Por Rafael Quiroz Serrano | Economista petroleo

Al gobierno (de Venezuela) se le hizo tarde para sustituir el modelo rentista-petrolero, y desperdició la mejor oportunidad de la historia, la más grande bonanza petrolera de todos los tiempos, para haber logrado la emancipación económica del petróleo

Sin duda alguna que hacer diagnósticos sobre lo que pueda suceder en el mercado petrolero global, aun cuando sea a corto plazo, es un atrevimiento que solo hacen analistas audaces, con la gran probabilidad de desacertar en sus predicciones o pronósticos, debido precisamente a los factores, elementos y variables que intervienen en la conformación de la oferta y la demanda mundial de petróleo. Por lo tanto, el mercado petrolero suele ser impredecible a todas luces, dado su grado de sensibilidad para captar elementos objetivos y subjetivos que amenazan permanentemente su estabilidad. Y muy particularmente, el mercado petrolero en 2022 viene cargado de mucha incertidumbre por el lado de la seguridad del suministro, en virtud de la acentuación de la dependencia del crudo producido y administrado por la OPEP PLUS, y el estrecho margen que muestran algunos países de esta alianza para cumplir con los incrementos acordados mensualmente.

En efecto, países como Nigeria y Angola, a lo cual se ha sumado Rusia recientemente, han estado excediendo el cumplimiento de sus cuotas y dejando en manos de países como Arabia Saudita (AS) y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), la tarea de satisfacer una intensificación del crecimiento de la demanda, habida cuenta los efectos menos severos de la variante Ómicron sobre la actividad económica. Esta cumplimentación de los productores árabes mencionados, está descartada en virtud del respeto a los compromisos suscritos en la OPEP PLUS, y solo sería posible si se plantea una redistribución de las cuotas, aun cuando está previsto -a partir de mayo- un recalculo de la capacidad de producción que sirve de base para estimar, de acuerdo a decisión aprobada en julio de 2021, las cuotas de aquellos países que han venido aumentando su capacidad de producción como Arabia Saudita, EAU, Irak, Kuwait y Rusia.

El pasado diciembre, 14 de los 23 miembros de la OPEP PLUS no alcanzaron a cumplir con el compromiso mensual acordado. Así mismo, Diciembre fue el séptimo mes consecutivo en el que la OPEP PLUS incumplió el aumento de producción pautado, y el quinto seguido sin alcanzar su objetivo de producción en más de 500 MB/D. De hecho, en diciembre produjo 625 MB/D por debajo de su objetivo y en noviembre el déficit fue 655 MB/D.  Muchos países ya han alcanzado sus niveles de producción previos a la pandemia o están cerca, lo que deja la duda sobre lo que realmente pueda agregar la OPEP PLUS en 2022.

Por eso, algunos analistas estiman que la capacidad ociosa de la OPEP PLUS caerá a 800 MB/D en junio. Goldman Sachs la ve en 1.2 MMB/D en el verano del Hemisferio Norte, lo cierto es que en teoría la OPEP PLUS debería agregar 4.4 MMB/D en 2022, siempre y cuando todos sus miembros cumplan sus compromisos, quedando una capacidad cerrada de 2.6 MMB/D, básicamente, en manos de los sauditas y Emiratos.  Al igual que en países africanos, en Rusia se observan dificultades para cumplir con la cuota, ya que dejó de agregar 100 MB/D mensuales en diciembre y se espera que solo añada 60 MB/D mensuales en el primer semestre de 2022. Este menor aporte se asocia a una disminución en la perforación en 2021 en ese país, lo cual se suma a los problemas para subir la producción de otros miembros de la alianza, debido a inversión insuficiente y disturbios internos.

En cualquier caso, la experiencia revela que no se puede descartar que ante un desbalance muy marcado a favor de la demanda, que genere mucha volatilidad al alza en los precios, Arabia Saudita pueda unilateralmente bombear crudo suficiente para estabilizar los precios y resistir la protesta estridente de los países consumidores liderados por Estados Unidos (EE.UU.) en un año electoral, más aun cuando parecen agotarse las medidas de la Administración Biden para detener unos precios en alza, luego que las ventas de reservas estratégicas concertadas con otros países surtieron efectos muy limitados y de corta duración, como ya había ocurrido en otras oportunidades.

Precios en repunte

Sin embargo, las tensiones alcistas sobre los precios surgen como una respuesta lógica de los participantes del mercado, al margen cada vez menor de capacidad ociosa de la OPEP PLUS, en virtud de que en 2022 se estaría reponiendo el recorte de 9.7 MMB/D aprobado en abril de 2020 para recuperar el mercado, luego del colapso en el consumo mundial provocado por la pandemia del Covid-19.

Un escenario de precios del petróleo por encima de 100 U$B, alimentado por un margen restringido de oferta, también se basa en una respuesta limitada por parte de los productores fuera de la OPEP PLUS. El repunte actual del precio podría escalar, al seguir la recuperación del consumo y verse limitada la respuesta de la OPEP PLUS, dijeron funcionarios de la OPEP. En particular, destaca la reticencia de las empresas que extraen crudo en las cuencas de lutitas en suelo estadounidense, al supeditarse su estrategia de gasto de capital a la entrega prioritaria de beneficios a los inversionistas, dejando atrás el manejo previo que prevaleció entre 2010 y 2018 dominado por el crecimiento de la producción, antes que la rentabilidad del negocio.

En este contexto de cambio de estrategia, se descarta que las empresas de lutitas vengan al rescate del mercado y agreguen producción al vertiginoso ritmo observado antes de 2019. De allí que la Administración de Información de Energía (EIA), estime que en 2022 y 2023 la producción de crudo promedio en EE.UU. aún se mantenga por debajo del record alcanzado en 2019. Llama la atención que este comportamiento esperado, podría darse a pesar de que precios del petróleo por encima de 70 U$B, y más aún en torno a 100 U$B, están muy por encima de los llamados precios de equilibrio que se calcula que requieren las empresas petroleras de las cuencas de lutitas para abrir nuevos pozos, y por lo tanto deberían estimular una mayor inversión en el sector.

Lutitas y los No fósiles

De todas las cuencas de lutitas, solo la Pérmica ha venido aumentando su producción y la EIA espera que en febrero 2022 llegue a un pico de 5.076 MB/D. La única forma de que la producción en estas cuencas se acelere es que se haga un incremento sustancial de la inversión, lo que no está en el ambiente, que signifique nuevas perforaciones, ya que básicamente ha venido recuperándose a costa de ir mermando el stock de pozos taladrados pero no completados. Este inventario lleva 18 meses seguidos de descenso, ubicándose en su menor nivel desde marzo 2014.

Hay que enfatizar, por otro lado, que la rentabilidad del negocio petrolero está sometido a las exigencias planteadas por los gobiernos, circulo de inversionistas y grupo de ciudadanos, para que las empresas adapten su estrategia de crecimiento a los planes de descarbonización sugeridos por el Panel Interclimático de las Naciones Unidas, para evitar que se sobrecaliente la temperatura terrestre promedio.

De allí que se hayan dado a conocer planes corporativos, tanto del sector público como privado, para reinventar el negocio petrolero hacia una visión más general y amigable de empresas de energía, donde se incluyen aperturas hacia el sector de los renovables y se hacen compromisos  a favor de una menor emisión de gases de invernadero en la producción y consumo de sus productos. En este contexto ha venido surgiendo una prima de riesgo en el mercado, debido al temor a que los activos que forman la cartera del negocio petrolero dejen de ser rentables en el largo plazo, al quedar varados debido a los cargos e impuestos que acompañen las políticas públicas dirigidas a promover un ambiente menos contaminado y libre de emisiones fósiles.

Asimismo, se presume que no está muy lejos que se alcance un pico en la demanda de petróleo, al reducirse la venta de motores de combustión interna y ampliarse el uso de los vehículos eléctricos, lo cual pareciera ponerle fecha de terminación al ascenso creciente del negocio de los hidrocarburos, tal como se ha conocido desde los comienzos del siglo XX. Sin embargo, es de señalar que en este punto hay analistas que no son tan optimistas al prever la sustitución de las energías fósiles (carbón, gas y petróleo), que actualmente abarcan el 84% de toda la matriz energética, a más largo plazo a como lo ven -y así lo predican- la mayoría de ambientalistas y ecologistas.

Todo ello ha conducido a un recorte de la inversión petrolera, dirigida a garantizar la reposición de la producción al ser incierta la viabilidad del negocio en el largo, pero muy largo plazo. De hecho, se ha venido privilegiando la inversión de corto plazo, como es el caso de la producción de lutitas por sus rápidos resultados en materia de producción. Así mismo, muchas petroleras han preferido invertir en gas natural (fósil), habida cuenta de su uso como energía transitoria (?) en la recomposición de la matriz energética.

Otra vez la demanda

Esta débil respuesta de la inversión petrolera, hace más incierta aun la posibilidad de que se responda de manera efectiva desde el lado de la oferta, a las presiones de una demanda en recuperación en 2022 y por ende se tiendan a estabilizar los precios del petróleo. Los mercados de futuro han venido dando señales de restricción de la oferta, al acentuarse la curva descendente, al presumirse que la corrección de los niveles de inventarios se profundizará al tener que recurrirse a ellos para satisfacer la demanda. No hay que descartar, sin embargo, que la corrección vendría dada por unos niveles de precios, que por ser tan elevados terminen por afectar la demanda.

En este sentido, no se puede perder de vista que dentro de los riesgos a la baja en el crecimiento del PIB global está la respuesta de los bancos centrales a las presiones inflacionarias nacidas de la fuerte recuperación económica observada en 2021, los problemas de interrupción de suministros en las cadenas fabriles, debido a los cierres provocados por la pandemia y la amenaza de un superciclo alcista en los precios de las materias primas. Unas medidas monetarias restrictivas en medio del retiro de las ayudas fiscales, van a ralentizar el crecimiento de la economía global, tal como ya lo han consignado los organismos multilaterales en sus previsiones para 2022 y 2023.
El impacto de la desaceleración del crecimiento del PIB global debe debilitar la demanda de petróleo habida cuenta de su fuerte correlación, y ello podría moderar un clima alcista de precios producto de un desequilibrio, hasta ahora previsto, a favor de la demanda. Además, una fuerte y temprana acción restrictiva de la autoridad monetaria estadounidense, podría revalorar al dólar y con ello provocar una acción bajista en los pecios del petróleo.

Rusia-Ucrania e Irán

Si bien existen riesgos a la baja como el asociado a un menor crecimiento del PIB global, lo que más tensiona las expectativas en torno a precios del petróleo, con propensión a ser más altos y volátiles en 2022, es el margen cada vez más estrecho de la oferta que se puede agregar en 2022, y que tiende a reflejarse en la prima de miedo (al suministro) que generan episodios como el conflicto entre Rusia y Ucrania, por lo que supone la aplicación de fuertes sanciones al sector energético ruso y la salida del sector bancario ruso del sistema internacional de pagos (SWIFT). Igual perturbación e impacto en los precios crean los ataques de los rebeldes yemenitas a infraestructura de los EAU y Arabia Saudita, en lo que se ha dado por llamar la prima de Ormuz (es el nombre del estrecho más importante de comercialización petrolera del mundo).

Un alivio de estos temores (a las amenazas) sobre insuficiencia del suministro de petróleo, podría hacerse efectivo si las conversaciones de Viena sobre programa de enriquecimiento nuclear de Irán, se empiecen a resolver y ello permita un levantamiento de las sanciones a Irán. Siendo esto posible, al decir de Irán se podrían agregar hasta 1.5 MMB/D de petróleo en 2022. Sin embargo, no hay optimismo sobre resultados favorables rápidos en estas conversaciones. Al mismo tiempo, Libia, podría seguir subiendo su producción y llegar hasta 1.5 MMB/D, pero lo único claro son los altibajos de la producción generados por un espinoso conflicto interno.

Venezuela

Las perspectivas petroleras para Venezuela en 2022 no pueden dejarse influenciar por el optimismo que exuda el gobierno de Maduro, luego de alcanzarse muy puntualmente -se refiere al día a día-, en dos oportunidades (dos días), niveles de producción por encima del millón de barriles diarios en diciembre. De hecho la producción mensual promedio, según fuentes secundarías e información directa, fue de 681 MB/D y 871 MB/D, respectivamente, y la producción promedio anual (en 2021) se ubicó en 554 MB/D y 636 MB/D, respectivamente, (pero no un millón como lo afirmó Maduro).

Cuando se revisan fríamente estos niveles promedio anuales, o incluso los promedios mensuales, no se entiende de qué manera pudiera recuperarse la producción de petróleo y crecer hasta 2 MMB/D, cuando en Venezuela jamás se ha logrado un incremento de producción inter anual de tal magnitud, aun ni en los mejores tiempos de PDVSA y de la época de las concesionarias cuando fluían las inversiones y se ejecutaban planes de inversión.

Hay que recordar que las meta objetivo alcanzable en 2021 había sido corregida a la baja por las instancias oficiales, pasando de 1.5 MMB/D a 1.0 MMB/D por lo que se forzaron al máximo las condiciones precarias con la cual se está trabajando en los pozos, en particular, en la Faja del Orinoco, para alcanzar tan ansiada meta. Antes de las sanciones se podían producir hasta 1.4 MMB/D, y gracias a que, a pesar de las sanciones, se pudo exportar mucho más en el segundo semestre de 2021 y que esta capacidad de producción no declinó como lo hizo la producción, el impulso al usar el condensado iraní permitió que se utilizara esa capacidad ociosa, o cerrada, por llamarla de alguna manera.

No se trata entonces de que se dieron cambios estructurales idóneos para recuperar una capacidad de producción, que aunque mermada, no se había copado por falta de inversiones en taladros operativos, tecnología y mejores condiciones laborales y de seguridad industrial.

No siendo así, es difícil prever que sea sostenible ese esfuerzo decembrino y la producción empiece a escalar hacia la meta de 2 MMB/D para 2022, que anunció el presidente Maduro en su alocución ante la Asamblea Nacional en los primeros días de enero. Por el contrario, se teme que la producción pueda retroceder, y más aún cuando su dinámica va a estar dependiendo que se sostenga el costoso intercambio de embarques de crudo merey por condensado iraní, para empujar la producción de la Faja y mover las exportaciones de DCO o Merey.

Vale mencionar que la nafta iraní ayuda a que se restablezca la producción diferida en la FPO, pero a cambio de una menor rentabilidad, todo lo contrario de lo que pasa cuando se hace la mezcla con crudo liviano local. Por otro lado, la importación equivalente de 70 MB/D de condensado iraní para producir lo mismo no es negocio, desde el momento que para PDVSA eso significa entregarle a Irán 100 MB/D de Merey.

En conclusión, durante el año 2022 seguirá siendo el petróleo, para Venezuela, el elemento fundamental de su economía; más allá de lo que opinen voceros oficialistas u oposicionistas del tema petrolero. Será un año para constatar que aun no hemos remediado las patologías de la renta petrolera, y también para convencernos de que no solo seguimos dependiendo del petróleo, sino que también reafirmaremos cual vulnerables somos a la caída de nuestra propia producción petrolera. Al gobierno se le hizo tarde para sustituir el modelo rentista-petrolero, y desperdició la mejor oportunidad de la historia, la más grande bonanza petrolera de todos los tiempos, para haber logrado la emancipación económica del petróleo.