Por Rafael de la Cruz

Ante la maniobra truculenta e irresponsable del régimen al convocar un referéndum sobre el Esequibo, voy a tomar una pausa en la presentación que vengo haciendo del programa de gobierno de María Corina Machado para ofrecer una breve reflexión sobre esta última estratagema de la dictadura.

¿Por qué preguntar a los venezolanos si creemos que el Esequibo es nuestro? Es como preguntar si queremos a Venezuela. Todos vamos a decir que sí. La soberanía no se consulta, se ejerce, como lo ha dicho repetidas veces María Corina. El camino pacífico y correcto es acudir a la cita que tiene el país ante la Corte Internacional de Justicia para presentar los argumentos de Venezuela antes de que sea tarde y terminemos con una decisión de la corte contraria a nuestros intereses nacionales.

Si eso sucede el régimen dirá que no reconoce el dictamen de la Corte y seguirá machacando el nacionalismo típico de toda dictadura. Un nacionalismo falso que solo sirve para tratar de distraer y correr un velo ante el desastre y caos en el que han dejado a Venezuela después de 24 largos años de políticas económicas y sociales absurdas, de represión y violaciones de los derechos humanos, de destrucción institucional y de intentar acabar con todo tipo de libertades, especialmente la libertad de expresión. Estoy escribiendo este artículo en un prestigioso periódico, líder del periodismo en América Latina, que no puede ser leído en Venezuela por la censura.

En realidad nadie se cree el cuento del régimen, especialmente porque Chávez y Maduro, siguiendo órdenes de La Habana, contemporizaron hace años con Guyana, y los dejaron incrementar sus actividades extractivas en el territorio del Esequibo sin ninguna oposición. ¿Por qué entonces salen ahora con este referéndum? Este brote de patriotismo no es sino una cortina de humo para tratar de opacar la victoria masiva que tuvo María Corina en las elecciones primarias, y la apabullante ventaja de María Corina con 90% contra Maduro con 10% de votos válidos si las elecciones presidenciales fueran este mismo domingo. Peor aún, este sarampión nacionalista del régimen puede ser el comienzo de una diatriba exaltada contra un “enemigo externo” para distraer la atención del tsunami que los está abrumando y seguirá arrastrando en los próximos meses: la inmensa mayoría del pueblo venezolano que les está diciendo sin ambigüedades: “¡Váyanse de una buena vez!”.

Con esta aventura irresponsable pueden generar un conflicto internacional de mayor envergadura del que ellos mismos podrían querer. Si creen que la creación forzada del estado de la Guayana Esequiba les va a salvar del tsunami electoral que se les avecina, se equivocan. Cuidado si el Esequibo no se le convierte al régimen en lo que para la dictadura argentina fueron las Malvinas.

La próxima quincena seguiré con la presentación del programa de gobierno de María Corina. Trataré en esa ocasión el tema de creación de capital humano bajo el título “Una sociedad de oportunidades, inclusión y movilidad social”. El futuro brillante de la Venezuela democrática y próspera que se avecina contrasta de manera inequívoca con la destrucción incalculable que produjo al país el socialismo del siglo XXI.

Rafael de la Cruz es miembro del equipo económico de María Corina Machado y ex gerente general del grupo de países andinos del BID.