Por Omar González Moreno
Venezuela y Colombia históricamente están relacionadas, y son, la una a la otra, una caja de resonancia.
Pues, lo que ocurre a un lado de la frontera tiene repercusión en la otra y viceversa.
No es descabellado suponer que esta antigua relación se mantiene hasta nuestros días; así como Simón Bolívar cruzó de un lado a otro liberando a una y a la otra, de esa misma forma, tradicionalmente, hemos visto como sucesos de un país tienen efectos en el otro, y hemos visto como también pasan de un sitio al otro ideologías y tendencias.
Esta simbiosis ha marcado siempre la relación bilateral colombo-venezolano.
En el siglo XIX liberales y conservadores de ambos países se ayudaban los unos a los otros; tropas de un país pasaban a la otra nación para hacer partícipes de sus revoluciones o rebeliones civiles y militares, y tropas de un lado pasaban al otro para apoyar a un aliado circunstancial o ideológico.
Esta realidad subsiste hasta el sol de hoy, sin embargo ahora lo hacen a través de otras formas y métodos.
De allí que observamos como el reciente escándalo del exembajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, vuelve a traer ante nuestros ojos una evidencia más del tráfico político ideológico entre ambos países.
Los audios revelados en Colombia exteriorizan como el régimen venezolano financió, a través de medios y personajes poco éticos, la campaña presidencial de Gustavo Petro; y esta no sería la primera vez que desde el Palacio de Miraflores invierten enormes cantidades de dólares para incidir en la política no sólo colombiana de gran parte del continente americano.
Hoy, propios y extraños, sabemos como el madurismo tuvo un impacto directo en la justa presidencial más reciente en Colombia, por tal motivo hoy entendemos la razones por la cual el presidente Petro se convirtió en un aliado sólido del régimen venezolano.
Y así como el socialismo venezolano invadió a la República de Colombia, vamos a observar a su vez como el escándalo colombiano repercute drásticamente en la realidad venezolana.
Debido a lo que aconteció en Colombia se vuelve a demostrar, y es un evidencia más, de como quienes despachan desde el Palacio de Miraflores destinan recursos millonarios a su política diplomática mientras la realidad venezolana se resumen en escuelas, hospitales, carreteras y más, cayéndose a pedazos.
Este hecho no sólo evidencia una problemática colombiana o una situación venezolana, por el contrario es un granito más a las montañas de arena que muestran como el régimen venezolano es una amenaza para todo el continente, pues desde Caracas se planifica, se ejecuta, se financian todo tipo de movimiento desestabilizador, campañas electorales, y revueltas sociales para cambiar las relaciones de fuerzas políticas desde la Patagonia la frontera mexicana con Estados Unidos, e incluso podemos advertir que esta influencia cruzó el Río Bravo.
La permanencia del régimen socialista en las instancias del poder en Venezuela, es y será un peligro para todas las democracias continentales, es por ello que un cambio de modelo político, social y económico es fundamental en el marco de las próximas elecciones del 2024.
Lo que se jugará en las próximos comicios presidenciales venezolanas no es sencillamente el nombre de quién será el próximo ocupante de la silla presidencial de Miraflores, si no qué está en juego la estabilidad de todo el continente americano. De esto todos debemos estar claros.
La salida de Nicolás Maduro del poder sería un golpe terrible para el foro de Sao Paulo y lo que éste representa.
Sólo con la única opción que nos queda, que es María Corina Machado, se le dará un finiquito a las estructuras del socialismo internacional y sus macabros intereses en estas tierras.