Por Naky Soto

Henrique Capriles se retira de la Primaria a dos semanas de la elección. Usó como excusa una inhabilitación política injusta, que conoce desde 2017, y que de ser su variable transversal, debió haberla considerado incluso para postularse como el candidato de su partido. Pero Capriles decidió competir contra las aspiraciones de otros líderes de Primero Justicia, y ganó, bajo la convicción de que es un líder conocido a nivel nacional, por lo que hacer campaña a su favor no requeriría tanto presupuesto, sólo tenían que actualizar sus competencias, reconvertido en padre y supuestamente capaz de generar acuerdos con otros factores políticos.

Usar la inhabilitación como excusa produce tres graves consecuencias: el aval a una arbitrariedad con la que el poder elige a quienes estima deben ser sus competidores (sólo por la baja probabilidad de apoyo popular, es decir, el poder elige a los que seguro perderán); posibilita una cuestionable base ‘moral’ para exigirle al resto de los inhabilitados retirarse como ya lo hizo él (acusando desprendimiento), porque se supone que con eso abrirán el compás para que quién resulte electo en la Primaria sí pueda inscribirse en la elección presidencial; y deja (una vez más), de desafiar al poder, normalizando lo que no debe aceptarse, entregándose antes de tiempo.

Para cualquiera es costoso admitir que su candidatura no levantó, que por eso no pudo sumar los recursos necesarios para dinamizarla y que antes de perder dramáticamente en la Primaria, es más gentil consigo mismo retirarse. Hay muchas maneras de decir estas cosas, y admitirlas hubiese levantado su credibilidad y repotenciado su rol dentro de la causa democrática.

Pero retirarse a dos semanas de la elección con tan pésima excusa, es un golpe a nuestro derecho a elegir, es un golpe a la Primaria, un ejercicio cívico con tantos frentes abiertos en su contra, que es evidente que todo mensaje sobre la unidad, la posibilidad de vencer al poder y el cambio, es simple retórica. Capriles se retira sin ayudar a cristalizar el acuerdo unitario que demanda, sin brindar apoyo a quien resulte electo en un ejercicio cívico que igual servirá para legitimar liderazgos, y además somete a su partido a una atomización aún mayor de la que ya experimentan. 

Su retiro ocurre tres días después de que el gobernador del Zulia, Manuel Rosales, afirmara que mantiene sus aspiraciones presidenciales, por lo que, el apoyo que se supone estaba brindando a la candidatura de Capriles también fue falaz. ¿Por qué Capriles guardó silencio ante ese grave mensaje? Las acciones de Rosales y Capriles, ¿fueron coordinadas o es que el partido Un Nuevo Tiempo nunca apoyó a Capriles? ¿Quieren ganarle al poder sin que los ciudadanos elijamos a un liderazgo distinto al que ellos representan o es que no quieren ganarle sino cohabitar?

Perder es un escenario posible en toda candidatura. Capriles sabe de victorias y derrotas. Retirarse para no perder es un acto que no suma nada, pero resta tanto. Que no tenga la templanza para ponderar sus costos personales versus los de un país que necesita con urgencia cambios estructurales, es, por decir lo menos, egoísta. Porque este no es un problema de inhabilitados o habilitados, sino un reto contra un poder que lo ha hecho todo mal, a mansalva, que no tiene más que armas y una sucesión espantosa de violaciones a los derechos humanos para mantenerse en posiciones desde la que quebraron a una nación y a sus ciudadanos.

Capriles tenía el deber de anunciar su apoyo a quien resulte ganador en la Primaria. No hacerlo es desleal y debilita la ilusión de cualquier ciudadano a participar, otro objetivo que sólo favorece al poder. Cada felicitación a su decisión por parte de los candidatos ‘habilitados’ (sólo hasta que así lo quiera el poder), puede ser políticamente correcta, pero es un refuerzo a la idea de normalizar la injusticia, de no desafiar al poder, de no asumir la rebeldía como una posibilidad ciudadana, de resignarse y mostrar como legítima la posibilidad de ser amaestrados y complacientes, supuestamente pragmáticos, de ser otros prêt-à-porter de las toneladas que ha producido el chavismo en 24 años de imposiciones. Al resto de los candidatos: honren su palabra, concursen y planifiquen lo que sigue con base a los liderazgos que este país necesita, no sólo por sus beneficios. Tenemos que intentar los cambios que nos urgen; sí, con todo en contra.