Morfema Press

Es lo que es

Julio Castillo Sagarzazu

“Es peor que un crimen, es una estupidez…” la frase se la atribuyen a Tayllerand, Gran Chambelán de Francia, a propósito de la ejecución del duque de Enghien, ordenado por Napoleón durante la época en que ejerció como Primer Cónsul.

Fue un acto fútil, sin sentido, que perfilaba al personaje que terminó en la Isla de Santa Helena, adonde fue conducido por los ingleses, a quienes terminó entregándose, para evitar ser capturado por sus propios paisanos franceses.

Allí, en sus delirios postreros, terminó dando órdenes a ejércitos que no existían, perseguido seguramente por miles de fantasmas como los del Duque de Enghien.

El atentado contra la vida de María Corina Machado y su equipo, que ha tenido lugar en Barquisimeto esta semana, tiene todas las características de un disparate postrero del gobierno.

Ahora bien, ¿Por qué se equivocan así? La respuesta es paradójica, y sorprendente: La verdad, es que han llegado a un momento, en el que solo pueden continuar, equivocándose una y otra vez. Están en un punto, en el que su único acierto sería la admisión precoz de la derrota y eso no lo van a hacer.  Es una condena, como la de Sísifo y de ella no pueden escapar.

¡Pero ojo! No es forzado que quienes dirigen el gobierno estén conscientes de que se equivocan.  Cuando Hitler abanderó escuadrones de niños y ancianos, en las afueras de su bunker, es muy probable que hubiese pensado que ese sacrificio final, podría haber detenido al Ejercito Rojo en los suburbios de Berlín. Es muy probable, igualmente, que cuando la cúpula gubernamental discursea en sus mítines y amenaza con baños de sangre, piensen que eso va a funcionar y que el mandado está hecho.

En resumen, otro error, otro más en la seguidilla que vienen cometiendo desde que pensaron que las primarias fracasarían; que MCM caería en la trampa de la abstención; que los candidatos de la “fiel oposición a Su Majestad”, dividirían al electorado; que las bolsas CLAP aun garantizan control social; que los empleados públicos aún les temen y que, con invocar a los “apellidos”, la gente de a pie, se iba a cuadrar con ellos.

En fin, los errores, los benditos errores del adversario que siempre son tan necesario. 

De hecho, cuando analizamos las transiciones y los cambios de régimen, es cuando notamos que éstos se convierten en norma, cuando ningún gobierno puede prever de donde saltará la liebre. Es lo que le pasó Honecker y a su STASI, la mejor policía política del mundo (la que combinaba la crueldad soviética, con el rigor y la precisión alemana) cuando se les fue entre las piernas, el rolincito de dejar abierta una puerta por donde todo Berlín oriental, termino colándose hacia el occidental. Quedaron paralizados, sin poder actuar. Los que eran tan valientes para ametrallar a un joven que corría entre alambradas, para visitar a su novia del otro lado, no pudieron hacer nada cuando ciento de miles de berlineses caminaron hacia la libertad.

Y es que cuando los errores de los gobiernos, coinciden con la voluntad de cientos de miles, las cosas cambian. Es el momento, para decirlo en el lenguaje del “viejo topo”, en el que la clase deviene de “clase en sí, en clase para sí”, es decir, de muchedumbre, pasa a ser población consciente, y se empodera de una causa que, en nuestro caso, es la de la libertad y la del cambio. 

Pero como, para el gobierno “las desgracias nunca vienen solas”, esa causa de cientos de miles, tiene un liderazgo solido que ha hecho posible que hoy estemos donde estamos, es el de María Corina Machado y un candidato que es Edmundo González Urrutia. Para ellos, una tormenta perfecta: errores del gobierno, millones de personas empoderadas y un liderazgo claro y decidido.

Es cierto que, a pesar de esta realidad, todas las conjeturas sobre el 28 y los días siguientes, siguen abiertas: Sin embargo, es aún más cierto que, cada día que pasa, los costos de quedarse a “gobernar” un país insumiso, cada vez mas aislados y teniendo que pagar el altísimo precio de aplastar, por la fuerza, la voluntad nacional, será infinitamente superior, al de permitir una transición pacífica, negociada y democrática. En ese sentido, nuestro trabajo hoy en día, es hacer que crezca una inmensa fuerza disuasoria de cualquier disparate postrero del gobierno, como el de Napoleón en su laberinto.

Maduro, como lo afirmara en un excelente artículo, nuestro amigo Pedro Benítez, no puede hacer lo que quiere hacer y podrá aun menos si el 28, los venezolanos usamos nuestra única arma, la del voto, para que se dé cuenta que somos millones los que queremos un cambio.

Que seremos también millones los que acompañaremos, en vigilia cívica, a nuestros testigos hasta que salgan con el acta de la mesa en la mano y que luego, nos uniremos a los ríos de compatriotas que celebraremos en las calles la gran fiesta del regreso de la libertad y la democracia.

Dicen que cuando Santa Teresa oraba, sonreía. Interrogada por sus hermanas religiosas, sobre el por qué. La doctora de la iglesia respondía: “Es que ustedes oran para pedir, yo oro para agradecer.”

En efecto, es absolutamente distinta la actitud de quien pide y la actitud de quien da.

La campaña electoral de nuestro país, ha entrado en una suerte de dimensión ignota, desconocida que tiene que ver con el cambio subjetivo, espiritual y social del venezolano y con esa antinomia de la actitud del “dar” y el “pedir”

Hace apenas pocos años, las campañas electorales eran el escenario para que nuestros compatriotas más humildes supieran que se acercarían los candidatos a ofrecer, a dar, a prometer. La gente se preparaba con su lista de los Reyes Magos. Los candidatos sabían que debían prepararse para ofrecer villas y castillos; a llevarse la mano al bolsillo para resolver algún pequeño problema e indicarle a algún activista (cuaderno en mano) que iba anotando problemas, promesas y casos que se le iban planteando en los contactos directos. Aquellos cuadernos eran una verdaderas bitácoras y libros negros de la demagogia, el paternalismo y también, de la falta de respeto con la gente.

Esta práctica llegó al paroxismo con los programas llamados “sociales” del gobierno que fomentaron la dadiva, la mano tendida y la recompensa a cambio de lealtades políticas. El “non plus ultra” de esta conducta, la vimos en las pasadas elecciones para gobernador en Barinas: Las colas de gandolas de electrodomésticos; las caravanas de gobernadores de cada estado a quienes fue encargado la “asistencia” de los municipios, pintaron un escenario esperpéntico de hasta donde se podía llegar, en este terreno.

Pues bien, quien podía llegar a creer que todo esto iba a cambiar de la noche a la mañana. ¿Quién podía imaginar que nuestros compatriotas iban a pasar por encima de esta inveterada costumbre y a ponerse a la orden de un cambio político y a “pedir” solamente libertad?
“Nunca mas una mujer venezolana tendrá que bajar la cabeza para recibir una bolsa de comida” dijo en un acto María Corina Machado. Con esa frase estaba interpretando el momento y, además, indicando que el camino de la dignidad, era comprensible para nuestras grandes mayorías.
En ese momento tuvimos que escuchar las palabras de algunos que decían que aquello era menospreciar a la gente que necesitaba la bolsa de comida, que se les estaba faltando el respeto.

La vida nos ha dado la inmensa sorpresa de que la gente no solo entendió el mensaje, sino que entendió que la dignidad y la libertad, con todo lo abstracto que parezcan, podían pesar más que cualquier necesidad material.

Este solo hecho ya es una revolución en el imaginario popular y nos ha demostrado que esta mutación en la conciencia colectiva puede ocurrir cuando una gran fuerza espiritual te anima y, sobre todo, cuando un liderazgo te ofrece confianza, da el ejemplo y le pone el pellejo a sus ideas y a su compromiso.

Con este fenómeno han desaparecido también muchos otros paradigmas: Que hay que tener el apoyo de la gente con dinero; de los medios de comunicación y de los poderes facticos. Los ríos de gente que acompañan a MCM y que votaran por Edmundo González, son los de la gente de a pie. Los pequeños comerciantes, “Las Hernández” de Corozo Pando que han sufrido en sus carnes la sevicia del poder, han demostrado que sus apoyos valen más que todo el dinero de los donantes tradicionales.

Todo parece indicar que la “tendencia irreversible” es el voto por el cambio del 28. No hay que ser adivino para intuir que sobrará la gente que se dispondrá a dar mas que a pedir. El enorme voluntariado para defender los votos está entusiasmado y listo.

El compromiso de todos se convertirá en la noche del 28 y el 29 en alegría desbordada en las calles.

Ojalá que el gobierno tome nota de esta realidad, ojalá entiendan lo rudo que será gobernar a un país al que se contraría su voluntad y que está esperanzado y sin miedo.

Como Santa Teresa, Venezuela sonreirá y estará dispuesta a agradecer que el cambio finalmente ha llegado.

Decía Sun Tzu: “Un ejército victorioso gana primero y entabla batalla después. Un ejército derrotado, lucha primero e intenta obtener la victoria después”

Las primarias las gano MCM antes de ganar las primarias. Las elecciones de julio, se están ganando antes de que llegue ese día.

¿Qué es lo único que puede impedir que ese triunfo se proclamado de manera irreversible por el CNE?

Pues que el gobierno tenga éxito en infundirnos la idea de que pueda trampear los resultados; que nos haga creer que son inderrotables, “por las buenas o por las malas” y que logre paralizarnos por el miedo o la desesperanza.

Hasta ahora no lo ha logrado, cada una de las chapuzas para impedir los ríos de gente que llegan a los actos de María Corina Machado, solo han llevado más caudal a esos ríos. La épica de su recorrido por toda Venezuela, aumenta exponencialmente, mientras más disparates hacen para pararla.

Paradójicamente, el gobierno está haciendo crecer, la única fuerza que no se puede detener: la de un pueblo decidido a cambiar.

Paradójicamente también, están aumentando los costos de quedarse en el gobierno con un pueblo que no los quiere; que se ha movilizado a lo largo y ancho del país; en un mundo que los aislará aún más y que está seguro que la candidatura de Edmundo González y el tsunami que representa María Corina Machado, ya son una inmensa mayoría.

Los demócratas venezolanos estamos haciendo lo que hay que hacer: acrecentar el cauce electoral; blindar el plan de los 600K y los comanditos; mantener la vía de la rebelión cívica y de los votos; movilizar la esperanza y hacer crecer la fuerza social y espiritual que hará posible la derrota de la pesadilla que vivimos. Mientras mas trabajemos en eso, menos espacio habrá para la arbitrariedad y para los zarpazos; mientras más crezcamos más difícil será una grotesca maniobra.

La pelota está en el campo del gobierno, ya verá como la despeja. Ya verá cómo interpreta los signos de los tiempos y como elude el avance arrollador de la realidad rotunda que tiene enfrente.

Las fuerzas democráticas, a continuar trabajando y a confiar en el liderazgo de MCM que nos ha traído hasta aquí y que hará a Edmundo González, presidente de Venezuela.

En algunos sectores de la oposición venezolana, ciertamente minoritarios, pero no por ello, menos influyentes, se ha venido intentando crear una suerte de “doctrina” para analizar lo que se ha dado en llamar “los costos de salida” del chavismo.

De acuerdo con los voceros de esta tendencia, al gobierno y a sus principales dirigentes, hay que ofrecerles toda suerte de garantías y seguridades para que se sirvan abandonar el gobierno si pierden las elecciones o, mas sorprendente aún, para que no den un zarpazo al proceso electoral. Dicho de otra manera, hay que pagar un rescate, no porque estas secuestrado, sino para que no te secuestren. Es decir, una suerte de síndrome de Estocolmo, llevado al absurdo y al paroxismo.

De esta guisa, algunos llegan al extremo pintoresco de ofrecer garantías y seguridades que nadie ha pedido y se adelantan, entregando de antemano, lo que debería resolverse en una mesa de negociación, cuando estén definidos sus protagonistas. 

Sobre este último particular hay que escuchar propuestas verdaderamente pintorescas, tal como una encuesta en X en la que se nos pide responder si estamos de acuerdo con alguna de las opciones que van, desde levantar las sanciones individuales; garantizar impunidad y otros desvaríos parecidos, como si tal cosa dependiera de alguno de nosotros los mortales, que leemos encuestas de la red social y leemos todos los días lo que nos regalan estos voceros de la “doctrina” de los costos de salida. Hasta ese punto hemos llegado.

Lo que verdaderamente echamos de menos es que se plantee con seriedad un verdadero debate sobre los incentivos necesarios para lograr un cambio y una transición democrática. Sería importante, por ejemplo, que introdujéramos también la variable de lo que podríamos llamar, los costos de “quedada” (valga el barbarismo)

¿Qué son los costos de “quedada”? pues los que tendríamos que pagar todos los venezolanos sin no hay un cambio político, pero también, los que tendrían que pagar los que se quieran quedar sin haber ganado las elecciones o arrebatándolas antes de que se hagan.

Nos hemos preguntado ¿cómo es que se puede gobernar un país en una minoría evidente; con un país en declive de todos los niveles de vida; con una sociedad que está dando muestras de movilización y de renacimiento de la esperanza?.

¿Cómo se puede gobernar sin pagar el altísimo precio de la represión indiscriminada; del aumento del aislamiento internacional y del rechazo social y popular?

¿No es más importante preguntarse cómo pueden hacer los demócratas para coincidir con los sectores del chavismo que piensan que su opción política puede tener mañana; que pueden regenerarse; jugar el juego de la democracia e inclusive, regresar al poder como regresaron Lula, los Fernández y hasta Ortega, después de entregarle a Violeta Chamorro?

¿Cómo puede hacer un gobierno que no quiere irse, si pierde las elecciones con la inmensa fuerza social y política que ha levantado MCM desde su estruendosa victoria en las primarias hasta sus últimos recorridos por el país? ¿Qué va a hacer con ella?

¿Es que no es más razonable que se produzca un proceso de negociación con ella y con un presidente electo como Edmundo González, para evitarle a Venezuela más sufrimiento y privaciones?

Definitivamente, al día de hoy, los costos de quedarse están siendo sensiblemente mayores a los de irse. 

Además, la administración de una negociación sobre esos costos, dependen mucho más de las fuerzas internas que de las fuerzas externas. Para ser absolutamente honestos, en el gobierno no quieren, ni van a pedir nada que la oposición pueda ofrecerle. Sí hay negociaciones sobre esas famosas garantías, serán la consecuencia de que los venezolanos nos pongamos de acuerdo y no de que ningún otro país dicte la pauta sobre lo que hay que hacer.

En conclusión: Si para todos es más barato que se produzca un cambio, para qué vamos a enredar las cosas buscando a Dios por los rincones.

No es un hecho menor que el cartel, con el que las bravas mujeres de Corozo Pando respondan al del SENIAT, exhiba la palabra LIBERTAD como la rúbrica de su acto de rebeldía civil.

De acuerdo con las más pacíficas y aceptadas ideas de la lucha política, los pueblos llegan a ideas abstractas como la libertad, para hacer de ellas una bandera de lucha, cuando han transitado el camino de la brega por sus reivindicaciones materiales y han llegado a la conclusión de que no es posible cambiar su situación de vida, sino con un cambio político.

¿Como es entonces posible que una venta de empanadas, llano adentro, haya sido el sitio en donde se da ese salto de gigante por sobre todas las verdades de manual, para hacer de la libertad, una causa de la gente común?

Hay material para la especulación y para que los teóricos y analistas se den banquete.

Lo cierto del caso es que hay un detonante emocional que se está disparando con una asiduidad y con una intensidad, pocas veces vista en la historia política nacional. Es el que ocurre cuando MCM se mete pueblo adentro entre la gente, atravesando caseríos, caños y se despierta el fervor popular. Es en esa nueva realidad, como consignas como libertad, democracia y cambio se convierten en carteles y gritos de nuestra gente de a pie, de trabajadores, de amas de casa y de niños y adolescentes, a lo largo y ancho del país.

La pregunta pertinente es: ¿Cómo ha ocurrido esto? Y la respuesta es muy sencilla: Viene de una correcta lectura sobre las expectativas y los anhelos de los venezolanos.

Veamos: tenemos una situación de ruina social y veníamos de una decepción del liderazgo nacional para salir de ella. El mundo del chavismo desencantado por el no cumplimiento de las promesas originales de redención social y el mundo opositor por la incapacidad de que su liderazgo derrotara al chavismo.

Todos los estudios de opinión corroboraban este fenómeno. Un inmenso porcentaje de la población no se identificaba con ninguno de los dos bloques. El señor “ninguno” lideraba todas las preferencias.

En la interpretación de esta realidad es “donde está mi Dios sentado”. Una parte importante de la dirigencia opositora dijo: “Si la gente no quiere ninguno de los dos polos, entonces yo me pongo en el centro para absorber de los dos” ¡CRASO ERROR! (mayúsculas ex profeso) Este sector no interpreto que lo que la mayoría de nuestros compatriotas estaba pidiendo no es que el liderazgo se pusiera en el centro, sino que estuviera radicalmente, en las antípodas, de lo que este gobierno estaba ocasionando en el deterioro de su calidad de vida.

Por eso, cuando MCM aparece como una opción para competir por el liderazgo y asume las primarias como un mecanismo para dirimir esta cuestión, el señor “Ninguno”, empieza a derrumbarse en favor de la alternativa que ella representa.

Ese centro, del que es tan piadosamente devoto alguna oposición, ha quedado convertido en polvo. Todos los partidarios de poner la otra mejilla, en lugar de seguir el consejo de Juan Pablo II: “No tengáis Miedo”, han quedado de un lado. Igualmente, todos aquellos que daban este proceso como perdido y decían que lo que había que hacer era esperar el 2030, y argumentaba con José Alfredo Jiménez, “que no hay que llegar primero, sino que hay que saber llegar”, han quedado sin discurso.

A estas alturas del partido, el país está de nuevo polarizado, pero no 50/50, como hace años, sino 80/20, en favor de un cambio. Es ese 80% el que ha hecho el link impresionante entre sus necesidades materiales y la necesidad de un cambio de régimen para lograrlas. Es el clic que hicieron las empanaderas de Corozo Pando y que está haciendo todo el país.

Ese es el link que ha hecho renacer una palabra clave para ejercer el liderazgo político que es la CONFIANZA (de nuevo, mayúsculas ex profeso) y que ha obrado la proeza, que hace días parecía imposible para el más locuaz y estridente de nuestros encuestadores, de traspasar la popularidad de MCM hacia Edmundo González.

Todos los venezolanos queremos obviamente una transición pacífica y negociada entre quienes tienen la fuerza objetiva. Aquí nadie quiere ni puede aniquilar a su contario. Queremos un país en el que todos tengamos derecho a expresarnos, pero para que eso ocurra hay que ganar el 28 de julio y para ganar hay que cuidar los votos.
Montar una inmensa y poderosa maquinaria de control electoral, será la mejor observación que se haya hecho de proceso alguno.

Si hacemos esto, podremos colgar en todo el país, el cartelito de Corozo Pando: LIBERTAD.

Algunos astrofísicos, con la ayuda del equipo adecuado, han logrado captar los rumores del Big Bang originario, que dio origen al universo que conocemos.

En Venezuela, hemos sido testigos de un acontecimiento político mayor. Un evento de cuya realización, se han desprendido y lo seguirán haciendo, muchos realidades presentes y seguramente futuras del país. Una suerte de Big Bang, del universo social y político que conocemos hoy en día.

Ese acontecimiento fue realización de las primarias para escoger el candidato común de las fuerzas democráticas venezolanas y, con ello, un liderazgo legitimado de la oposición. El hecho ya tuvo lugar (aunque una sentencia del TSJ, echando mano del surrealismo, haya dicho que no ocurrió) y, como hemos dicho, aun su eco resuena entre nosotros.

La comparación no es ni arbitraria ni exagerada. Se trató de proceso que se realizó como un acto de rebeldía cívico; con una participación sorpresiva; organizado por un grupo de venezolanos independientes y honorables y apoyado por la fuerza de los ciudadanos que se sobrepusieron a las dificultades y a las conspiraciones para derrotarlo. Toda una conmoción que rompió con el inmovilismo y la desesperanza que vivíamos ese entonces.

Para corroborar la afirmación, basta con remitirnos a los hechos presentes: El liderazgo que surgió de él y que representa María Corina Machado, es sin duda, la fuerza material y espiritual sobre el que se levanta esa esperanza nacional de hoy y que trasciende al mero fenómeno electoral que le sirve de marco formal.

En efecto, las últimas giras de MCM en Trujillo, Apure, Amazonas y el acto en La Victoria con Edmundo González Urrutia, revelan claramente que la ecuación de la fuerza social y política en Venezuela ha cambiado completamente.

El mundo de la polarización igualitaria ha dado paso al de otra polarización, pero esta vez del 80% del país que quiere un cambio y menos de un 20% que se resigna al statu quo. MCM ha logrado juntar, en un solo proceso (lo dijimos en una nota anterior) y de una manera dialéctica, el sentimiento de ruptura con la realidad que vivimos y, a la vez, el de la unidad social, ciudadana y también política para construir el nuevo país.

Esta nueva ecuación será de capital importancia, no solamente, para aclarar el desenlace electoral del próximo 28 de julio, sino también, para algo crucial que es, marcar el terreno de las necesarias negociaciones que deberán preceder y continuar después del día de las elecciones.

Una negociación exitosa presupone, en efecto, que las partes puedan tener las fuerzas o las expectativas de tenerlas, para cumplir con una condición indispensable en todo proceso de esa naturaleza que es “tener con que” respaldar lo que se acuerde.

La fuerza social y política que MCM ha acumulado desde la realización de las primarias y la figura de Edmundo González, con su trayectoria, son claves para que “tengan con que” para ejercer la representatividad de las fuerzas de cambio. Al día de hoy, es esa fuerza también la que goza de la legitimidad interna y externa que se requieren enfrentar complejos procesos como los que vienen.

Son, entonces, los ecos de las primarias, de su exitosa realización, como proceso de rebelión ciudadana y democrática, los que escuchamos ahora en el torbellino humano que recibe a MC en toda Venezuela. Hay, entre todos estos acontecimientos, un hilo conductor que los une y que nos da la fuerza para continuar transitando este camino auspicioso, aunque este también, lleno de acechanzas.

Corresponde a todos, cada uno desde su puesto y cumpliendo las pequeñas y grandes tareas que tenemos por delante, honrar ese inédito proceso y continuar Hasta el Final con la recuperación definitiva de la democracia en nuestro país.

Las captahuellas son la medula espinal de un sistema electoral, vendido como el mejor del mundo por la propaganda oficial, pero que es en la realidad muy poco transparente y que está diseñado para consagrar el ventajismo y la coacción de los electores. Esta es una verdad en las elecciones generales y podrían, por la manera como se ha planteado su uso, constituir también un dolor de cabeza en el proceso de primarias de la oposición.

En realidad, esta nota no tiene como objeto denostar de nuestro desvencijado sistema electoral, para llevar agua al molino del abstencionismo. Quien esto escribe es, de hecho, partidario de ir a votar, aun en medio de estas condiciones adversas.

El objeto de esta nota, no obstante, es tratar de explicar por qué las captahuellas son un elemento disruptivo y polémico en el proceso de las primarias y la razón es de Perogrullo: estaríamos entregando al gobierno la lista de quienes votaron en él.

Es obvio que ello inhibiría de participar a cientos de miles de compatriotas que son susceptibles de ser presionados bien porque son funcionarios públicos, bien porque son beneficiarios de algún programa.

En el reglamento que ha entregado la CNP para su consulta, se habla en términos generales que se proponen reservar la identidad de los votantes. Sin embargo, no dice cómo y, sobre todo, no dice cómo se lograría esto, si al final resuelven aceptar las captahuellas.

Este no es un problema menor y tampoco sería correcto decir que se puede votar con captahuellas en las primarias porque así votaremos en las presidenciales. En efecto, no es lo mismo que el régimen (sobre todo éste) sepa quien vota en unas elecciones generales, a que sepa quien vota en unas primarias de la oposición.

Las condiciones de las elecciones generales son un puente que hay que cruzar cuando se llegue a él. Ya veremos con cual fuerza interna y externa contamos para que las condiciones del 2024, mejoren ostensiblemente.

En unas elecciones primarias, este tema de la participación es clave. Se trata de un proceso que tiene como objetivo, entre otros, la legitimación de una candidatura para competir luego en las presidenciales. Si por causa del temor a integrar una nueva lista Tascon, le damos razones a una importante cantidad de nuestros compatriotas para no participar, estaríamos conspirando contra esta importante misión de unas primarias.

Se trata entonces de un tema político y no técnico, al cual hay que dar una salida política. Ya, afortunadamente, nos encontramos en la vía de resolver de manera satisfactoria el tema del voto de los venezolanos en el exterior. Con esta misma voluntad deberían abordarse todos los otros temas referidos a mantener el control por parte de la CNP, de todo el proceso comicial.

Desde ese punto de vista, temas como el escrutinio, la transmisión de datos, las totalizaciones que son tocadas en el Reglamento, deben igualmente resolverse de manera que la Comisión no pierda el control de ninguno de ellos a manos del Consejo Nacional Electoral.

Queda, entonces, pendiente el de las captahuellas. Ojalá que las primarias no naufraguen por un tema tan fácil de resolver, como es el de no utilizarlas. Su presencia no agrega nada y si distorsiona mucho la convivencia de los factores que han anunciado que quieren participar.

Ojalá que se “capte” el mensaje sobre las captahuellas. Unas primarias exitosas, nos convienen a todos los que queremos recuperar la democracia y la libertad.

Julio Castillo Sagarzazu

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