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Es lo que es

Luis Alberto Perozo Padua

Por Luis Alberto Perozo Padua

Acción Democrática, que era el partido de gobierno en Venezuela, llegó dividida a las elecciones generales de 1963. Se resolvió que grupo del candidato Raúl Leoni usaría la tarjeta negra, y el otro candidato, Raúl Ramos Giménez adoptaría una plateada. El slogan de Leoni fue: “Si no es blanco es negro. Vota negra para recuperar la blanca”.

El 1ro de diciembre de 1963 se efectuaron en Venezuela las elecciones generales (Presidencia de la República, Senadores y Diputados del Congreso Nacional, Asambleas Legislativas Estadales y Concejos Municipales). 

En los citados comicios participaron siete candidatos presidenciales: Raúl Leoni Otero por el partido de gobierno (AD), Rafael Caldera (COPEI), Jóvito Villalba (URD, PSV-MENI), Arturo Uslar Pietri (FND), Wolfgang Larrazábal (FDP), Raúl Ramos Giménez (AD-Oposición) y Germán Agustín Borregales Pachano (MAN).

Raúl Leoni (AD) venció con 957.574 votos, lo que representó un 32 .17%, mientras que su más cercano contendor fue Rafael Caldera (COPEI) que obtuvo 589.177 sufragios (20.33%). Le siguió Jóvito Villalba (URD) con 551.266 votos para un 18,89%. Arturo Uslar Pietri (Independientes Pro-Frente Nacional) con 469.363 votos para un 16.08%. Wolfgang Larrazábal (Fuerza Democrática Popular) 275.325 votos para un 9.43%. Raúl Ramos Giménez (Acción Democrática-Oposición) 66.880 votos para un 2.29%. Germán Borregales (Movimiento de Acción Nacional) 9.292 votos para un 0,32%. La votación general fue de 3.107.527 con una abstención de 262.441.

Las parlamentarias

Las elecciones parlamentarias también se desarrollaron ese 1° de diciembre del mencionado año, junto a elección presidencial, para renovar el Congreso de la República. 

Al igual que en la presidencial, el partido de Betancourt obtuvo una estrecha victoria, pero perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, ocupando 66 de los 179 curules. COPEI obtuvo el segundo lugar con el 20.82% de los votos y 39 escaños, desplazando del papel de principal opositor a la Unión Republicana Democrática, que obtuvo el 17.38% de los votos y 29 diputados.​ 

En el Senado, AD también perdió por dos escaños la mayoría legislativa, pero siguió siendo la fuerza política con más bancas. Según el CSE, la abstención fue del 7,79% del electorado.

Las elecciones se realizaron con normalidad a pesar de las amenazas de las guerrillas de extrema izquierda.​ Durante la campaña Raúl Leoni prometió acabar con el sectarismo y el partidismo que caracterizó al Trienio Adeco, y a su vez prometió mano dura contra los grupos guerrilleros financiados por el gobierno de Fidel Castro desde Cuba.

Leoni asume la conducción de Venezuela

La toma de posesión del Dr. Raúl Leoni como presidente de Venezuela (1964-1969) tuvo lugar el 13 de marzo de 1964. Asumió el cargo como el sucesor de Rómulo Betancourt, en el marco de la consolidación del sistema democrático instaurado tras el fin de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958. Su mandato se destacó por ser el primero en lograr una transición pacífica y democrática entre presidentes electos en la historia republicana de Venezuela.

En su discurso de toma de posesión, Leoni hizo hincapié en la unidad nacional y la necesidad de fortalecer la democracia frente a los desafíos políticos y sociales del país. Durante su gobierno, impulsó la política conocida como el “Gobierno de Amplia Base”, que buscaba incorporar a sectores de distintas tendencias políticas en la administración pública, promoviendo la estabilidad y el desarrollo económico.

Igualmente hizo énfasis en su compromiso con los valores democráticos y con el desarrollo económico y social, en un contexto de tensiones internas debido a la insurgencia armada y las profundas desigualdades sociales.

La ceremonia tuvo lugar en el Congreso Nacional (hoy Palacio Federal Legislativo) en Caracas, donde prestó juramento ante las autoridades legislativas y representantes de diversos sectores nacionales.

Fue un acto solemne que contó con la presencia de líderes políticos, personalidades internacionales y representantes diplomáticos, resaltando el interés regional e internacional en la estabilidad de Venezuela como modelo democrático en América Latina.

Aunque la democracia comenzaba a consolidarse, el país enfrentaba amenazas importantes, como la insurgencia armada de grupos guerrilleros inspirados en la Revolución Cubana y las tensiones ideológicas en plena Guerra Fría.

Le tocó aplicar la séptima suspensión de Garantías Constitucionales, el martes 13 de diciembre de 1966, evento que se replicó el sábado 4 de marzo de 1967, en la novísima era democrática, siempre alegando que estos estados de excepción se debían a la violencia armada de los grupos insurgentes.

Bajo su gobierno el Producto Interno Bruto será el más alto de América Latina, en parte debido a su exitosa gestión en la industria petrolera. Además, inauguró obras como la Primera Etapa de la Represa del Guri, el Complejo del Aluminio llamado ALCASA. La Avenida Libertador, el Distribuidor La Araña, el Puente Angostura, en ciudad natal y la Planta Petroquímica El Tablazo.

Su obra en Barquisimeto

A mediados de 1967 el presidente Raúl Leoni, inauguró la primera Zona Industrial de Barquisimeto. Unos meses más tarde, el 19 de mayo de 1968, arribará al recién inaugurado Aeropuerto Internacional General Juan Jacinto Lara de Barquisimeto, para, para inaugurar, junto al director Fundador César Quintini Rosales, la moderna sede del Instituto Politécnico Nacional de Barquisimeto, obra diseñada por el arquitecto Gustavo Legórburu.

Volverá a Barquisimeto el 10 de noviembre de ese año para inaugurar el edificio sede para la nueva Biblioteca Pío Tamayo, una de las más modernas estructuras para la época cuyo costo total fue de dos millones 500 mil Bolívares.

De allí Leoni y su comitiva asistieron al acto protocolar celebrado en las casas modelos de la urbanización Patarata, proyecto urbanístico de FUNDALARA, situado en la avenida Andrés Bello. La urbanización surgió con el secado del estanque conocido como Laguna de Patarata. 

FUNDALARA, fue un organismo concretado en el marco de los acuerdos de intercambio entre Venezuela y Estados Unidos contemplados en el programa “La Alianza para el Progreso”, para colaborar con el desarrollo de la nación. 

Se construyeron 12 bloques de viviendas de cuatro pisos cada uno y junto a estos una serie de casas unifamiliares. Con el tiempo creció el núcleo inicial creándose la urbanización Partarata II en donde se construyeron 671 casas más, provistas de todos sus servicios: agua, electricidad, aseo, cloacas y un grupo de escuelas.

El gobierno del Dr. Raúl Leoni se recuerda como uno de consenso, a pesar de las dificultades económicas, sociales y las activas facciones armadas.


Fuente: Diario El Nacional 28/11/1963 Pág. B-11 

Diario El Impulso. Ediciones noviembre-diciembre de 1968

Por Luis Alberto Perozo Padua

Cuando en septiembre de 1830, el Congreso de Valencia aprobó la nueva Constitución de Venezuela, ratificando la separación definitiva de la Gran Colombia y se constituye la nueva República de Venezuela bajo la presidencia del general José Antonio Páez, se exacerban los ánimos y crece aceleradamente el descontento de líderes militares a favor del sueño del Libertador Simón Bolívar.

Veían aquel movimiento como una traición imperdonable, pues se desmoronaba frente a ellos el sacrificio de décadas de luchas contra el dominio español, para que unos cuantos impusieran sus intereses y dominaran el escenario político y los destinos de vasto territorio que Bolívar, junto a un puñado de valientes, había libertado para construir el territorio más poderoso del planeta.

En 1834, el general Carlos Soublette es derrotado en un polémico proceso electoral frente al Dr. José María Vargas, y muy a pesar de que Soublette era el candidato a la Presidencia de Venezuela apoyado por Páez, el caudillo llanero siguió ostentando el poder de las armas en el país, garantizando la estabilidad y el respeto de la Constitución. 

El 9 de febrero de 1835 fue proclamado el Dr. Vargas como presidente de la República, y desde aquel preciso momento se iniciará en Venezuela una corriente de oposición y un clima de conspiración permanente.

La historiadora Catalina Banko refiere que desde el momento mismo de la separación de Colombia la grande, se estructura un movimiento revolucionario integrado por figuras que habían militado anteriormente en bandos políticos enfrentados. Algunos pertenecían al grupo bolivariano, mientras otros habían sido voceros de la línea antibolivariana (aunque todos, de una manera u otra, habían participado en la Guerra de Independencia). Entre los principales jefes del movimiento destacaban: Santiago Mariño, Diego Ibarra, Pedro Briceño Méndez, Justo Briceño, Luis Perú de Lacroix, Pedro Carujo y José Tadeo Monagas, entre las figuras más prominentes, pero el movimiento creció en cada rincón del país.

Banko revela que muchos de estos líderes militares inconformes con las políticas del presidente Vargas, eran reconocidos terratenientes, siendo los casos más resaltantes los de Diego Ibarra, Santiago Mariño, José Tadeo Monagas y Pedro Briceño Méndez, quien en 1828 le había planteado a Simón Bolívar la creación de un Instituto de Crédito, con capital del Estado, para hacer préstamos a bajo interés y largo plazo a los productores agrarios. 

Los terratenientes que junto con los militares habían conformado en 1830 el bloque social dominante, habían sido desplazados progresivamente del poder gracias a la acción de la burguesía comercial y de los sectores ligados a ella. 

Para estos líderes militares, Vargas y el Congreso representaban la alianza entre godos, llamados así porque apoyaron la dominación española y pertenecieron al bando realista durante la Guerra de Independencia.

Estalla la insurrección

El 7 de junio de 1835, estalla la insurrección denominada Revolución de las Reformas en Maracaibo, proclamando el sistema federal y al general Santiago Mariño como jefe supremo del nuevo gobierno. La sublevación muestra poca efectividad en Maracaibo, pero se desarrolla rápidamente en otras partes de Venezuela.

Un mes después, el 8 de julio, en Caracas, Pedro Carujo, jefe del batallón Anzoátegui y el capitán Julián Castro, aprehenden al presidente Vargas y someten a todos sus colaboradores.  Al día siguiente, Vargas y el vicepresidente Andrés Narvarte, son obligados a salir al exilio desde el puerto de La Guaira hasta la isla de Saint Thomas.

En esa oportunidad ocurre el célebre diálogo entre Carujo y Vargas que la historiografía ha recogido para la posteridad: «El mundo es de los valientes», le dice Carujo a Vargas. A lo cual contesta el mandatario: «No, el mundo es del hombre justo; es el hombre de bien, y no el valiente, el que siempre ha vivido y vivirá feliz sobre la tierra y seguro sobre su conciencia». 

Después que los rebeldes tomaron el poder definitivo en Caracas, Pedro Briceño Méndez, jefe máximo del movimiento armado en Caracas, leyó un manifiesto donde se condenó a la Constitución nacional y el conjunto de leyes promulgadas a partir de 1830. El manifiesto esgrimía un conjunto de reformas a cargo de los patriotas que habían luchado en la Guerra de Independencia.

Acusaron al gobierno de Vargas de haber violado las libertades ciudadanas, por lo cual, los responsables de la revolución se consideraban asistidos por el «sagrado derecho a la insurrección» contra las autoridades. 

El nuevo gobierno fue constituido con el general Mariño, como jefe superior; el general Briceño Méndez, como secretario general; el general Diego Ibarra, como comandante de armas de Caracas; y el comandante Pedro Carujo, promovido a general, como jefe de las tropas.

Restituyen el hilo Constitucional

El general Páez, quien estaba alejado del gobierno, tras la derrota de Carlos Soublette en las elecciones presidenciales de 1834, al enterarse del infausto suceso, sale el 15 de julio de 1835 desde su hacienda en San Pablo hasta Caracas, en auxilio de las autoridades destituidas.

Su alto prestigio militar y su gran popularidad le permiten, al pasar por Valencia, Maracay y La Victoria, reclutar milicianos armados. Igualmente incorpora parte de las tropas que, al mando del general José Laurencio Silva, habían sido despachadas desde Caracas para combatirlo y reducirlo. 

Cuando las tropas al mando de Silva, hombre fiel a Bolívar, vieron a Páez, se formaron, se pusieron firmes y al unísono lo reverenciaron con el saludo marcial. El viejo caudillo llanero, adversario de Vargas, no tuvo que disparar un solo tiro, y aceptando la reverencia, invitó a los soldados a seguirlo para restablecer el gobierno legítimamente electo.

Entró en Caracas el 28 de julio luego de más de 200 kilómetros de recorrido. La ciudad se mostraba desértica, había sido desalojada por los rebeldes. Páez Reunió entonces al Consejo de Gobierno, y le encarga el Poder Ejecutivo al general José María Carreño, mientras una comisión es enviada a Saint Thomas para traer de vuelta al presidente José María Vargas y al vicepresidente Narvarte. El 20 de agosto de 1835, Vargas recuperó la primera magistratura de la República. 

Derrotada la conjura

El general Santiago Mariño y sus compañeros se refugiaron en el oriente del país, amparados por Monagas. No obstante, la capacidad militar de los reformistas se fue debilitando. En noviembre, la región oriental quedó pacificada. 

Mediante un decreto dictado por Páez en el sitio de la Laguna de Pirital, el 3 de noviembre de 1835, los principales jefes de la revolución quedaron indultados. 

El patíbulo no perdonó la demora

Los conspiradores reducidos en Barquisimeto fueron sentenciados a la pena capital en un juicio sumario. El 28 de diciembre de 1835, fueron conducidos al muro sur de la iglesia frente a la antigua Plaza Altagracia para ser fusilados por traición y sedición.

Eran ocho en total: Los comandantes Lorenzo Álvarez Mosquera, Juan Santiago Torrealba y Pedro Hurtado Anzoátegui; Antonio Díaz, Félix Linares, José María Vásquez y los hermanos Mármol, todos habían servido en casi todas las campañas de la Guerra de Independencia suramericana.

El presidente Vargas había firmado, por intermedio de la Corte de Justicia, la suspensión de las ejecuciones para los conspiradores, la cual fue aprobada en Caracas el día 26 de diciembre, pero debido a la distancia, el perdón llegó el 31 de ese mes, cuando ya el castigo había sido perpetrado. Las crónicas atestiguan, que este correo había sido retenido en Cabudare “por personajes influyentes de esta ciudad” hasta días posteriores a la ejecución.

Un grupo de irreductibles, bajo el mando de Pedro Carujo, ocupó la plaza de Puerto Cabello, declarándolo en estado de sitio para diciembre de aquel año. Páez se colocó al frente de los combates y, durante una salida, Carujo fue herido y tras ser capturado fue enviado a Valencia, en donde falleció poco después a consecuencia de la herida que había recibido. 

Continuó el sitio de Puerto Cabello, mientras Maracaibo era sometida por las fuerzas del gobierno el primer día del nuevo año de 1836. Con la rendición de Puerto Cabello en marzo de 1836, terminaba la contienda armada.


Fuente: Fuente: Eliseo Soteldo. Anotaciones históricas de la ciudad de Barquisimeto. 1801–1854. Tipografía Aguilera. Barquisimeto, 1901.

Boletín 41 de la Academia Nacional de la Historia. pág. 147, año 1958.

Catalina Banko. Poder político y conflictos sociales en la República Oligárquica, 1830-1848. Caracas: Universidad Santa María. 1986

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