Volvo ha publicado un informe analizando las emisiones de carbono totales generadas por un C40 Recharge eléctrico, dependiendo del mix energético e incluyendo el proceso de producción, y comparándolas con las de un XC40 de gasolina.

Por: Híbridos y Eléctricos

El informe pone de manifiesto la importancia del origen de la electricidad para que podamos hablar de una verdadera reducción de las emisiones, no sólo en el centro de las ciudades sino a nivel global (o macro, si se prefiere).

Según los datos de Volvo, producir un C40 Recharge eléctrico genera emisiones un 70% superiores a las de un XC40 de gasolina.

Esto se debe principalmente a la gran huella de carbono que genera la producción de la batería y del acero utilizado en el vehículo, así como a la mayor proporción de aluminio presente en el modelo eléctrico.

Los datos

La fase de «Producción de materiales y refinado» (sin incluir la producción de los módulos de baterías de iones de litio) genera 18 toneladas de dióxido de carbono en el C40 Recharge, casi un 30% más en comparación con el XC40 con motor de combustión, debido principalmente al aumento de materiales del C40 Recharge y a la mayor proporción de aluminio.

Si se incluyen también los módulos de la batería de iones de litio y la fabricación de Volvo Cars (es decir, la producción del carro como tal), las emisiones de gases de efecto invernadero son casi un 70% mayores en el C40 Recharge que en el XC40 de gasolina.

Sin embargo, al incluir las emisiones durante el uso del auto, la huella de carbono total del C40 Recharge es menor frente al modelo de gasolina en cualquiera de los tres escenarios analizados (mix eléctrico global, mix eléctrico UE-28 y mix 100% renovable).

La producción de todos los materiales necesarios y su refinado es responsable de generar 18 toneladas de CO2, un 43% del total del vehículo (si tenemos en cuenta el mix energético de la Unión Europea).

Dentro de este último apartado, la producción del aluminio y el acero es responsable de casi la mitad de esas 18 toneladas (30% y 19%, respectivamente).

Producir los módulos de la batería contribuyen en un 28%, la electrónica y cableado en un 9% y los polímeros en un 7%. Todavía quedan otros materiales a considerar como fluidos (3%), lo que Volvo denomina «otros metales» (2%), el caucho de los neumáticos (1%) o el cobre (1%), que tienen un impacto poco significativo.

La producción de la batería genera 7 toneladas adicionales.

La producción del vehículo en las fábricas de Volvo produce 1,4 toneladas y el tratamiento al final de la vida útil del vehículo genera 0,5 toneladas de CO2, representando una pequeña proporción del total.

Conducir el propio carro durante 200.000 kilómetros genera entre 0,4 y 24 toneladas de CO2 dependiendo del mix energético.

Por esa razón, el punto de ruptura -el momento en que el SUV eléctrico comienza a compensar sus emisiones de CO2- es diferente según el mix energético utilizado.

Si la electricidad proviene de energía eólica, el C40 Recharge empieza a ser menos contaminante que el XC40 de gasolina después de recorrer apenas 49.000 kilómetros. Con el mix energético actual de la Unión Europea, la cifra anterior asciende a 77.000 kilómetros. Con el mix energético global, el SUV eléctrico necesita 110.000 kilómetros para ser «rentable» a nivel medioambiental.

Volvo Cars aspira a una fabricación neutra en emisiones de carbono en todas sus fábricas para 2025. En la actualidad, todas las plantas europeas de Volvo Cars funcionan con un 100% de electricidad limpia, mientras que su planta de Torslanda, en Suecia, es totalmente neutra desde el punto de vista climático. En el resto del mundo, sus plantas de Chengdu y Daqing, en China, también funcionan ya con electricidad baja en emisiones de carbono.