Vía DDC

El deseo de cambio es uniforme y transversal en toda Venezuela. Para el economista Omar Zambrano, esto genera una nueva realidad, más allá de lo que termine ocurriendo en la cúpula del poder.

La fotografía de un país polarizado, que fue uno de los ejes del chavismo, o la de una sociedad dividida en partes bastantes similares que tuvo lugar cuando Nicolás Maduro asumió el poder en 2013, ha quedado atrás al analizar de forma detallada los resultados electorales del pasado 28 de julio, con la data abierta al público que colocó la oposición en internet.

Como parte de su estrategia para demostrar el fraude en el país, el «Comando por Venezuela», liderado por María Corina Machado para impulsar la candidatura presidencial de Edmundo González Urrutia, ha colocado en Internet el 83,5% de actas electorales de los comicios del 28 de julio. Nueve días después de las votaciones, el Consejo Nacional Electoral (CNE) no exhibe ningún resultado ni datos.

El economista Omar Zambrano, tras hacer una detenida revisión y análisis de los datos hechos públicos por la oposición venezolana, comenta a DIARIO DE CUBA que el 28 de julio se rompió la dinámica de polarización y segmentación social entre los votantes de Venezuela. Analistas políticos coinciden en señalar el carácter de fenómeno político que ha tenido esta votación, que el chavismo sigue renuente de aceptar.

«Por primera vez en 25 años, no existiría una segmentación del voto en términos socioeconómicos. La candidatura de Edmundo González Urrutia ganaría en todos los segmentos socioeconómicos del país, incluso en las zonas de mayor vulnerabilidad social e incidencia de pobreza multidimensional, donde la oposición no había ganado nunca desde 1998″, apunta Zambrano.

La última actualización de resultados del comando opositor, difundidos este martes, daba 67% de votos a favor de González Urrutia y 30% a favor de Maduro. El CNE, en tanto, ha sostenido que Maduro fue reelecto para el período 2025-2031 con 51,95% de los votos frente a 43,18% del candidato opositor. Pero, hasta este martes, las únicas actas que pueden verificarse y cotejarse, por cada mesa de votación, son las que recibió, contabilizó, escaneó y subió a Internet la oposición prodemocrática venezolana.

Ante la ausencia de resultados por parte del CNE, la estrategia del gobierno de Maduro fue judicializar el tema electoral, acudiendo al Tribunal Supremo de Justicia, donde la mayoría de los magistrados son abiertamente afines al chavismo.

«Edmundo González Urrutia sacaría una diferencia de 37,15 puntos porcentuales, la brecha electoral más grande de la historia de las elecciones presidenciales de Venezuela desde el regreso a la democracia en 1958«, sostiene el economista Zambrano, quien excluye las elecciones presidenciales de 2018, en las que no participó la oposición.

La estrategia opositora de rápidamente hacer públicas las actas del 28 de julio para que sean descargadas desde cualquier parte del mundo, ha servido para acrecentar la tesis del fraude por parte del CNE al declarar como ganador a Maduro.

Por ejemplo, un análisis propio de la agencia estadounidense The Associated Press (AP) de las actas electorales de Venezuela «muestra que su candidato Edmundo González Urrutia obtuvo significativamente más votos en los comicios que los que el gobierno ha reconocido«, esto, siguiendo solo un análisis numérico, «que arroja serias dudas sobre la declaración oficial de que el presidente Nicolás Maduro ganó» el 28 de julio.

La AP procesó casi 24.000 imágenes de actas electorales, las cuales representaban los resultados del 79% de las máquinas de votación. Cada hoja contenía conteos de votos cifrados en códigos QR, que la AP decodificó mediante un programa y analizó, lo que resultó en cómputos de 10,26 millones de sufragios.

Certificaciones similares han realizado universidades internacionales y prestigiosos diarios como The Washington Post.

Para Zambrano, con la cantidad de actas contabilizadas, por encima del 83%, el resultado a favor del candidato opositor —un ex diplomático de 74 años quien hasta hace cuatro meses era un perfecto desconocido para el gran público en Venezuela— «sería aritméticamente imposible de revertir».

Entre las rupturas de la polarización, sobre las que se sustentó la hegemonía chavista por años, el economista Zambrano apunta que ya no hay estados (provincias) con una u otra orientación política, ya que el triunfo opositor —según las actas publicadas— sería en todas las regiones del país.

El voto mayoritario por el cambio, entre los venezolanos, no distinguió entre personas del campo o de la ciudad, ni entre Caracas y el resto del país. El triunfo de Edmundo González Urrutia sería nacional, literalmente.

Los votantes que históricamente apoyaron al oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), según el análisis de Zambrano, no habrían votado por la reelección de Maduro en las tendencias habituales: «el % del voto del PSUV cayó proporcionalmente mucho más en los territorios socioeconómicamente más vulnerables y en las regiones más rurales».

En su análisis, Zambrano concluye que estos resultados hablan de una polarización política que parece haber quedado atrás, superada por un deseo de cambio «que es uniforme y transversal a todos los ámbitos, territorios y clases sociales del país». Esto, a su juicio, genera una nueva realidad en Venezuela, más allá de lo que termine ocurriendo en la cúpula del poder