opuso a esa orden de la magistratura italiana, aduciendo el carácter diplomático del solicitado. Como era de suponer, Marcinkus a través de su abogado se declaró inocente, alegando su total  desconocimiento de cada una de las acusaciones que los jueces italianos le hacían. Según David Yallop fue el arzobispo  Marcinkus uno de los autores principales de la presunta eliminación de Juan Pablo I.

Pero es en el año 2019 con la aparición del libro escrito por Anthony Luciano Raimondi, un capomafia de las organizaciones criminales italo americanas que operan en Chicago, la tierra de Al Capone, que se da un giro de 180º a los secretos que han circundado la muerte de Juan Pablo I, cuando el autor del libro “Cuando la bala golpea el hueso” uno de los  jefes históricos de la mafia italo estadounidense perteneciente a la familia Colombo y sobrino de Lucky Luciano, hace público su lazos sanguíneos con el Arzobispo Marcinkus, quien nació en Cicero, un barrio suburbial de Chicago, el 15 de enero de 1922

Ese mismo año, Al Capone estableció en el barrio de Cicero el cuartel general de su organización mafiosa. “Según este capo mafia el arzobispo, quien fue su primo hermano, le confeso ser el brazo ejecutor del asesinato de Juan Pablo I en 1978 con el objetivo de impedirle al Santo Padre que sacara a la luz publica el fraude financiero que podía acabar con Marcinkus y muchos otros personajes de las finanzas vaticanas en una fria carcel romana, ya que quedaría probado que varios funcionarios del Vaticano habrían llevado a cabo un fraude financiero estimado en casi 1.000 millones de euros, al vender certificados falsos de acciones a compradores ingenuos y reciclar fondos de las organizaciones criminales. Y así ocurrió, según la versión del autor de ese libro, simplemente abortaron el posible escándalo asesinando al Santo Padre.

En este rico capítulo de su libro, el capo mafia Anthony Luciano Raimondi, ahora convertido en “escritor”, explica con gran crudeza cómo asesinaron al pontífice: primero fue drogado con Valium para, poco después, ser asesinado con una solución hecha a base de cianuro. Anthony Luciano Raimondi asegura, en posteriores declaraciones, que el plan y posterior asesinato del Santo Padre fue consecuencia de la estrecha relacion que mantenia el arzobispo Paul Marcinkus con las organizaciones criminales italo americanas.

El pontificado de Juan Pablo I fue uno de los más breves de la historia, dando lugar al más reciente año de los tres papas. Traigo a los lectores esta brevísima nota debido  a que este  pontífice, el más fugaz desde el año 1600 en la historia Vaticana, será declarado Beato por el Papa Francisco el 4 de septiembre próximo.           

Concluyo esta nota con una esperanza. El Archivum Secretum Vaticanum se encuentra en los sótanos de la plaza de San Pedro y es donde se conservan 17 millones de páginas de documentos correspondientes a un periodo de doce siglos, en más de 85 kilómetros de estanterías.             

¿ Estará ahí el documento que nos devele la verdad de la muerte de Juan Pablo I ?


Raúl Ochoa Cuenca, licenciado en Ciencias Jurídicas y Profesor de Derecho Internacional Público