No hizo falta convocar un congreso, ni una convención nacional, ni otra romería blanca, pero los adecos que aún quedan en el país (aunque sea en un número más bien cabalístico) se han reunificado para apoyar la candidatura de María Corina Machado a las elecciones primarias y, consecuentemente, a la presidenciales.

En otras palabras que, un acontecimiento más taumatúrgico que político que tiene sin habla ni posibilidad de gestos polisémicos al ambiguo, Henry Ramos Allup y que en lo que se refiere a la retrovanguardia de analistas, politólogos y comunicadores emblemáticos del Interinato, si no los ha forzado a guarecerse en el silencio, si los tiene dando vueltas por la guerra rusa-ukraniana, por los enigmáticos acercamientos entre Maduro y Petro y sucesos que traen nuevas cargas sísmicas para la región como la posible elección del neoliberal, Javier Milei, como presidente de Argentina en las presidenciales del 22 de octubre próximo.

Pero en lo que se refiere a conmociones propiamente nacionales, a sacudones que ya deberían estar encabezando la recuperación de tanto tiempo perdido tras de Leopoldo López, Juan Guaidó y el Interinato; de las movilizaciones que desde comienzos de año vienen apoyando a María Corina Machado para las elecciones primarias, de esas… NADA, como si se tratara de un enigma que precisara de mucho tiempo para auscultar las razones que atraen a casi el 70 por ciento del electorado nacional hacia una candidata que jamás las preferencias nacionales, en circunstancias parecidas, permitieron que traspara el tercer lugar.

Algo muy rompe olas y parte ciclos sucede entonces en la política venezolana, que en muchos sentidos se aleja del dictum socialdemócrata que arrancó el 23 de enero de 1958, se alargó por largos 40 años y fue pulverizado por Chávez cuando asaltó el poder el 4 de febrero de 1999 y durante el cuarto de siglo siguiente ha enfrentado a herederos de la también llamada democracia puntofijista, con una narcopandilla de militares y civiles que, a través de un modelo híbrido que combina socialismo con capitalismo, democracia con militarismo y balas con votos, ha desalojado del país a 7 milones de ciudadanos y a su territorio de autoridades y fuerzas militares que los defiendan.
Anotemos que María Corina Machado no es un sujeto inadvertido, ni una presencia llegada por azar a esta lucha, sino que el 2004 aparece entre los fundadores de “SÚMATE”, una ONG especializada en hacer seguimientos a procesos electorales dotados de tecnología digital y que, en el “caso venezolano”, llega a establecer que la empresa “Smarmatic” -a la cual el gobierno chavista concede el contrato para realizar el proceso electoral y dar los resultados-, es financiada por la dictadura chavista y recibe todo el soporte para proverse de equipos y técnicos que al final deciden quien gana o quien pierde elecciones.

Es, entonces, desde SÚMATE que María Corina empieza a “politizarse”, a descubrir y denunciar que la “democracia” chavista no es otra cosa que una “dictadura electoralista” y se hace necesario, urgente, denunciarla nacional e internacionalmente para iniciar una batalla que concluya derrocándola.

Tras esta idea María Corina se separa de SÚMATE en el 2009 y en el 2010 funda un partido, una organización política, “Vente Venezuela”, con el cual recorre hoy toda Venezuela, la tiene secundándola en su guerra y la mantiene encabezando las encuestas para ser la candidata unitaria de la oposición en las elecciones presidenciales del 2024.
En otras palabras que, un primer punto de llegada en una carrera de largos 13 años que le han permitido ser diputada, encabezar junto con lo Leopoldo López y Antonio Ledezma la movilización nacional que se llamó “La Salida”, evaluar lo que el régimen conoce “por diálogos”, la confusión que, progresivamente, va colocando a la oposición en una situación de desgate que la llevará al día en que no podrá reconstruirse y, lo que es más importante, al hecho de que si es la dictadura la que impone la agenda de los encuentros y desencuentros, entonces llegará el día en que la oposición no será necesaría.

Y esta Venezuela empezó a enseñar su rostro a partir del 2018, cuando Maduro se autoelige para un segundo período, las calles son barridas de manifestaciones opositores y, tanto dentro, como fuera del país, cunde el sentimiento de que la dictadura de inspiración narcocastrista y hermanada al “Crimen Organizado Internacional”, llegó para quedarse.

Hay un respiro en esta marcha dolorosa por la “Calle de la Amargura” y es el 5 de enero del 2019, cuando la fracción de “Voluntad Popular”, a la cual le tocaba presidir durante el año que comenzaba la AN, decide que el presidente electo, Juan Guaidó, llame al país a aceptar el Poder Legislativo como el otro brazo de la Constitucionalidad que puede pedirle cuentas al Ejecutivo y obligarlo a respetar la Carta Magna, convirtiéndose de hecho en un gobierno paralelo, lanza una carta que el país acepta y por la cual lucha por lo menos durante año y medio respirando el fin, o el comienzo del fin, de la más monstruosa dictadura que conocido Venezuela.

Pero al final el “Interinato” (que así empezó a llamarse el gobierno de Guaidó) no resultó otra cosa que los diálogos y negociaciones frustradas de siempre, dos intentos frustrados de golpe de Estado, un intento de invasión y un despilfarro de unos 5 mil millones de dólares que le tocaron administrar a sus altos funcionarios como representantes de una administración constitucional que se preparaba a gobernar todo el país.

Cuesta escribirlo, pero no hay dudas que nos encontramos ante una suerte de crucifixión de la oposición que, heredera o sucesora de la de los 40 años, o puntofijista, revela, después de varios intentos, que no puede derrotar el castrochavismo, que no puede evitar y revertir la destrucción de Venezuela y debe pasarle el mando o la batuta a otros líderes que sean los que asumen el desafío de derrotar a Maduro y llevarlo a la cárcel, el exilio o el cementario.
Afortunadamente, María Corina Machado, que ha hecho parte de esa oposición pero bajo la protesta y rechazo de Henry Ramos, Henrique Capriles y Julio Borges que la descalifican como “oligarca, neoliberal, ficha del imperilismo yanqui y enemiga del pueblo” está disponible, sin hacerse cómplice de políticas opositoras confusas y corruptas, y, reconocida, estimada y respetada por los hombres y mujeres que no abandonan Venezuela y la saludan, bien en sus actos públicos, en los mercados o, sencillamente, en la calle.

Es un rostro y una voz con una sola obsesión: sacar de Miraflores a la pandilla de malvivientes cuya única preocupación es repartir las riquezas del país entre sus compinches (Díaz Canel, Daniel Ortega, los guerrilleros disidentes de las FARC y el ELN, los malandros que se preparan a suceder a Correa en Ecuador, al cocalero Evo Morales, o lo que pueda tirarle a Lula y a Cristina Kirchner que se prepara a dejar el poder en Argentina inmensamente rica.

Sabe María Corina -y lo demuestra- que el pasado no sirve sino para no repetirlo y así, haciendo “tábula rasa” con los 40 años, los 24 y los que espera no vuelvan a suceder, habla de una Venezuela recién reconstruída, recién lanzada a la reconquista de su libertad y su democracia para dirigirse a una cita que la está esperando: con el siglo XXI.

Tampoco merodean por sus discursos Henry Ramos, Capriles, Borges, López, Rosales y demás congéneres.

Pero sí el pueblo adeco, los hombres y mujeres que no olvidan que vienen de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Leonardo Ruiz Pineda, Carnevali, Pinto Salinas y están llamados -más que ningunos otros venezolanos-, a darle su apoyo, a acompañarla en esta zaga que no tiene paralelos en el país, pero que triunfará, como triunfaron los jóvenes del 28, los del 45, los que lucharon contra la dictadura de Pérez Jiménez y plantaron las banderas de la democracia.

Están por aquí Paulina Gamus, Héctor Alonzo López, Alfredo Coronil Hartmann, Luís José Oropeza y tantos otros que el tiempo ni el fragor de una batalla que no puede perderse, no permite mencionar.

¿María Corina adeca o los adecos transformados en militantes de “Vente Venezuela”?

Una o las dos cosas, pero lo cierto es que los odios de la dictadura castrochavista se están apagando.