“En 2028 llevaremos los primeros mamuts al Ártico”.
Parece que los dinosaurios son inalcanzables mientras necesitemos su ADN para devolverlos a la vida. Nos quedan demasiado atrás en el tiempo. Pero otras especies extintas más recientes nos lo ponen más fácil, sobre todo aquellas de las que hemos encontrado restos congelados que han preservado a este tipo de ejemplares de manera excepcional. Dentro de este grupo, el mamut lanudo (Mammuthus primigenius) es el que despierta mayor interés general y, por ende, mayor atención por parte de los investigadores y científicos que estudian la genética y sus posibilidades.
Por: Fran Navarro – Muy Interesante
A pesar de las advertencias que tenemos en forma de películas de ciencia ficción, el ser humano sigue jugando a ser Dios. La afirmación que abre este artículo salió de George Church, profesor de Genética en la Escuela Médica de Harvard, fundador del Instituto Wyss de Biología Sintética e integrante de Colossal, una empresa estadounidense especializada en genética que acumula una importante suma de millones de dólares para resucitar al mamut lanudo. Church habló de sus avances en una entrevista para “XLSemanal” con algunas declaraciones que pueden parecer una locura a todo el que no esté muy familiarizado con los últimos avances en ingeniería genética.
Intentos fallidos
Ya se han llevado a cabo otros procesos de desextinción o intentos de repoblación y recuperación de ecosistemas extintos. En Palencia existe un proyecto que pretende recuperar el bisonte de Altamira a partir de una docena de ejemplares rescatados del este de Europa. Varios científicos y paleontólogos, además de advertir que no se trata de la misma especie que fue inmortalizada en las pinturas de Altamira, desaconsejan que estos bisontes pasen de vivir en cautividad al estado silvestre, pues no están adaptados a las temperaturas actuales en la península ibérica y supondrían un choque importante contra el equilibro del ecosistema actual en la cornisa cantábrica. En 2003 ya se intentó recuperar al bucardo, una especie de cabra montesa extinta, pero el ejemplar murió a los pocos minutos de nacer. Hasta los nazis intentaron resucitar al uro, el toro gigante antepasado del ganado actual.
Con todo, Colossal continua su imparable avance hacia un objetivo claro: repoblar Siberia de mamuts, donde resistieron los últimos ejemplares hasta hace unos 3700 años, la misma especie que 6000 años antes ya había desaparecido de la región continental de Eurasia más habitada por el ser humano. Church y su equipo tienen claro el método:
“Estamos desarrollando un híbrido de elefante asiático, en peligro de extinción, y de mamut lanudo, una especie ya extinguida, combinando los genomas de ambos; el del mamut, a partir de restos fósiles conservados en el hielo. Ya tenemos un método para realizar un gran número de ediciones en el ADN. Y estamos viendo qué partes retocar primero”.
Consecuencias de devolver a la vida a un animal extinto
Como se ha mencionado, traer de vuelta a la vida a una especie extinta podría acarrear importantes problemas medioambientales. Sin embargo, Colossal insiste en que lo tiene todo bajo control y que incluso podrían ayudar a reducir los efectos del cambio climático:
“La idea es aunar la recuperación de especies con la protección del medioambiente. Los mamuts crearon su propio ecosistema hace un millón de años. Una estepa de pastizales que se extendía por casi toda Eurasia y que controlaba el clima a nivel mundial. Los elefantes pueden hacer algo similar: pisotear el terreno y crear una alfombra de pasto que proteja el permafrost, la capa de suelo congelado que se está derritiendo por culpa del calentamiento global. En algunos lugares, el carbón atrapado en el permafrost tiene 500 metros de espesor. Si se derrite, saldría al exterior. Para evitarlo, lo más conveniente es la hierba, que refleja mejor la luz del sol, lo que contribuye a disipar el calor”.
Resulta obvio que los problemas tecnológicos que encuentren por el camino serán superados. Pero los problemas morales y los peligros que se podrían dar generan más incertidumbres y desata la polémica. Básicamente estamos llegando a la realidad en la que toca hacerse las mismas preguntas que el doctor Ian Malcolm se plantea en la ficción de “Parque Jurásico”. De hecho, la película de Spielberg sirve para prevenir y advertir a los científicos. Según George Church:
“Uno de nuestros objetivos es educar a la gente con algo que les resulte emocionante. Y eso era lo bueno de Parque Jurásico. Lo malo ya sabemos lo que fue, y nos puede ayudar a no cometer los mismos errores […] A mí me encantan las historias de ciencia ficción, incluso si acaban mal, porque nos ayudan a ver los riesgos, aunque a ningún científico le gusta aparecer como el malo de la película”.