Morfema Press

Es lo que es

Noel Álvarez

Editorial El Nacional

La desaparición forzada es la ley en la Venezuela de Nicolás Maduro. Sucede una vez tras otra. Un patrón de comportamiento que da muerte al artículo 45 de la Constitución: “Se prohíbe a la autoridad pública, sea civil o militar, aun en estado de emergencia, excepción o restricción de garantías, practicar, permitir o tolerar la desaparición forzada de personas. El funcionario o funcionaria que reciba orden o instrucción para practicarla, tiene la obligación de no obedecerla y denunciarla ante las autoridades competentes. Los autores o autoras intelectuales y materiales, cómplices y encubridores o encubridoras del delito de desaparición forzada de personas, así como la tentativa de comisión del mismo, serán sancionados o sancionadas de conformidad con la ley”.

Noel Álvarez, trujillano, de 65 años de edad, empresario, expresidente de Fedecámaras, coordinador nacional del partido GENTE, Generación Independiente; coordinador del Comando ConVenezuela en el estado Miranda durante la campaña electoral de 2024 —los datos anteriores son suficientes para que el régimen detecte peligro y actúe sigilosamente—, fue detenido el 10 de enero en la urbanización Terrazas del Club Hípico, Caracas, por una comisión de funcionarios que se identificaron como miembros del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin). La hora de la detención coincide con el momento en que se consumaba en el Palacio Federal la ilegal juramentación de Maduro. Desde ese día, se desconoce dónde está Álvarez, en qué condiciones se encuentra y por qué se le detuvo.

Álvarez es un hombre de actividad pública y notoria, hecho a sí mismo a base de esfuerzo constante hasta asumir posiciones de liderazgo en el ámbito empresarial venezolano. Organizaciones de la sociedad civil y políticas han reclamado información sobre su paradero y exigido su pronta liberación. Su organización de base, Fedecámaras, emitió una circular —“solo para su difusión entre nuestros asociados”— el 13 de enero en la que se indica que están trabajando “de manera incansable para obtener más información sobre su detención”. Se esperaría más de una entidad que Álvarez representó como vicepresidente y presidente, pero son tiempos de silencios y acomodos.

El abogado de Álvarez, Carlos Daniel Moreno, acudió al circuito judicial penal de Caracas para presentar un habeas corpus, luego del plazo de 48 horas para que se informara de la detención del empresario,  y no fue recibido el documento; luego formalizó el amparo ante la Sala Constitucional del Tribunal Supremo, pero ocho días después aún no había sido tramitado a pesar de su carácter de urgencia. También solicitó la actuación de la Defensoría del Pueblo y denunció ante la Fiscalía la situación de su defendido y la negativa de procesar el habeas corpus. Las gestiones incluyen, además, el intento frustrado de presentar un escrito ante la Comisión de Política Interior de la Asamblea Nacional, y de igual forma ante la inspectoría general de tribunales.

Moreno ha seguido lo pautado en la Constitución, en busca, precisamente, de lo que dice el artículo 45: una “autoridad competente”, que se haga cargo de decir dónde está un ciudadano detenido y en qué condiciones se encuentra y de qué delitos se le acusa.  Las “autoridades competentes” están suspendidas en Venezuela, junto con la letra del texto de la carta magna. En su lugar, se impone la represión, la persecución, el irrespeto absoluto a los derechos humanos, todo con el fin de sembrar más terror y, en algunos casos, silencios inadmisibles.

En Venezuela hay 1.601 presos políticos, según el registro de Foro Penal.

Por Noel Álvarez

Desafortunadamente, nuestro país atraviesa por una de las etapas más oscuras de su historia, me refiero específicamente al ámbito político. Los venezolanos nos miramos unos a otros con desconfianza. Buena parte de la vieja clase política y también la nueva han metido los pies en el lodazal de la corrupción. Siempre andamos en busca de nuevos actores para sustituir a la clase decadente y hasta ahora, los nuevos nos han resultado, iguales o peores que los que queríamos reemplazar. Desde siempre, he sido crítico de la corrupción, venga de donde venga, pero algunos amigos me piden que sea benévolo con los nuevos personajes, por lo menos hasta que caiga el chavismo. Siento no compartir esa tesis y me propongo desenmascarar a los mentirosos y corruptos, aunque estos sean parte de mi familia.

Las circunstancias presentes en el país, me traen a la memoria una historia que me contó un amigo italiano, hace muchos años. En un pueblito del sur de Italia, se habían criado dos muchachos, uno rico y otro pobre, eran amigos inseparables. Con el paso del tiempo, el joven rico salió a estudiar al extranjero. A su regreso, ya graduado, preguntó por su amigo pobre. Le contaron que este se encontraba muy enfermo y pasaba sus últimos días, abandonado en un galpón. El muchacho corrió al encuentro de su amigo y lo encontró moribundo, tendido en un lecho de paja. Tenía el cuerpo cubierto de llagas, todas ellas cubiertas por infinidad de moscas. Superando el dolor y el asco, el muchacho rico se quitó la chaqueta y con ella comenzó a espantar las moscas. Con su débil voz, el enfermo lo detuvo diciéndole que, no espantara esos insectos porque ellos ya estaban saciados, pero, las nuevas moscas que vinieran, estarían hambrientas y en su frenesí, le quitarían la vida. Estoy seguro de haber podido explicar la idea con la metáfora que encierra esta historia.

Dentro de todo este ambiente putrefacto, rodeado de hechos de corrupción por todas partes, no podemos tirar la toalla y debemos seguir luchando por instaurar en Venezuela una política de “Manos Limpias” que castigue legal y moralmente a los delincuentes y corruptos. Para realizar esa cruzada, la gesta más grande de que tengamos noticia, desde la independencia del país, debemos emular a Diógenes que, con su lámpara encendida, durante las 24 horas, andaba intentando encontrar personas íntegras. Afinemos, pues, la lupa para ubicar esas raras avis de entre la población venezolana, para lo cual, a continuación, voy a presentar mi modesto aporte.

La integridad es uno de los valores medulares con que cuenta el ser humano, algunas personas consideramos que la integridad no es solo un valor, sino que está formada por un conjunto de ellos, a saber, honradez, honestidad, respeto por los demás, corrección, responsabilidad, control emocional, respeto por sí mismo, puntualidad, lealtad, pulcritud, disciplina, congruencia y firmeza en las acciones que tomemos.

De todos los valores enunciados, solo me referiré a algunos y luego, pediría que, entre todos los venezolanos, ubiquemos a los dirigentes políticos que cumplan estos requisitos.

Un buen dirigente político debe ser: honesto y sincero en lo que dice y hace. Consistente en sus pensamientos, palabras y acciones. Digno de confianza por cumplir sus promesas y responsabilidades. Responsable de sus acciones y decisiones. Respetuoso de sí mismo y de los demás. Transparente y honesto en sus informaciones e intenciones. Considerado y respetuoso de los sentimientos y necesidades de los demás. Equitativo en el trato con los otros, sin discriminar a nadie. Una última y para mí de las más importantes características con que debe contar un integro dirigente político es, fortaleza moral y convicciones sólidas, actuando conforme a ellas, incluso cuando estas afecten sus propios intereses.

Considero que mi aporte está hecho, por mi parte sigo buscando personas que reúnan este perfil. Seguro estoy de que, aunque los malos hacen mucho ruido, las personas íntegras y buenas, somos, por mucho, mayoría en nuestro país.

*Coordinador Nacional del Movimiento Político GENTE

Noelalvarez10@gmail.com

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