En el escenario político de Venezuela Rafael Poleo es un periodista con la fama bien ganada de intrépido y corajudo. Joven ya había hecho un buen recorrido profesional que luego desandó para aposentarse en ese amplio territorio criollo de la medianía intelectual. No obstante, goza de relevancia y mérito. Se bate con ventaja en el muladar de la política venezolana y, si bien no ha salido siempre limpio, ha sobrevivido gracias al atrevido uso de sus medios de comunicación con los que ha tratado de mantener a raya a sus enemigos.
Para Poleo, la polémica, el escándalo y el insulto, incómodo para muchos, es la arena donde danza con soltura y hasta con gracia porque cree en esa prédica que los gringos encapsulan en una frase, no existe eso que llaman ‘mala publicidad’. Bajo ese moto Poleo ha sobresalido, no por sus ideas, que más bien le han causado problemas, sino por una reputación que él utiliza como espada y escudo contra sus enemigos, en ocasiones como un blasón. El caso es que a los pugilistas como Poleo, con mucha testosterona, con frecuencia se enfrentan a un adversario con talento y lo sorprenden con un knockout que los deja sobre la lona por un tiempo. Eso le ha ocurrido a Poleo con frecuencia. La ansiedad de ser macho/macho le nubla las entendederas y sufre las consecuencias. Veamos.
En septiembre de 2016 Pdvsa introdujo una demanda penal contra Rafael Poleo, acusándolo de sabotear una operación de canje de deuda con la cual la estatal intentaba postergar el vencimiento de unos 5.300 millones de dólares en bonos. Eulogio del Pino, entonces presidente de Pdvsa, solicitó medidas cautelares para evitar que obstruyera la transacción publicando que era una “apuesta financiera perdida”. Del Pino alegaba que el diario de Poleo representaba intereses extranjeros. Poleo hubo de separarse del gobierno de Maduro, con el cual había logrado vara alta por su íntima relación con Henry Ramos Allup, quien ha sido muy condescendiente con la autocracia de Maduro y es el autor del desprestigiado dilema opositor “dialogamos o nos matamos” y la conocida y colaboracionista estrategia de “doblarse para no partirse”. Poleo reside ahora en Coral Gables, Miami. Poco después el propio Eulogio del Pino vive un destino peor que el de Poleo, fue puesto en prisión a causa de un embrollo de botín semejante al que viven actualmente El Aissami, su entorno y Pdvsa.
En abril de 2002, empresarios complotados y liderados por Gustavo Cisneros y Pedro Carmona, defenestraron a Chávez reduciendo a escombros todas las instituciones políticas como un medio de adueñarse, no privatizar, la matriz petrolera. En la asonada, Poleo hizo de amanuense a cargo de documentar el breve gobierno de Pedro Carmona. Su hija Patricia fue jefa por varias horas de la Oficina Central de Información, pero antes del golpe, desde Madrid, había anunciado que Pedro Carmona sería el nuevo presidente de Venezuela.
En febrero de 2016, mal informado sobre un supuesto acuerdo petrolero de Maduro con China, Poleo perdió la sindéresis y gritaba así, en mayúsculas, en sus medios: “AHORA ESTA MALDICIÓN DE GOBIERNO AMENAZA CON SOMETERNOS A LA HUMILLACIÓN DEFINITIVA: ENTREGAR PDVSA A LOS CHINOS PARA QUE LA REACTIVEN (…) LLOREMOS CUAL MUJERZUELAS LO QUE NO PUDIMOS DEFENDER COMO HOMBRES”. En 2019, el portal PanAmPost.com acusó a Henry Ramos Allup de un fraude en Pdvsa y Poleo salió en su defensa calificando la acusación de “operación criminal”.
Los amores perros de Poleo con Pdvsa llevan años. Cuesta imaginar que después del estrepitoso fracaso de 2002, Poleo persista en la idea de ubicar a Pdvsa en el organigrama de la Organización Cisneros como una subsidiaria. Con los años y esta obsesión, Poleo ha devenido es lo que se conoce en la era digital como un “ignorante educado”, una identidad que se ha hecho cada vez más patente con la divulgación de las nuevas tecnologías de la información. El filósofo chino Lao Tzu sostenía que hay una gran diferencia entre el hombre que sabe lo que no conoce y el que no sabe que no conoce. Poleo no sabe que no conoce. Está persuadido que sólo el transcurrir de los años lo han hecho más educado y sabio, por eso transcribe sus «cortas ideas» como si estuviera en el paraninfo de una academia dispensando sabiduría. Hace poco se regodeaba en Twitter de lo bueno que es ser viejo para poder decir lo que antes le acobardaba y que ahora puede proclamar sin temores.
En los años 50s, aprendió una forma de insulto al que acude con frecuencia. Los enemigos de Acción Democrática de entonces se inventaron una inclinación maricona de Rómulo Betancourt y de Gonzalo Barrios y la divulgaban por todos los medios clandestinos. En aquella década eso tenía alguna forma de insulto, pero Poleo aún sigue convencido que tiene el mismo impacto de sus años mozos y lo usa rutinariamente para tratar de descalificar a María Corina Machado tildando a su soporte de “maricorinos”.
Con parecida táctica, desde el muladar de Miami chapotea y proclama que María Corina, con la propuesta de privatizar Pdvsa, se había abierto de ‘brazos’ con las corporaciones extranjeras. Poleo indica en Twitter que “la caserina (sic) del maricorinismo no tiene balas argumentales, sino insultantes”, no cae en cuenta que reclama un presunto insulto, profiriendo otro, y de paso con un error gramatical.
Privatizar Pdvsa
En esa ordalía que Poleo se ha impuesto desde hace años para atacar a Pdvsa cuando no le sirve a sus propósitos y defenderla cuando vislumbra lo contrario, no puede ser ahora más inoportuna. El escándalo de El Aissami sólo reitera que es en la médula donde se encuentra la especificidad inmoral de Pdvsa que se inició en los tiempos de Gómez y alcanza su florecimiento cumbre e impúdico en esta autocracia bolivariana. Por dos décadas, Transparencia Internacional ha colocado a Venezuela en la cúspide de los países más corruptos del mundo y en la esencia misma de esta vergonzosa posición subyace la devastada y corrupta Pdvsa.
Culpar al socialismo, al fascismo, a la democracia o al capitalismo para explicar el desparrame de la indecencia bolivariana es injusto. La corrupción en Pdvsa no se asemeja a nada ideológico conocido en la historia de las naciones. Sostener, como los hace Poleo, que «una administración normal de Pdvsa puede recuperarse en tres años», sólo pone de relieve una gran idiocia o un interés maligno. En 1985, Poleo, con una serie de grabaciones como respaldo, probó lo que él llamó «una gran corrupción de alto nivel» en la matriz petrolera entonces bajo la administración, no «normal», sino de extraordinaria e incorruptible competencia presidida por el sacrosanto general Rafael Alfonso Ravard, ínclito monumento de la Democracia. En Pdvsa, el querido y viejo Poleo lo sabe, «una administración normal» es una contradicción en términos.
Cuando los liberales aún se ufanan del éxito de la “apertura petrolera” en contraste con la privatización, hacen un simple ejercicio de hipocresía. Se sabía que la apertura petrolera del gobierno liberal de CAP y el triunvirato de Miguel Rodríguez, Ricardo Hausmann y Moisés Naím, era sólo una primera etapa (testing the waters) una prueba, que habría conducido a una posterior y formal privatización de Pdvsa como se hizo con Cantv, si el “Caracazo” y otros eventos no lo hubiesen desaconsejado.
Poleo se ofusca tanto con Pdvsa que ha revelado una arista ridícula, por lo apasionada: “Y pensar que Machado anuncia que quiere ser presidenta para vender Pdvsa. Tengo que llorar por ti, Venezuela…. Nada peor que vender Pdvsa. Nada. Sin Pdvsa, Venezuela no tiene posibilidad de ser algún día una nación soberana, dueña de su destino”. ¿Cómo explicarle al veterano periodista de Poleo que Estados Unidos no es propietario siquiera de una estación de servicio? ¿Cómo explicarle que China, Alemania, Japón y Corea del Sur, en el vértice del desarrollo industrial, carecen de petróleo?
Es obvio que un mórbido gusanillo petrolero devora las interioridades de Rafael Poleo y la propuesta de María Corina lo irrita. Pero lo que aparentemente más lo sobresalta es que la propuesta la haya hecho María Corina Machado, colocada como está en medio de una dinámica que juega a su favor y le puede abrir las puertas de un renovado liderazgo como no hemos visto en estas dos últimas décadas. Muy probablemente sin primarias, como las descarta es este espacio de El Nacional, con muy buenas razones, el amigo Alfredo García Deffendini.
El otrora zorro de Poleo, ya menos articulado, huele sangre y desesperado acude al viejo baúl de ultrajes, alarmado también por la ostensible debilidad de Carlos Prosperi, el candidato adeco de las primarias impuesto por Henry Ramos. El gobierno, como Poleo, también ha advertido esa dinámica que favorece a María Corina y trata de obstaculizar su campaña como lo demostró este fin de semana en Barquisimeto.
Que una aspirante presidencial con gran potencial , como María Corina Machado, proponga la privatización de la desmadrada cultura corrupta de Pdvsa, no es sólo una idea digna de debatirse, sino audaz y encomiable. Un novedoso esfuerzo de gobernar a Venezuela sin el soporte de la empresa más corrompida e inmoral de todos los tiempos.