Por Irving Gatell

De hecho, en los meses siguientes se va a ver que el conflicto en Siria siempre fue, potencial y realmente, más peligroso que el israelí-palestino. Tan es así, que ahora Gaza va a pasar a segundo plano. Te cuento rápido por qué.

Siria es el punto que conecta dos conflictos gravísimos, pero que se habían mantenido «locales»: la guerra Rusia-Ucrania, y la guerra Israel-Hamas/Hezbollá. Con todo y lo peligroso o dramático, esos conflictos se mantuvieron limitados a Ucrania, Gaza y Líbano. Pero…

Si bien siempre se señaló que había una conexión entre ambos, esta ahora es más evidente: Ucrania pelea contra Rusia; Rusia es aliado de Assad y de Irán; Israel pelea contra Hamas y Hezbollá; Hamas y Hezbollá son patrocinados por Irán, y son aliados de Assad.

Ahora se puede decir que sólo hay una guerra: un eje integrado por Rusia, Irán, Hamas, Hezbollá, Assad, y por añadidura las milicias chiítas de Irak y los huthíes, contra enemigos que no están integrados en un grupo, sino que lucha cada quien su guerra.

Los principales son, por supuesto, Ucrania e Israel, pero ahora se han agregado los enemigos de Assad al interior de Siria: las milicias salafistas como ISIS o Al-Qaeda, las milicias pro-turcas, los kurdos y los drusos. Esto puede extenderse al Líbano, por culpa de Hezbollá.

Si sus propios enemigos internos ya se le treparon a Assad en Siria, puede pasar con los múltiples enemigos que tiene Hezbollá en Líbano: sunitas (como los grupos salafistas de Siria), maronitas (cristianos), y drusos (afines del todo a los de Siria).

Las razones por las que había un riesgo de que se reactivara la guerra civil en Siria (que ya sucedió) eran las mismas por las cuales podría reactivarse la guerra civil en Líbano. En resumen, se trata del debilitamiento del eje iraní.

Durante tres décadas, Irán impuso sus condiciones en todo el Medio Oriente debido a su imagen de potencia militar, reforzada por su alianza estratégica con Rusia. En ese esquema, Hezbollá era su principal carta para chantajear a occidente.

Ante cualquier posible amenaza contra los ayatolas, ahí estaba la advertencia de que toda agresión sería contestada con una lluvia masiva de misiles sobre Israel (aunque este ni tuviera que ver en las discusiones). Por ello, todos tenían que irse con muchos cuidado.

Las cosas cambiaron desde el 7 de octubre de 2023. Tras el salvaje atentado terrorista palestino, Israel se lanzó a una guerra a fondo para destruir a Hamas. Esto era un riesgo, pero Israel diseñó una estrategia muy eficaz, evitando que Hezbollá se inmiscuyera en el pleito.

Originalmente, Israel se habría conformado con destruir a Hamas. Eso ya representaba un gran logro estratégico, porque destruía al principal foco de agresiones contra el estado judío. Ahí fue donde Nasrallah cometió un error catastrófico: se aferró a una guerra sin sentido.

Por cumplir la estúpida amenaza de que Hezbollá no dejaría de bombardear Israel mientras no hubiera un alto al fuego en Gaza, ese conflicto se enredó más de lo necesario, y hace unos cuatro meses Israel detectó que Hezbollá se había debilitado bastante.

Así comenzó la verdadera guerra contra Hezbollá. Primero la eliminación de su genio militar Fwad Shukr, luego el célebre episodio de los beepers y walkie-talkies, la eliminación de todo el mando de las Fuerzas Radwan y, finalmente, la eliminación de Hassan Nasrallah.

A eso le siguió una incursión terrestre que Hezbollá -sin comandantes capacitados- pudo enfrentar. En el ínter, Israel tuvo un intercambio de bombardeos con Irán. En ese punto -hace unos dos meses- todavía no se podía apreciar cuánto daño había causado Israel a sus enemigos.

La situación real apenas la estamos terminando de apreciar gracias a dos cosas: una, la reactivación de la guerra civil en Siria; dos, la sorprendente rapidez con la que colapsó el régimen de Assad. Y es que Assad era el líder más tonto, pero también el más importante.

Assad siempre fue un inepto, pero representaba la posibilidad de que Irán tuviese un corredor terrestre que lo conectara con Hezbollá, su principal carta disuasiva contra Israel y occidente. Assad podía ser un cero a la izquierda, pero era quien dejaba pasar armas y dinero.

Assad estuvo a punto de caer en la guerra civil que estalló en 2011. Irán, con tal de no perder Siria, involucró a Rusia en ese conflicto. Assad salvó el pellejo, su régimen se mantuvo, y Siria siguió siendo el corredor para mantener bien armado y financiado a Hezbollá.

La caída de Assad es gravísima para Rusia, Irán y Hezbollá. Rusia puede (o va a) perder su principal base naval (Tartus), la que le daba acceso estratégico al Mediterráneo. Irán ya no podrá financiar ni armar a Hezbollá, que quedará manco y cojo ante Israel.

El hecho de que Assad haya caído significa que Rusia, Irán y Hezbollá -sus protectores- están muy debilitados. El hecho de que haya caído TAN PRONTO significa que, por lo menos Irán y Hezbollá, están heridos de muerte. Y aquí viene lo realmente grave…

Uno de los pilares que ha mantenido a gente como Putin, los ayatolas o Assad en el poder, es el miedo. El mundo está viendo cómo ninguno de los tres tiene la capacidad para controlar a los rebeldes sirios. No es a la OTAN, no es Israel, no es USA. Es a los rebeldes sirios.

Sin miedo, ¿cuánto podía durar Assad en el poder? Menos de dos semanas y cayó. ¿Cuánto pueden durar ahora los ayatolas? Al primer embate (y eso puede empezar tan pronto Trump tome posesión), se van a desmoronar. Por eso Rusia prefiere huir de esa guerra.

Si las ganas de una guerra civil pueden llegar a Líbano, lo que menos le interesa a Putin es que la fiebre rebelde de Siria se contagie a las repúblicas rusas. Una explosión de nacionalismos independentistas NO PODRÍA ser controlada por las fuerzas de Putin.

Mientras, Europa tendrá que estar muy alerta, porque la exacerbación de los grupos islamistas en Siria puede traer de nuevo atentados como los que perpetró el ISIS en la década anterior. Un panorama que no se le antoja a nadie, pero cuyas probabilidades se han incrementado.

Ese es el panorama en este instante. Se definirá y podremos hacer cálculos más certeros dependiendo de qué tipo de conflicto ocurra en Siria. Si Assad cae y los rebeldes estabilizan su poder repartido en diversas provincias, la cosa podría no empeorar.

Pero si Siria se vuelve un pandemonio de todos contra todos, las consecuencias pueden ser tan inimaginables como catastróficas. Pongan atención. Lo mero bueno del siglo XXI acaba de comenzar. Seguiremos reportando.