Por Marcos Colombo en Infobae

El régimen bloqueó el paso a las candidatas opositoras de consenso y ya comenzó con su parafernalia de recursos para distraer la atención de una sociedad desanimada camino a los comicios presidenciales del 28 de julio

Tras mantener la proscripción sobre la candidata ganadora de las primarias opositoras, María Corina Machado, y la reemplazante propuesta por la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), Corina Yoris, Nicolás Maduro lanzó su parafernalia de campaña camino a la farsa electoral del próximo 28 de julio.

Marcado siempre por su retórica belicista de lucha constante por el poder, se despliegan estrategias propagandísticas que buscan moldear la percepción pública y mantener el control del régimen.

En este contexto, eventos recientes como el arresto del ex ministro de Petróleo Tareck El Aissami por acusaciones de corrupción, el relanzamiento de la serie animada “SuperBigote” protagonizada por el propio Nicolás Maduro y el anuncio de un reality show, llamado “Factor M”, para elegir el jingle de su campaña de reelección, son algunas de las estrategias de propaganda política que lanzó el régimen para lavar su desgastada imagen e intentar distraer la atención nacional e internacional sobre la crisis interna y el incumplimiento de los acuerdos como de Barbados.

Estas acciones revelan las tácticas desesperadas empleadas por el chavismo para mantenerse en el poder y controlar la narrativa pública.

El encarcelamiento de El Aissami

Tareck El Aissami, ex ministro de Petróleo de Venezuela y figura prominente dentro de la “revolución bolivariana”, ha sido detenido bajo acusaciones de graves delitos de corrupción, en un momento crítico para el país que se encamina a elecciones presidenciales el próximo 28 de julio.

Esta operación, descrita por el fiscal general del chavismo, Tarek William Saab, como parte de una campaña incesante contra la corrupción, también ha implicado a otras figuras clave como el ex ministro de Economía y Finanzas, Simón Alejandro Zerpa, y el empresario Samark José López.

Las acusaciones incluyen traición a la patria y legitimación de capitales, entre otros, con penas que podrían ascender a 30 años de prisión.

La detención representa una suerte de propaganda anticorrupción en medio de un escenario electoral. Vladimir Padrino López, en un comunicado emitido por el Ministerio de la Defensa, ha respaldado firmemente estas acciones, subrayando el compromiso de las Fuerzas Armadas con “todas las acciones que viene ejecutando el Gobierno bolivariano” en este frente. Este respaldo castrense señala la continuidad por la que apuesta la cúpula militar para que Maduro siga atornillado en el Palacio de Miraflores.

“Continuaremos acatando estrictamente los lineamientos y órdenes del ciudadano Nicolás Maduro Moros”, afirmó Padrino, marcando así una posición clara del estamento militar.

La caída en desgracia de El Aissami, quien además fue vicepresidente Sectorial de Economía y gobernador del estado Aragua, ha desatado un amplio debate en el país y a nivel internacional. No solo por el impacto en la estructura de poder del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) sino también por las implicaciones que podría tener en el ámbito electoral, donde Maduro busca una tercera reelección consecutiva.

Este hecho ha generado especulaciones sobre un posible proceso de “limpieza de imagen” antes de los comicios, según apunta el senador estadounidense Marco Rubio, quien considera las detenciones como una estrategia del régimen.

Según Rubio, este movimiento estratégico ocurre en un contexto donde se anticipan elecciones en Venezuela, lo que incita análisis y especulaciones dentro y fuera del país suramericano.

Marco Rubio, a través de su cuenta en la red social X, señaló que “le dan la espalda a cualquiera cuando menos lo esperan”, haciendo alusión a la posible motivación detrás de las detenciones. Esta declaración sugiere una falta de lealtad y predictibilidad por parte del régimen de Maduro hacia sus propios integrantes y aliados. Además, el senador estadounidense advirtió que estos sucesos deberían ser tomados como una “alerta roja” por parte de los militares venezolanos, insinuando una potencial inestabilidad o cambios significativos dentro de las fuerzas armadas y el régimen.

La historia política de Venezuela ha demostrado la importancia del apoyo militar para la sostenibilidad de los gobiernos. Por ello, cualquier indicio de descontento o cambio en la lealtad de las fuerzas armadas puede tener consecuencias significativas para la estabilidad del país.

La trama de corrupción, que podría superar los 16.000 millones de dólares según estimaciones independientes, ha tocado las fibras más sensibles de la sociedad venezolana.

Como parte de la estrategia de propaganda iniciada por el régimen de cara a las elecciones, la cobertura mediática de la detención ha sido extensa, con los canales del Estado como Venezolana de Televisión transmitiendo imágenes del momento de la aprehensión y Saab calificando a los detenidos de “canallas” que perpetraron “operaciones petroleras ilegales”.

Pero… ¿quién es El Aissami?

Tareck El Aissami, de 49 años y sancionado por Estados Unidos, fue hombre de confianza de Nicolás Maduro, de quien incluso llegó a ser su vicepresidente (2017-2018), y de su antecesor, el difunto Hugo Chávez, período durante el cual ocupó el Ministerio de Relaciones Interiores.

En abril de 2020 fue designado ministro de Petróleo y en marzo de 2023 renunció al cargo argumentando que lo hacía en virtud de las investigaciones “que se han iniciado sobre graves hechos de corrupción en PDVSA” y con el objetivo de “apoyar, acompañar y respaldar totalmente este proceso”. Desde entonces su paradero era desconocido: no volvió a aparecer en público ni en redes sociales, por al menos un año, hasta que el fiscal de Maduro lo mostró en una foto esposado y escoltado por dos funcionarios con el rostro cubierto.

Estados Unidos ofrecía 10 millones de dólares por su captura. En 2014 Robert Morgenthau, fiscal del distrito de Nueva York, aseguró que El Aissami le facilitó la obtención de pasaportes venezolanos y la naturalización a miembros de organizaciones terroristas como Hamas y Hezbollah.

En 2015, el ex gobernador Rafael Isea se habría convertido en testigo protegido de la fiscalía en EEUU y habría declarado que El Aissami recibía sobornos de narcotraficantes para facilitar el envío de estupefacientes desde Venezuela para el mundo.

En 2017, el Departamento del Tesoro de EEUU lo incluyó en la lista OFAC (Oficina para el Control de Activos Extranjeros). En marzo de 2019, siendo ministro de Industria, fue acusado en una corte de Nueva York de violar la ley de capos extranjeros de la droga, según dijo en ese momento el fiscal federal de Manhattan. “Ha usado su posición de poder para involucrarse en el narcotráfico internacional”, dijo por su parte Ángel Meléndez, agente especial del Departamento de Seguridad Nacional.

El 31 de julio de 2019, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas norteamericano (ICE) incluyó a El Aissami en la lista de los más buscados porque habría favorecido actividades ligadas al narcotráfico.

El Centro para una Sociedad Libre Segura (SFS, por sus siglas en inglés), organismo con sede en Washington que estudia temas de seguridad y defensa, denunció que Tareck era el puente entre Venezuela y los extremistas de Medio Oriente, y que habría facilitado documentos a los terroristas mientras estuvo al frente del Ministerio de Interior, entre 2008 y 2012, y habría creado una red de lavado de dinero para encubrir el financiamiento de esos grupos. “Tiene redes que atraviesan Irán, Irak, Siria, Líbano y Jordania”, precisó el director del SFS que condujo la investigación.

El regreso de “SuperBigote”

Dentro de la misma estrategia propagandística emprendida por el régimen de cara a las elecciones de julio, Maduro ha revelado a través de su cuenta oficial en la red social X un nuevo episodio de la serie animada “SuperBigote”, donde es protagonizado como un “héroe de cómic”.

En dicha animación, Maduro transmite un mensaje directo a su electorado: “El candidato eres tú, es el hombre y la mujer de a pie, es el pueblo venezolano”, buscando generar un vínculo emocional con los votantes.

Maduro publicó un nuevo episodio de «SuperBigote» con vistas a las elecciones

La serie “SuperBigote” es a todas luces una herramienta de propaganda política que Maduro utiliza para reforzar su deteriorada imagen ante los ciudadanos.

Según las palabras del personaje que representa al dictador en la caricatura, la victoria se presenta como un hecho casi asegurado: “Este 28 de julio vamos a volver a ganar porque para nosotros, cuando inicie la campaña electoral, será una fiesta de alegría y felicidad”.

El episodio de un minuto y quince segundos de duración no solo destaca la figura de Maduro como un supuesto “defensor” del pueblo sino que también incluye declaraciones de apoyo por parte de personajes animados, que buscan emular las voces de la ciudadanía. “Yo estoy aquí por ustedes. Yo no soy el candidato, el candidato es cada uno de ustedes y vamos a seguir construyendo la prosperidad, la igualdad y la felicidad del pueblo venezolano”, afirma el personaje de Maduro.

A lo largo del episodio, se pueden apreciar distintas manifestaciones de respaldo hacia la figura de Maduro, como un joven que asegura: “Yo apuesto por Nicolás”, y una joven que expresa: “Maduro, creemos en ti”. Estas inserciones buscan no solo aumentar la cercanía con el electorado sino también alterar la percepción de un apoyo generalizado hacia su deficitaria gestión.

La utilización de plataformas digitales y contenidos multimedia como parte de las estrategias de campaña electoral no es una novedad; sin embargo, la apuesta de Maduro por consolidar su imagen a través de una caricatura donde se le idealiza como “héroe”, destaca como una táctica singular dentro del ámbito político venezolano. Esta maniobra refleja no solo la intención de persuadir y manipular al electorado de una manera burda sino también de influir en la narrativa pública en torno a su figura muy al estilo soviético.

“Factor M”, el reality show de Maduro

En esta misma línea propagandística, el régimen anunció el lanzamiento de “Factor M”, un reality show concebido para seleccionar las canciones oficiales de la campaña de reelección de Nicolás Maduro. Este vergonzoso concurso, que demuestra la falta de creatividad, al ser una suerte de parodia del concurso internacional “Factor X”, anunciado por acólitos del chavismo, será transmitido todos los domingos por la noche desde el 28 de abril hasta el 15 de junio en el canal estatal VTV, que se sostiene con los recursos de todos los venezolanos, incluso, aquellos que no apoyan el régimen, y que culminará con un evento en el Poliedro de Caracas.

Camila Fabri, esposa de Alex Saab, quien fuera señalado como testaferro de Maduro, es laencargada de la producción del programa. El anuncio del reality lo hizo Winston Vallenilla, diputado y presentador chavista.

El jurado, que evaluará las presentaciones está compuesto por artistas simpatizantes del chavismo como Omar EnriqueOmar Acedo y “El Potro” Álvarez.

Winston Vallenilla dijo que el premio de tal competición consta en “acompañar al presidente de la república durante toda esta campaña histórica”.

Vamos a tener unos cuatro, cinco participantes por cada edición del programa, que van a estar presentando sus propuestas de tema para la campaña del presidente Nicolás Maduro”, dijo Vallenilla.

La iniciativa de “Factor M” evidencia el uso de los recursos públicos para beneficiar a Maduro en su estrategia propagandística, que a su vez, juega un efecto distractor ante los diversos problemas que enfrenta la población. Asimismo busca tapar el reclamo ciudadano por la inhabilitación de María Corina Machado, quien fue ampliamente respaldada en las elecciones primarias del año pasado para representar a la oposición en los comicios presidenciales, pero que, violando los acuerdos de Barbados e irrespetando el diálogo con EEUU, el régimen ha decidido dejarla fuera de la participación electoral, pero sí se destinará a usar los recursos de quienes la apoyan para limpiar su desmejorada imagen política con diversas estrategias de propaganda.