El economista prevé un «aterrizaje forzoso»
Hace menos de un mes, la caída de Silicon Valley Bank puso la primera piedra de una crisis que se ha ido alimentando con el paso de los días con la compra de Credit Suisse por parte de UBS y las caídas en Deutsche Bank. Un escenario ante el que los bancos centrales han respondido haciendo un llamamiento a la calma. Christine Lagarde, sin ir más lejos, dijo que la banca europea es «resistente, con fuertes posiciones de capital y de liquidez». Y lo mismo la Reserva Federal de EEUU. Sin embargo, Nouriel Roubini no comparte esta postura y advierte de las debilidades del sistema financiero y el riesgo al que se enfrenta si la situación empeora. Nos dirigimos hacia un «crash económico y financiero», y «un aterrizaje forzoso», sentencia.
En concreto, el director ejecutivo de la consultora Roubini Macro Associates sostiene que no es posible lograr «la estabilidad de precios, mantener el crecimiento económico y tener estabilidad financiera al mismo tiempo» porque el sistema financiero es incapaz de hacer frente a la deuda pública y privada acumulada en la actualidad, lo que él denomina un «trilema».
Para el hombre que predijo la crisis financiera mundial de 2008, el principal problema la principal amenaza para la estabilidad no son los 620.000 millones de dólares de pérdidas no realizadas del sistema bancario en valores subyacentes, sino el hecho de que se haya reducido tanto el valor de los activos y los préstamos de los bancos pequeños a raíz de las subidas de tipos de interés que muchos son «literalmente insolventes». Y es que, teniendo esto en cuenta, las pérdidas no realizadas ascenderían a 1,7 billones de dólares frente al colchón de 2,1 billones de dólares que tienen para absorber las mismas antes de quebrar, según un estudio elaborado por la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York que recoge Fortune.
Por otro lado, señala que el planteamiento de Christine Lagarde -quien argumenta que unos bancos sólidos y bien gestionados podrían superar una crisis crediticia siempre que su liquidez estuviera respaldada por las autoridades monetarias- es incorrecto, pues sólo funcionaría con tensiones localizadas y no en las sistémicas, como es el caso.
Asimismo, apunta que «la recesión económica nos llevará del riesgo de duración y de mercado al riesgo de crédito«, dado que la crisis derivada de la caída de Silicon Valley Bank va a obligar a los prestamistas regionales a reducir de una tasa anual del 10% a casi a cero los créditos que conceden a las empresas pequeñas. Cuando esto pase y el producto interior bruto de EEUU se contraiga, este mar de deudas impedirá que la economía pueda atender sus obligaciones financieras, explica el economista. Y tampoco se podrá contar con ni la Reserva Federal estadounidense ni el gobierno federal, ya que tampoco tendrán suficiente margen de maniobra para estimular el crecimiento del país, añade Roubini.
En su opinión, se ha juntado «lo peor de los años 70 en términos de choque negativo de la oferta, reducción del crecimiento e inflación, y unos ratios de deuda muy superiores a los de después de la gran crisis financiera».