Morfema Press

Es lo que es

Pedro Pablo Peñaloza

Por Pedro Pablo Peñaloza

Uno pregunta sorprendido: ¿Por qué el régimen se ve «tranquilo» y «confiado» pese a que todas las encuestas serias pronostican su derrota el 28J? Lo primero a destacar es que por la vía de los hechos, el gobierno de Maduro admite a diario su enorme debilidad. Sabe que pierde.

Su «fuerza» para cometer abusos es directamente proporcional a su fragilidad en la calle. La larga lista de atropellos demuestra que están conscientes de que son minoría: inhabilitación de María Corina. Intervención de partidos y tarjetas. Trabas para el voto en el exterior.

Obstáculos para actualizar el Registro Electoral. Censura y autocensura en medios. Cambios en los centros de votación. Rechazo a la observación de la Unión Europea. Cárcel y persecución contra activistas y dirigentes. Desconocimiento absoluto del Acuerdo de Barbados.

¿Qué tan «sobrado» se debe estar para cerrar una venta de empanadas en Corozopando? Estas acciones son acompañadas por un discurso que constantemente habla de violencia, atentados, fraude y ataques. Todo lo contrario a la «tranquildad» que debería promoverse para votar en paz.

Sería iluso esperar que la cúpula del régimen salga en pantalla como La Dolorosa. Por razones obvias, jamás reconocerán la posibilidad de una derrota. También sería ingenuo creer que no desplegarán todas las herramientas que tengan a mano para tratar de imponerse.

Sin fervor popular ni espontaneidad, el régimen apuesta todo a la maquinaria del Estado venezolano. Los recursos de todos al servicio de uno. Luego, como lo han demostrado, tienen todas las opciones sobre la mesa. Por eso la incertidumbre generalizada y el temor al zarpazo.

Nadie se llama a engaño. Menos el régimen, que tiene todos los datos a su disposición. En reuniones privadas admiten que son una minoría, «pero la más organizada». Maquinaria. ¿Confianza? Ya quisiera Maduro poder ganar una elección realmente libre, para su ansiado reconocimiento.

Pero sabe que no puede. Por eso se le hace imposible medirse en condiciones de igualdad, dando las garantías democráticas que exigen los venezolanos y el mundo. Van con todo. Precisamente porque saben que la mayoría quiere cambio. Ríen, pero la procesión va por dentro.

@pppenaloza

Maduro tiene razón. En sus actos pregunta por el tipo de liderazgo que quiere la gente. Nadie quiere a un líder cobarde. Es decir, uno que le tema a la protesta ciudadana, a la crítica de los medios y a sus adversarios. Porque eso lleva a la represión, censura e inhabilitaciones.

Todos quieren un líder que camine. No uno que se quede aislado en palacio y que, de repente, al salir se entere de que -¡oh, sorpresa!- hay colas para la gasolina, fallas de luz y falta de agua y gas. También sería positivo que además de andar, el líder no sea sordo ni ciego.

Así podrá escuchar el clamor de la gente y observar el desastre que lo rodea. «¿Quieren ustedes un Presidente sin energía?». Claro que no. Y mucho menos un país sin energía eléctrica. Fundamental que ese líder cuide a Pdvsa y evite los saqueos de miles de millones de dólares.

Un auténtico líder no puede poner al frente de la principal empresa del Estado a una caterva de ladrones para ser perseguidos y procesados por robar el dinero de todos. Es verdad, el líder debe ser duro, especialmente contra la corrupción, nepotismo, enchufismo e ineficiencia.

Si se muestra débil ante esos flagelos, terminará reactivando a la desesperada obras que han debido culminarse hace 12 años y más. En eso de ser «duro» no se le puede pasar la mano, pues nadie quiere que su líder enfrente un proceso en la Corte Penal Internacional.

Afortunadamente, Venezuela no sufre esa vergüenza. Un líder con verdadera sensibilidad, que haga mucho y hable lo estrictamente necesario, que escoja correctamente a su equipo para que luego no tenga que exponerlo al escarnio público y echarle la culpa de sus propios errores.

Un líder que no se arrastre ante ninguna potencia guerrerista, ni tampoco ante regímenes autoritarios decrépitos. Un líder que no insulte, que no grite, que no amenace ni cambie las reglas del juego para su beneficio. Un líder que no manipule la fe con fines electoreros.

Un líder que no se arrastre ante ninguna potencia guerrerista, ni tampoco ante regímenes autoritarios decrépitos. Un líder que no insulte, que no grite, que no amenace ni cambie las reglas del juego para su beneficio. Un líder que no manipule la fe con fines electoreros.

Un líder que no se arrastre ante ninguna potencia guerrerista, ni tampoco ante regímenes autoritarios decrépitos. Un líder que no insulte, que no grite, que no amenace ni cambie las reglas del juego para su beneficio. Un líder que no manipule la fe con fines electoreros.

@pppenaloza

Ahora que muchos hablan del fulano «triunfalismo», te voy a contar lo que yo veo: Veo gente ocupada. Trabajando y organizando. Y, a la vez, preocupada. Preguntándose por dónde puede venir el zarpazo. ¿Tarjeta? ¿Candidato? Incertidumbre. Ansiedad. Pero también lucha y fe.

La gente sabe al monstruo que enfrenta. Por esa la diferencia entre la intención de voto por Edmundo (mayoría) y los que creen que el régimen entrega (menos). En un país democrático, no habría duda al respecto, aunque Trump demostró que todo es posible. Sin embargo, un detalle:

Aumenta el número de los que creen que un cambio es posible. ¿Son ilusos, ingenuos? No parece. Entienden lo que significa padecer los abusos del autoritarismo, porque lo sufren en carne propia. No lo leen en un libro ni necesitan que algún iluminado se los explique.

Empero, observan y sienten que crece la ola a favor del cambio. Para transformar esa percepción y estado de ánimo ha sido fundamental la campaña que encabeza María Corina, enorme esfuerzo que se desarrolla en las peores condiciones que se hayan visto en 25 años de chavismo.

Para comenzar, una minucia: a María Corina ni siquiera se le dejó ser candidata. Solo eso. Como decía la vieja cuña, Venezuela es otra. Muy distinta a la de 2012 y ni hablar de 2004. Migración, crisis, censura y una investigación en la CPI que nos recuerda el peligro de disentir.

Personas detenidas y perseguidas, y locales multados, incluido el restaurante de la oligarquía de Corozopando. A pesar de estas acciones, la gente responde, participa y se organiza en respaldo a la alternativa democrática. ¿Cómo disminuir o restar valor a esta gesta ciudadana?

Los partidos afinan la maquinaria para la movilización y defensa del voto, en un proceso marcado por el ventajismo y la manipulación de los centros. Esto último debe subrayarse, ahora que está de moda invertir la carga de la prueba. Todos entienden que la organización es clave.

Descubridores del agua tibia advierten que todo puede salir mal y desembocar en la enésima decepción. Obviamente. Es el riesgo de enfrentar a un régimen que no respeta ninguna ley. Claro que se pueden imponer por las malas. Por eso la preocupación que salta en toda.

¿Y qué se puede hacer frente a eso? ¿Cantar «Cuatro cirios» de Javier Solís? No, ocuparse. Trabajar. Unir. Mantener viva la esperanza. Creer que como sociedad podemos tomar las riendas de nuestro destino. Sumar cabeza y corazón. Porque esto también puede salir bien. Se ve.

Vía @pppenaloza

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