Vía FundéuRAE
Los pisos cuestan hoy día «un riñón», los militantes de los partidos suelen «cerrar filas» en torno a sus dirigentes, «la mayoría silenciosa» de un país no tiene muchas ocasiones de expresar sus opiniones, y a los delincuentes se les somete a la «máquina de la verdad» para ver si mienten
«Costar un riñón», «cerrar filas», «mayoría silenciosa» y «máquina de la verdad» son algunas de las numerosas formas complejas que se acaban de incorporar a la versión electrónica del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), tras haber sido consensuadas por las 22 Academias de la Lengua.
Desde el pasado jueves se pueden consultar en el portal de la RAE (rae.es) casi 3.000 enmiendas y adiciones al Diccionario, que actualizan en la red la XXII edición impresa de esta gran obra de referencia y suponen un adelanto de la que se publicará en el 2013.
Como ya informó Efe el pasado 29 de julio, entre esas modificaciones hay 405 palabras nuevas, como «abducir», «ambientalista», «antiespañol», «buñueliano» y «jet lag», y otras tan simpáticas y pertenecientes al lenguaje coloquial, como «muslamen», «meloncete», «cultureta» y «obrón».
La lista de novedades es tan amplia que, entre el centenar de formas complejas que ahora se incluyen en el Diccionario, hay también otros ejemplos dignos de mención.
Algunos de ellos son los ya citados «costar un riñón», definido como «tener un precio muy alto»; «cerrar filas» (unirse estrechamente para hacer frente a algo); «máquina de la verdad» (polígrafo) y «mayoría silenciosa», es decir, la que en el debate político «supuestamente compone la generalidad de los ciudadanos que no expresan públicamente su opinión».
Pero hay muchos más ejemplos de formas complejas que se abren hueco en el Diccionario: «alturas de miras» (elevación moral de intenciones o propósitos), «consulta popular» (referéndum) e «iniciativa popular», ese recurso que sí tienen las mayorías silenciosas para proponer leyes o derogar alguna vigente.
El «diálogo social», definido como el que «mantienen las representaciones empresariales y de trabajadores con vistas a una actuación concertada en la regulación de las relaciones laborales», se incorpora al DRAE, cuya versión electrónica recibe cada día un millón de consultas.
La palabra «máquina» se enriquece ahora con la expresión «ser una máquina», aplicable a quienes desarrollan «una gran actividad». Y si al término «ala» se le añade «delta», se convierte en un «aparato de vuelo sin motor» que se desplaza «arrastrado por las corrientes favorables de aire».
A veces, uno le da «la mano» a alguien y el otro «se toma el brazo», y hasta «el codo, o el pie». Estas locuciones verbales se pueden consultar ya en la versión electrónica del DRAE y conviene utilizarla cuando la gente se «excede en las confianzas» o se toma «unas libertades indebidas».
El lenguaje evoluciona «a pasos agigantados», y las 22 Academias le han dado también entrada a esa forma compleja, al igual que han hecho con la expresión «dar un vuelco», muy apropiada, por ejemplo, para cuando un proceso o una situación cambian «radicalmente».
«Hacer a pelo y a pluma», o sea, «ejercer de bisexual», llega al Diccionario académico, como lo hacen también expresiones de ámbitos muy diferentes como la dañina «bomba de racimo» y la riquísima «papa arrugada», esa patata cocida con vapor de agua salada que tan bien se les da a los canarios.
En esta tanda de novedades, algunas palabras han visto modernizada su definición. Ese es el caso de «adulterio», cuya definición se había quedado algo desfasada.
Si en la XXII edición se definía como «ayuntamiento carnal voluntario entre persona casada y otra de distinto sexo que no sea su cónyuge», en la XXIII figurará como «relación sexual voluntaria entre una persona casada y otra que no sea su cónyuge».
La definición de «monarca» se ha ampliado, y del «príncipe soberano de un Estado» que era hasta ahora pasa a ser «jefe del Estado de un reino, que ejerce normalmente la más alta representación de este y que arbitra y modera el funcionamiento de sus instituciones, recibiendo y transmitiendo su cargo por sucesión hereditaria».
Los adeptos a la «telebasura» deberían saber que los académicos la definen ahora como «conjunto de programas televisivos de contenidos zafios y vulgares». Más claro, agua.