Vía Derecha Diario
La incursión de las empresas del Estado chino en Brasil se acrecentó dramáticamente desde que Lula da Silva se hizo cargo del Gobierno en enero del año pasado. La gigante estatal State Grid adquirió derecho durante 30 años para desarrollar servicios de electricidad en el sureste de Brasil.
La administración socialista de Brasil encabezada por el presidente Lula da Silva le abre de par en par las puertas de entrada a las empresas del Estado chino. Pese a que el país no suscribió formalmente (al menos por ahora) a los acuerdos por la Iniciativa de la Franja y la Ruta, lo cierto es que se comporta como si lo hubiera hecho de todos modos.
Las empresas controladas por el régimen de Xi Jinping adquieren cada vez más poder e injerencia en los sectores de inversión más atractivos de la economía más grande de sudamérica.
La gigante State Grid Corporation of China ganó la mayor subasta que se haya hecho alguna vez en la historia de Brasil, a partir de la cual adquirió derechos de explotación de servicios de transmisión de electricidad en el sureste de Brasil por un plazo de 30 años. Tendrá el control directo del suministro de energía para Brasilia y San Pablo respectivamente.
Esta operación sólo pudo ser posible gracias al visto bueno de la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (ANEEL), ahora con una fuerte bajada de línea desde el oficialismo. La entidad reguladora intercedió a favor de China, y deliberadamente en contra de todos los participantes restantes en la licitación. La subasta estableció una serie de restricciones por tipo de tecnología para beneficiar a las empresas chinas.
Esta empresa es administrada principalmente por la dictadura de Xi Jinping, ya que la Comisión de Administración y Supervisión de Activos Estatales (SASAC) mantiene hasta el 91,7% de su paquete accionario. Asimismo, es la firma de distribución y energía eléctrica más importante de China, llegando a representar una cobertura superior al 88% del territorio del país.
La compañía tendrá bajo su control a una importante parte de la infraestructura eléctrica de Brasil, con lo cual el resultado es similar a los postulados establecidos en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, en donde las empresas chinas suelen trazar proyectos de inversión en infraestructura a cambio de garantías y plazos de concesión generosos.
A diferencia de las empresas del sector privado y de cualquier otro país, las empresas estatales de China no siempre obedecen criterios de eficiencia y cuanto menos de mercado, sino que por el contrario respaldan las directoras del Gobierno central (y en última instancia del Partido Comunista).
Si la licitación hubiera sido ganada por cualquier otra empresa privada, posiblemente se habría trazado un sendero de inversión de largo plazo, independientemente de los cambios de signo político en el país.
Pero como las empresas estatales de China responden también a criterios geopolíticos, un eventual cambio de signo político en contra del actual oficialismo (por ejemplo favorable al espacio de Bolsonaro) podría ser perjudicial tanto para la inversión como para el suministro de energía que provea la compañía State Grid.