Son 90 escalones que nos llevan a El Calvario, un espacio que nos reencuentra con nuestra historia. Un camino, en el que paso a paso se van descubriendo las huellas del pasado y la brisa del aire francés que se dibuja en sus construcciones arquitectónicas.
Por: Morfema Press / Tibisay Ascención Pino – SentirCaracas
Esta famosa escalinata nos conduce a un piso sobre el que se exhibe parte de nuestra historia. La puerta principal de Caracas, la entrada a El Calvario, en Caño Amarillo, es donde se erigió el Arco de la Federación, inspirado en el Arco del Triunfo de París.
Acceder a subir nos conecta con las más impactantes vistas del Valle de Caracas.
Es fascinante la carga simbólica que muestra, representando valores que es interesante rescatar, la libertad y el encuentro. El primero se resalta con el seno descubierto de la figura femenina. El segundo se exalta en lo alto, con tres mujeres, dos de ellas sentadas estrechando las manos, unión de dos fuerzas, liberales y conservadores; la tercera mujer está de pie, personificando la victoria de Venezuela.
El Ego de Los Presidentes
La presencia de esculturas es constante. La primera es la del personaje histórico de quien este lugar recibe el nombre, el Parque Ezequiel Zamora, denominado así desde el 2010. Acá se cumple la premisa de que la historia se relata según la visión de quién ostentan el poder.
Inaugurado en 1883, fue bautizado como Paseo Guzmán Blanco. Ya cuando estuvo en la presidencia, Joaquín Crespo, pasó a denominarse: Paseo Independencia, por esa razón, el recorrido que ofrece @fundhea se llama el Ego de Los Presidentes.
Para esta ocasión, realicé el trayecto junto al equipo de @TePaseoyTeCuento, otra organización que también se encargar de expandir el conocimiento sobre nuestra querida capital.
La guía, Manuela Ríos y su hija, Sofía Selgrad, se afanaron en enseñarnos los puntos emblemáticos, contaron cada anécdota y, hasta hicieron que el paladar disfrutara de un “di-vi-no” papelón con limón.
El poder femenino se hace sentir. Un busto de Teresa Carreño es iluminado por lo incandescente del sol. Una pianista y compositora talentosa, una mujer valiente con gran ímpetu. ¡Excelente elección para representar la fuerza de las venezolanas!
Lamentablemente, la huella de la inseguridad se palpa por la ausencia de bustos y esculturas: la obra del prócer de la Independencia de Ecuador, el abogado y poeta, José Joaquín De Olmedo y Maruri. La donación que el Gobierno del país vecino hizo de la imagen del autor del poema: Canto a Bolívar, ya no está.
El Gazebo y El Parnaso
Uno de mis sitios preferidos de El Calvario es el Gazebo, traído de Bélgica en el año 1883 para ser parte del mobiliario urbano de la Plaza San Jacinto.
Disfrutar de su vista es totalmente inspirador, y es que, su uso inicial fue la venta de flores, quizá sea esa esencia la que hace que transmita el disfrute de una “parada” en el camino.
Son sus características las que lo convierten en un sitio ideal para el descanso: 140 metros cuadrados de área, planta asimétrica abierta por todos los costados y, además es techado.
La restauración determinó que ya no sea la misma estructura original. Un equipo multidisciplinario de la ULA fue el encargado de realizar la renovación que obligó por ejemplo, que el techo sea de 16 aguas y no de 4, tal como era la estructura del siglo XX.
En la ruta, otra obra que cautiva miradas es la plaza El Parnaso. Una infraestructura semicircular que dibuja una Luna Cuarto Menguante, que marca el inicio de su trayecto.
Unas caminerías con jardines renuevan lo vientos que soplan. Se dice que este era el lugar predilecto de los artistas para reunirse. El busto del músico venezolano, Pedro Elías Gutiérrez congregaba a los pintores y escritores a finales del siglo XIX. Además de El Gazebo y El Parnaso, también están las plazas: Simón Bolívar y Agustín Codazzi.
Nuestra Señora de Lourdes
La práctica religiosa también fue concebida en este espacio público, en la capilla Nuestra Señora de Lourdes, que presenta un estilo gótico francés. Desde lo lejos se deja ver por su cúpula piramidal rematada en un pináculo.
En el lugar, también se incluyó un reloj que, no da la hora, pero verlo es admirarlo por su elegancia, cualidad de las estructuras antiguas. Este sitio está rodeado por agua, donde se dan vida estas especies naturales que iluminan con su color.
Sí deseas alejarte del ruido de la ciudad, cuentas con la sala de lectura Paula Correa, nombre de la madre de uno de los líderes de la Guerra Federal, Ezequiel Zamora. Entre las actividades que se pueden realizar están las clases de yoga, que tienen cita en el Gazebo al mediodía del sábado.
La invitación es a disfrutar de este Patrimonio Histórico, Artístico, Arquitectónico y Ambiental, hallando la libertad de buscar el reencuentro.