Vía DW
La prensa alemana se centra en la suspensión del Tribunal Supremo Electoral de las primarias de Venezuela que ganó la opositora María Corina Machado.
El rotativo alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, de Fráncfort del Meno, informa sobre lo acontecido en las recientes elecciones primarias celebradas en Venezuela:
«La celebración de elecciones presidenciales libres el próximo año vuelven a ser una perspectiva lejana en Venezuela. El Tribunal Supremo Electoral del país dictaminó el lunes la suspensión de los resultados de las primarias organizadas por la oposición y todo el proceso preelectoral.
Las elecciones primarias del 22 de octubre de 2023, realizadas por los partidos de la oposición sin apoyo estatal y en las que participaron más de 2,3 millones de venezolanos, dieron como clara vencedora a la opositora María Corina Machado.
(…) Debido a supuestas irregularidades durante su mandato como miembro del Parlamento, el poder judicial venezolano, que es una extensión del Gobierno, le prohibió ocupar cargos públicos durante 15 años.
En su fallo, el Tribunal Supremo Electoral citó las pesquisas en curso que está llevando a cabo la Fiscalía General de Venezuela, que anunció la semana pasada que estaba investigando las elecciones primarias y a los miembros de su comisión organizativa por violaciones electorales, delitos financieros y conspiración».
«En Maduro no se puede confiar»
Así titula el diario suizo Neue Zürcher Zeitung un trasfondo dedicado al contexto en que se produjo la anulación de las primarias de Venezuela, un hecho que, según el rotativo, era previsible dados los antecedentes del Gobierno de Maduro:
«El 17 de octubre, el Gobierno venezolano y la oposición acordaron, bajo mediación estadounidense, celebrar elecciones presidenciales en la segunda mitad del próximo año. Las últimas elecciones de 2018 fueron boicoteadas por la mayoría de la oposición, porque sus principales candidatos no fueron admitidos.
El Gobierno del presidente Maduro prometió que se permitiría participar a todos los candidatos ‘calificados’. También se aceptarían misiones de observación internacionales, incluidas las de la UE y la ONU. Además, los presos políticos tendrían que ser liberados. Después de todo eso, Estados Unidos anunció la guinda del pastel para Maduro: una flexibilización de las sanciones, en particular un permiso para las transacciones financieras con el sector del petróleo y el gas venezolano durante seis meses.
Este acuerdo, o bien es ingenuo o bien una señal de que, ante la escasez de suministro debido a la guerra en Ucrania, los estadounidenses dan prioridad a las entregas de petróleo de Venezuela sobre la lucha contra la dictadura de Maduro.
Durante siete años, el hombre fuerte de Venezuela ha frustrado elecciones y referendos democráticos. Creer que Maduro ahora permitirá elecciones justas en un momento en el que ha reconsolidado su poder sobre Venezuela y puede contar con el aumento de los precios del petróleo debido al conflicto en Medio Oriente, parece ingenuo.
Todavía no se había secado la tinta del acuerdo, cuando las verdaderas intenciones del autócrata empezaron de nuevo a emerger. Los representantes del Gobierno explicaron rápidamente que la ‘admisión de candidatos calificados’ no significaba que fuera a permitirse la postulación de los principales representantes de la oposición, a quienes se había prohibido ocupar cargos públicos durante muchos años.
La falta de voluntad de Maduro para permitir una elección competitiva fue inequívocamente evidente en las elecciones primarias de la oposición el 22 de octubre. El Gobierno saboteó completamente la votación. A la oposición se le prohibió utilizar los edificios públicos. A la radio y la televisión no se les permitió informar sobre el tema y la empresa estatal de telecomunicaciones bloqueó el sitio web que mostraba a los venezolanos el colegio electoral más cercano».