Las banderas albicelestes estaban presentes por doquier; el acento del sur era común en ese sitio y aunque legalmente es territorio argentino, el calor caribeño delataba la esencia venezolana.
Allí, en la embajada de la República Argentina en Caracas, el disidente político venezolano, Omar González Moreno, se encuentra refugiado luego que el gobierno nacional ordenase su arresto acusándolo de ser parte de una conspiración.
En la sede diplomática, el periodista, escritor y político pasa el tiempo escribiendo uno más de sus más de sus muchos libros publicados.
Lo interrumpimos para preguntarle ¿de qué se trata?
-De las memorias de un perseguido político, responde.
-Me adelanta algo?
-Además de las peripecias para escapar de los agentes de seguridad, se refiere al impacto emocional que produce el aislamiento, dice
— ¿Se arrepiente de participar en la política venezolana al lado de María Corina?
-No dudaría ni un instante en volver hacer oposicion y disentir de este desastre socialista, si ello contribuye, en cualquier grado, a liberar a Venezuela del yugo destructor que nos oprime.
Aprovechando esa fisura sentimental, le meto otra pregunta con veneno.
-¿Cree usted que el resto de sus compañeros perseguidos piensan igual?
-Aquí nadie retrocede hasta alcanzar la libertad de Venezuela.
Omar Gonzalez es uno del equipo más cercano a la líder venezolana, María Corina Machado, triunfadora material y moral de todas las facciones opositoras.
-¿Está conforme con el liderazgo de María Corina Machado?
-Me siento orgulloso de acompañar a una mujer como María Corina Machado que es símbolo de la grandeza y la fuerza de voluntad del venezolano.
-Un político como usted acostumbrado a la actividad ¿Cómo se siente estando aquí encerrado en una embajada?
-Debo confesar que el injusto confinamiento dentro de una embajada en Caracas, en la condición de asilado, ha provocado en mí, complejas e intensas emociones.
-Es como una especie de torbellino de sentimientos que van desde la desesperanza y la rabia hasta la esperanza y la resiliencia.
-¿Qué ha sido lo más difícil de este tiempo refugiado?
-El aislamiento físico y social.
Pasar de lo que era mi vida a esta inacción me generan sentimientos de soledad, tristeza y desarraigo.
La ausencia de la familia, los amigos y la rutina diaria resulta particularmente difícil de sobrellevar.
-Y, ¿su familia? ¿Qué pasa por su cabeza al pensar en los suyos?
-Vivo en estado de zozobra; las amenazas y la constante preocupación por la seguridad de mi familia me provocan altos niveles de estrés y ansiedad.
Y todo es parte de vivir una situación que no está bajo nuestro control, lo que resulta francamente abrumador.
La incertidumbre sobre el futuro y el desconocimiento de mi destino final. Todo esto me produce altas dosis de ansiedad, tristeza e inseguridad.
Omar González se ve fuerte y consciente de su situación y esa realidad la deja entrever en la firmeza de sus palabras.
-¿Y, a pesar de la confesión de sus temores, se muestra determinado a seguir contribuyendo a la solución de la crisis venezolana?.
-El despotismo chavista persigue, acosa y castiga a aquellos que consideran que pueden desafiar su autoridad, ya sean políticos, activistas, intelectuales o incluso ciudadanos de a pie. Sin embargo, seguimos aquí, en cualquier posición dando lo mejor de nosotros por el bien de Venezuela y para un futuro mejor para todos», dijo con la fuerza de un espíritu indomable.
-¿Qué enseñanzas le ha dejado esta experiencia en su vida?
-Aprendí que tenemos, como seres humanos, la capacidad de afrontar estas emociones que te he comentado y encontrar mecanismos de adaptación y resiliencia.
Esto ha sido crucial para superar la experiencia de manera positiva.
Por todo esto, ahora estoy seguro que resistiré y saldré más y más fortalecido como hombre, como dirigente y como venezolano.
El dirigente de Vente Venezuela se quedó allí asilado en la Embajada de Argentina. Allí en un territorio ajeno a pesar de estar dentro de su propio país, el cual sigue viendo desde una ventana y cuyo sentimiento palpita en su pecho.