Morfema Press

Es lo que es

Salud Hernández-Mora

Aunque el ELN cosechó una cadena de victorias, las Farc-EP no se han rendido, aguardan el arribo de refuerzos.

No será fácil retornar a la normalidad. El ELN conquistó el territorio, se apropió de un suculento botín, y ahora es el único amo. Su brazo financiero, llamado PER, se quedó con fincas, vehículos, comercios, animales, negocios que pertenecían a guerrilleros, milicianos, familiares o colaboradores de las Farc-EP. Luego los pondrán a nombre de su gente y no querrán devolverlos a sus legítimos dueños jamás. Así ha sucedido en el pasado en el Catatumbo y en otros lares, y la historia se repetirá.

Es cierto que la tropa del ELN recorrió, lista en mano, la zona rural y determinados centros urbanos para buscar y “ajusticiar”, término que empleaban, a quienes declararon enemigos. Entre ellos, a firmantes de paz. Los acusaron de encarnar la doble condición de desmovilizados de las viejas Farc, para cobrar las ayudas estatales, y reservistas con fusil que prestaban servicios al frente 33 de las disidencias cuando los requerían. A otros exguerrilleros no los tocaron y varios permanecen en el Catatumbo.

También han instaurado una clase de justicia peculiar. Cuando las comunidades abogan por algún condenado a muerte, aceptan no pegarles el tiro con una condición: además de imponerles una dura sanción, les dan la casa por cárcel a condición de que la propia comunidad ejerza de guardián. La misión supone asumir un alto riesgo. Si el “perdonado” se volara, los responsables de vigilarlo pagarían con sus vidas el descuido.

Pronto cumplirá un mes la estampida de unas 50.000 personas que ha dejado desolados pueblos y veredas, en algunos no permanecen ni la mitad de sus pobladores, y son innumerables los sembradíos de coca, café, cacao, gallinas y marranos abandonados. Ruedan, por tanto, hacia una debacle económica de difícil recuperación, máxime si requieren de los planes y ayudas de un Gobierno de probada incapacidad. Sin olvidar que los mensajes del ELN echando leña el fuego ahuyentan cualquier destello inversor.

De ahí que más de un refugiado haya decidido buscar a los comandantes de esa guerrilla con el fin de que los autoricen a regresar a sus propiedades. El paso conlleva asumir peligros, pero prefieren arriesgarse antes que vivir en un centro de acogida de Cúcuta, de brazos cruzados, pensando a toda hora en lo que dejaron atrás y la ruina que encontrarán si no vuelven pronto.

Y tampoco es que la guerra haya acabado. Aunque el ELN cosechó una cadena de victorias, cuentan los lugareños que las Farc-EP no se han rendido, aguardan el arribo de refuerzos procedente de otras partes del país. Tal vez no puedan reconquistar todo lo perdido, menos aún con comandantes como John Mechas, sin suficiente destreza militar, pero intentarán recobrar alguna cuota de poder. De pronto pretenden fortalecerse y negociar después con los elenos un acuerdo para permanecer en la tierra donde llevan medio siglo asentados, reeditando los pactos de no agresión con los que ambas guerrillas convivieron hasta enero pasado. Por prudencia, me reservo los nombres de los puntos donde se están concentrando.

Cabe anotar que el ELN de hoy en día, aunque haya crecido de forma desorbitada en número de integrantes armados, carece del músculo combativo que poseían años atrás. Buena parte de las nuevas incorporaciones son menores de edad, es decir, más carne de cañón que otra cosa, y casi la mitad de la tropa es venezolana, tanto en Norte de Santander como en Arauca. Aunque los subversivos que pertenecieron a la Guardia Nacional Bolivariana aportan un cierto grado de profesionalismo.

La principal ventaja de esa banda delincuencial, a la que Colombia ha otorgado un revestimiento político que nunca mereció, no es otra que ser aliados del cartel de los Soles y del Gobierno de Miraflores y, por tanto, disfrutar de un santuario inexpugnable. Unido al debilitamiento de nuestras Fuerzas Militares, que ni siquiera se prepararon para la irrupción de drones en el campo de batalla. Encima, ahora no solo no disponen de suficientes helicópteros, sino que los obligan a coordinar sus acciones con el general Vladimir Padrino y demás capos, que tienen por misión controlar la frontera con ayuda del ELN.

Lo único rescatable de la tragedia que sufre una región de Naturaleza exuberante y enorme potencial de desarrollo, es que sus habitantes, hastiados de la violencia, estarán más dispuestos que nunca a probar alternativas a la coca, aunque no sean tan rentables. El problema es que erradicar la cultura narco y poner en marcha proyectos viables en una región apartada, acostumbrada a la economía ilegal y a la autoridad de las guerrillas, requiere aceptar que, si logran resultados, solo los verán a medio y largo plazo. Y requerirán contar con radiografías realistas de la situación, así como líderes apolíticos con criterios empresariales. Es decir, obrar un milagro.

NOTA: ¿Qué organizaciones sociales canalizarán las ayudas? Algunas son brazos de las guerrillas, todos las conocen en el Catatumbo.

Su enrevesada personalidad, cargada de odio, resentimiento, adicciones, incoherencia, megalomanía, delirios de grandeza.

Puede insultarme al infinito, calumniarme, amenazarme con acciones legales de su Fiscalía de bolsillo, ignorar que también soy ciudadana colombiana. Pero no con nacionalizaciones exprés, modalidad que usted utilizó con el único fin de regalar puestos a sus tres amigos catalanes.

Mientras SEMANA me lo permita –y jamás interfieren en mi trabajo– seguiré viajando por Colombia para hacer crónicas y daré mi opinión sobre su caótica, corrupta y autoritaria manera de gobernar.

Si en cinco lustros no me callaron criminales de distinto pelaje, menos usted, que preside un país democrático.

Obvio que hay enorme desigualdad entre un jefe de Estado que abusa de los resortes del poder y cuenta con el apoyo de millones de ciudadanos, algunos muy agresivos, y una simple periodista. En teoría, tendría las de perder. Pero en Colombia perviven instituciones que no se pliegan a los dictados del gobernante de turno, así como incontables periodistas independientes. Aún no somos Venezuela.

Para su información, me nacionalicé colombiana en 2003 después de cumplir los trámites legales. Llegué al país en febrero de 1998 con contrato laboral y visa de trabajo. Tras residir los cinco años exigidos, presenté la solicitud. Me la concedieron en una época en que eran más los que marchaban al exterior huyendo de la barbarie de sus admiradas guerrillas que los que escogimos quedarnos.

Decidí ser ciudadana de este maravilloso país porque no quería ser extranjera en una nación que sentía como propia. Así que no me inquietan lo más mínimo sus hordas de socialistas radicales, azuzadas por un exterrorista catalán, que le suplican que me expulse. Aunque lograran el imposible de revocarme la nacionalidad, con un arsenal de trampas y adjudicándome cualquier delito inventado, seguiría siendo colombiana de corazón.

Es más, puedo presumir de conocer los 32 departamentos y llevar 25 años dando vueltas por ellos, en especial por la Colombia alejada, la de zona roja, la de paisajes extraordinarios y gentes arrojadas. Lo sigo haciendo, aunque a veces las guerrillas, el consejo comunitario de Francia Márquez y algunos del Cric no me dejen entrar a sus territorios para impedir que destape verdades incómodas.

En cuanto a su última ristra de trinos y discursos, baste decir que reflejan con fidelidad su enrevesada personalidad, cargada de odio, resentimiento, adicciones, incoherencia, megalomanía, delirios de grandeza y una enfermiza costumbre de tergiversar la historia. Rasgos que rigen su calamitosa manera de gobernar.¿Y qué decir de su estéril costumbre de culpar a otros de la parálisis de un Gobierno inepto, anárquico, en el que prima la caprichosa ideología petrista sobre la racionalidad?

Al principio de su mandato criticaba las dobles calzadas porque, alegaba, solo servían para que la oligarquía enviara fuera sus productos para enriquecerse. Ahora, sin embargo, sostiene que no merece la pena invertir en vías de Bogotá o Medellín, puesto que no terminan en un puerto para exportar. Retorcida manera de justificar que declaró enemigas a dos ciudades porque detesta a sus regidores.

Ha llegado a la estulticia de responsabilizar a la “oligarquía blanca” de no construir la carretera Medellín-Quibdó por racismo. Lo proclama como si usted no hubiese tenido cuatro años para corregir una clamorosa injusticia.

También resulta insultante la apología que hizo en Ocaña del terrorismo. Con la guerra del Catatumbo de fondo, estableció una diferencia entre el ELN que inició este último conflicto y el de antes, al que bautizó “guerrilla revolucionaria”. Sigue convencido de que Gabino y demás matones representaban la quintaesencia de la lucha por los pobres. Por eso dijo que las masacres y los desplazamientos “están ensuciando, ensangrentando, enterrando” la historia del ELN. “Su forma de acción no es la de antes”.

Es decir, usted admiraba al ELN que secuestró a un cura y sus 150 feligreses en plena misa para convertirlos en mercancía negociable; el que reclutó miles de niños y asesinó a 84 civiles en un solo atentado; el que arrasaba (y sigue arrasando) la naturaleza con la minería ilegal y las voladuras del tubo; el que siempre vivió de la extorsión, el oro y la coca.

Repite como un mantra lo del país de la vida y del amor, pero se dedica a disparar injurias al que piensa distinto, a espolear la división, destruir puentes, inocular el encono y la ira en la sociedad.

Por un confuso titular, que ya cambiamos, me lanzó una amenaza de sainete. Reafirmo que defiendo que el comandante de las FF. MM. pida la baja si la Constitución no permite incumplir una orden suya que pone en peligro la seguridad de Colombia y supone avalar la dictadura chavista. La sola fotografía del ministro Iván Velásquez abrazado al criminal Padrino, capo del cartel de los Soles, ofende el honor militar.

Las crisis del Catatumbo y de USA constatan que esta columna se ajusta a la realidad.

Por Salud Hernández-Mora

Valiente, visionaria, inteligente, desprendida, honesta, coherente, capaz de unir a su pueblo y sortear tempestades.

Gracias, María Corina, muchas gracias. Volviste a devolvernos la esperanza. En este mundo sombrío, en el que cada día crece la desconfianza hacia los dirigentes y las instituciones, contamos con una estadista valiente, visionaria, inteligente, desprendida, honesta, coherente, capaz de unir a su pueblo y sortear tempestades para guiarlo a buen puerto.

No se avizora otra personalidad de su misma estatura moral en el universo político.Después de una dilatada carrera en la esfera pública, en la que recibió más críticas, desprecios y golpes físicos y morales que reconocimientos y alabanzas, María Corina ha despertado la ilusión por un futuro en libertad que estaba sepultada.

En poco tiempo, obró el milagro de conquistar corazones, aunar voluntades y encadenar unos pasos que parecían imposibles: celebrar las primarias contra viento y marea; que votaran 2,4 millones tanto en el país como en el exterior; barrer con el 92,3 por ciento de los sufragios.

Fueron “unas primarias llenas de obstáculos, de retos y desafíos”, dijo María Corina entonces, y anticipó lo que sería su vida de luchadora incansable: “Mientras más grandes nos pongan el obstáculo, más grande nos hacen (…) Todos los obstáculos los vamos a superar”.

Después, cuando los criminales de Miraflores la inhabilitaron, aterrados de su rotundo triunfo sin vallas publicitarias ni una aparición televisiva, dio un ejemplo de generosidad y amor a la democracia y a su país, y cedió el cetro. Primero a Corina Yoris y, luego, cuando impidieron registrar a la respetada intelectual, a Edmundo González, la única opción digna que quedaba.

La tiranía, incapaz de adivinar el repudio que sus compatriotas sentían por una dictadura que solo les ofrece represión, inseguridad y miseria, convocó los comicios para la fecha del nacimiento del dictador Hugo Chávez, el germen de la tragedia de Venezuela.

Nunca fuimos testigos en América Latina ni en ningún país democrático de una campaña electoral que generara tanto entusiasmo, que aunara derecha, izquierda, centro, gentes sin ideología, sumados a antichavistas recalcitrantes y chavistas arrepentidos. Una campaña inusual, en la que el aspirante no fue la figura central, sino la mujer que le cedió el puesto. Y transcurrió en un clima de hostilidad, sabotaje y amedrentamiento tan atosigante que María Corina, ingeniera industrial, la transformó en una cruzada casi que espiritual para recobrar la libertad arrebatada.

Hay que recordar que nunca mintió a los millones de seguidores, jamás prometió una salida rápida y sencilla. Insistió en que sería una lucha larga y dura, y que ella llegaría hasta el final, nada de medias tintas, de escapar al exilio dorado. Y ha cumplido.

Posee un arrojo desmedido, una valentía a prueba de la despiadada tiranía chavista, valores que no puede traspasar a Edmundo, de carácter más diplomático que frentero. Es lo que había y lo admirable de María Corina es su disposición de ponerse a sus órdenes y ayudarlo a crecer.

Aunque Juan Guaidó cumplió una encomiable tarea en su día, no es comparable a González. Uno fue presidente interino, designado por la Asamblea Nacional, y el otro es presidente elegido por una mayoría aplastante. De haber sido María Corina la candidata, su votación habría sobrepasado el 85 por ciento, incluso con las mismas condiciones rastreras y tiránicas que impuso la mafia de Miraflores.

Si alguien dudara de la heroicidad de la mujer de hierro, no hay más que recordar su arrojo al soportar meses de clandestinidad, la separación de años de sus hijos, y aparecer entre la multitud sin chaleco antibalas ni guardaespaldas rodeándola, a sabiendas del riesgo que corría, como su secuestro y agresión demostraría.

A mí, que sigo con la fe intacta en que este año cae la satrapía, el desenlace de todo, sea el que sea, no disminuirá ni un ápice mi admiración y profundo respeto por una mujer inigualable.

Asistí a la primera audiencia en Caracas del juicio que el déspota Hugo Chávez se inventó en su contra en 2005. Era entonces la joven directora de una ONG de nombre Súmate que ya advertía de la deriva autoritaria del chavismo. Un juez grosero, abusivo, maltrató a su impecable abogado, que nunca perdió la serenidad. Los asistentes no dábamos crédito al escuchar a un cafre, disfrazado de magistrado con toga, vociferar un torrente de disparates. Era apenas el principio de una vida soportando incontables atropellos.

Pero que nadie dude de que mientras más pisotean sus derechos, más engrandecen su figura. Y más quedan en evidencia los mediocres mandatarios que sufrimos, como el nuestro.

Gustavo Petro representa la otra cara de la moneda, el gobernante autoritario de miras estrechas, cargado de dobleces y complejos, resentido, sinuoso, diseminador de odios y divisiones, preso de una ideología apolillada y violenta, aliada de dictadores zurdos. Pero es el presidente que eligieron los colombianos y un verdadero demócrata, no los falsarios de izquierda, acatará siempre la decisión de las urnas. Punto.

Con Pegasus dieron golpes certeros a las bandas criminales, aliadas de los narcos mexicanos

Pobre Petro, debe andar desconcertado. Ya se descubrió lo que él sabía, pero no dijo: que fue el Gobierno del demócrata Joe Biden el que proporcionó Pegasus. Y encima gana Trump, al que consideraba hitleriano. Escribo en pasado puesto que corrió a felicitarlo. Igual que hicieron Maduro y Diosdado. Tan asustados andan en Miraflores que intentan aplacar con buenas palabras las ansias de trumpistas, como Elon Musk, de derrocarlos.

Pues les tengo malas noticias. Con mayoría en las cámaras legislativas, los senadores Marco Rubio y Rick Scott sacarán su propuesta de elevar la recompensa a 100 millones de dólares por cada cabeza de la mafia chavista.

No solo los capos entraron en pánico, también su círculo cercano. Pensarán que esta vez sí van por ellos. Por si dudan, que lean lo relativo a Pegasus para anticipar lo que puede pasarles.

Y tengan presente que fue Trump el que puso precio a Maduro y compañía e impuso sanciones para obstaculizarles el robo del erario. También en su primer gobierno, el republicano pidió en la ONU, en 2017, la colaboración del mundo libre para derrotar la dictadura chavista. Nadie antes en la Casa Blanca había sido tan directo. El sátrapa socialista respondió llamándole Hitler y demás lindezas.

También Trump declaró entonces estar dispuesto a reunirse con Maduro y discutir un único punto: cuándo dejaba el poder. Nunca se encontraron.

Nuestro Petro, sin embargo, ha estrechado las manos ensangrentadas del tirano en demasiadas ocasiones. Y replica la mentira de culpar de la ruina de Venezuela a las sanciones estadounidenses. No solo la repite por su cercanía ideológica al chavismo sino porque necesita a la dictadura para que protejan a sus aliados: ELN e Iván Márquez.

Aunque en su anterior administración Trump no pasó de ladrar a Miraflores, ahora tendrá motivaciones extras para morderlos. La migración ilegal es una de sus banderas, y sin esos forajidos al mando miles de venezolanos no querrán emigrar y millones regresarán a su patria.

De paso, haría un favor a su amigo Netanyahu, dadas las visitas a Caracas de altos mandos de inteligencia rusos e iraníes, y los pasaportes venezolanos que entrega a miembros de Hezbolá.

No pretendo ilusionar con la caída de la tiranía porque la decepción duele más que el escepticismo. Pero la información de El Tiempo sobre Pegasus confirma la hipótesis que escribí en una columna anterior y abre un espacio al optimismo.

Era evidente que Pegasus existió, pero no para la nimiedad de destapar la falta de escrúpulos del embajador en Chile o la participación de Verónica en la estrategia electoral. Si hubiesen espiado a Petro para evitar su triunfo, habrían sacado a la luz el origen de los millones que gastó en su precampaña y las demás trampas que le ayudaron a ganar.

Mi apuesta es que con Pegasus dieron golpes certeros a las bandas criminales, aliadas de los narcos mexicanos.

Al dar de baja a Óscar Montero, alias el Paisa, y a Romaña, y dejar malherido a Iván Márquez, lograron descabezar a la Nueva Marquetalia. Si Maduro no lo acoge en su clínica para mafiosos, y si Petro y su ministro Iván Velázquez no ayudan a resucitar una guerrilla que Mordisco había dejado al borde de la desaparición, Pegasus habría coronado uno de sus objetivos.

Gracias a su espionaje, localizaron sus campamentos a unos cien kilómetros de la línea fronteriza. El Paisa, el cerebro militar, era el verdadero jefe para los guerrilleros que se unieron a la nueva banda delincuencial. Romaña se ocupaba de las finanzas y contaban con John 40 para las relaciones con el cartel de los Soles y los mexicanos.

No dudo de que fue nuestro Ejército el que realizó el impecable operativo en el santuario venezolano. Maduro guardó silencio para no reconocer que protege a la guerrilla. Lástima que se escapara vivo Márquez, aunque los quebrantos de salud deben mortificarlo. Si Petro ordenara perseguir a la Nueva Marquetalia como a Mordisco, la acaba. Pero pareciera que prefiere tenerla de aliado fortalecido.

También creo que con Pegasus atraparon a Otoniel. Y atacaron a Mordisco. En la rueda de prensa en la que anunciaron, con bombos y platillos, que lo habían eliminado, siempre me sorprendió el protagonismo del general Vargas de la Policía Nacional y el exceso de detalles. Algo extraño flotaba en el ambiente y luego se comprobó que quedó herido, no lo mataron.

Su baja habría supuesto un mazazo para las poderosas Farc-EP, al tratarse del auténtico líder de esa guerrilla. Gentil Duarte era solo la cara visible.

A Santrich le segó la vida una mezcla de información militar colombiana, cazarrecompensas y guerrilla enemiga. Con el impulso de Elon Musk y los 100 millones por cada criminal de Miraflores, se puede soñar con que militares venezolanos descontentos se unan a la causa y hagan algo similar. Nunca estuvieron Maduro y sus lugartenientes tan aterrados y débiles. Pero no se irán si nadie los empuja.

Hay que ser muy rastrero, muy cínico, para seguir insistiendo en que Maduro presente las actas.

Fue una infamia, una maniobra nauseabunda. El Gobierno español quedó a la altura de sus aliados mafiosos. Encargó a su embajador en Caracas el ignominioso oficio de ejercer de notario de una extorsión.

Difícil entender que la residencia diplomática abriera sus puertas a dos peligrosos forajidos, con orden de captura internacional, para llevar a cabo una maniobra delincuencial.

Los hermanos Delcy y Jorge Rodríguez, destacados capos del Clan de Miraflores, entraron como ilustres huéspedes a una casa que es territorio de España y vigila la Guardia Civil y los prestigiosos Geos (Grupo Especial de Operaciones). Tenían la misión de coaccionar al vencedor de las elecciones del 28 de julio para empujarlo a firmar una capitulación.

Lo lamentable es que el señor Pedro Santos, embajador de carrera, no tuvo reparos en interpretar el papel de esbirro de la tiranía. La fotografía que difundió el criminal presidente de la Asamblea chavista lo confirma.

Santos aparece de espaldas, parado y vestido de manera informal. A su lado, Delcy y Jorge parecen consultarle algo de una carpeta. Al fondo, inclinado sobre una mesa de comedor a la que no han retirado el mantel y donde reposan un par de esferos, se aprecia a un Edmundo González mirando unos papeles.

Más que la rendición formal de un presidente electo, que trituró en las urnas a la dictadura, la pareja de criminales quiso rebajar el perfil de su víctima, presentarle como un personaje intrascendente, y el embajador del mitómano Pedro Sánchez se prestó a la escenificación. Un observador ocasional lo vería como una simple reunión de vecinos para tratar cualquier tema, sin presiones ni formalismos.

Es innegable que los que luchamos desde distintas trincheras por una Venezuela libre habríamos querido que Edmundo González permaneciera en Caracas, al abrigo de los Países Bajos. Y que jamás acudiera a la delegación española, dispuesta a propinarle una puñalada trapera.

Hay cuatro factores que quizá olvidan en Colombia. 1) Pedro Sánchez gobierna gracias a los votos, entre otros, de un partido de ultraizquierda aliado del chavismo. Los necesita para conformar la mayoría parlamentaria que le permite seguir en la Moncloa. Ese partido, en el que milita Monedero –íntimo de Petro–, es partidario de fortalecer al Grupo de Puebla y, por consiguiente, sostener las tiranías de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Por eso Sánchez, un narcisista sin escrúpulos ni ideología, juega a varias bandas para ganar tiempo. La democracia solo la respeta si sirve a sus intereses.

2) El expresidente Rodríguez Zapatero, que tanto adoraba la izquierda colombiana, es un lobista dedicado a blanquear los crímenes de la dictadura de Nicolás Maduro. La oposición venezolana, empezando por María Corina Machado, lo desprecia por anteponer su beneficio personal a la libertad de Venezuela. Estuvo el 28 de julio como observador y era evidente que maniobraba en la sombra para ayudar a los sátrapas que lo alimentan. Una mano siniestra en la Operación España.

3) El 20 de enero de 2020, una muñeca de la mafia chavista, que tenía prohibido pisar suelo de la Unión Europea, aterrizó en el aeropuerto de Barajas, Madrid, a medianoche, en área reservada a vuelos privados. Delcy viajaba en un jet turco y su destino final era Estambul, a donde suelen llevar el oro que roban. Desembarcó varias maletas con cargamento desconocido. Pudo tratarse de oro o dólares, las autoridades españolas aún no revelan su investigación. Aunque en Barajas debieron arrestarla, así como revisar el equipaje, no lo hicieron. La razón era obvia: pese a la tardía hora, José Luis Ábalos, ministro entonces de Sánchez, la recibió y mantuvieron una reunión secreta. La criminal partió por la mañana tras pernoctar en el terminal aéreo.

4) El socialista español Raúl Morodo, exrepresentante diplomático en Caracas de Zapatero, está acusado de recibir coimas de 4 millones de dólares de PDVSA.

No sorprende, por tanto, que el embajador de los Países Bajos, que acogió a Edmundo González los primeros días en que tuvo que esconderse, le aconsejara no acudir a la residencia de su colega español. Debió temer la celada que preparaban dados los nexos del Gobierno Sánchez con la tiranía.

Pese al golpe inicial que supuso el exilio de González y su carta, lo cierto es que todo lo que rodea su salida evidencia que Venezuela es una despiadada dictadura. Y que la mayoría de la extrema izquierda y del socialismo europeo prefiere que Maduro siga en el poder, pisoteando la democracia. Todo con tal de que no triunfe María Corina Machado, política de derecha moderada, pero derecha.

Porque hay que ser muy rastrero, muy cínico, para seguir insistiendo en que Maduro presente las actas. Como si los presos políticos, la persecución a Machado, impedir que votaran millones de venezolanos y la mordaza a los medios, no fuesen suficientes argumentos para repudiar la tiranía y proclamar que, pese a todas las trampas, no pudo consumar el fraude electoral. El presidente es González.

Hay algo que no cuadra. Estaban al borde de la derrota, de quedar como una banda marginal, y en un abrir y cerrar de ojos la Nueva Marquetalia recobra fuerzas y disputa a Mordisco regiones claves para las dos disidencias de las Farc.

Es imposible que ellos solos lograran dar el salto. Varias de las piezas que faltan para completar un puzzle que explique su repentino avance solo las pueden aportar el ministro de Defensa y el presidente. No sé si también el ex comisionado para la paz Danilo Rueda.

Lo primero que cabe preguntarles es dónde esconden a Iván Márquez y por qué.

Lo segundo, ¿para qué darle un balón de oxígeno con un nuevo proceso de paz cuando su grupo estaba al borde de la extinción?

Rebobino. En junio de 2022, bajo Iván Duque, dieron por muerto a Márquez tras un ataque a su campamento en el estado venezolano de Apure. Pero solo resultó gravemente herido y se recuperó en Caracas protegido por Nicolás Maduro.

Después de su posesión, Petro mantuvo encuentros con Maduro mientras Márquez seguía en tratamiento. ¿Qué acuerdos alcanzaron sobre ese criminal? ¿Por qué no reclamó su detención y extradición? ¿Qué excusa oficial tendría Maduro para negarse a capturar a tamaño matón? ¿Orquestaron un plan para ayudarle? ¿Anticipaban que negociarían aunque supusiera violar los acuerdos de La Habana?

En cuanto a Danilo Rueda, que visitó a Márquez en Venezuela, en febrero 2022, y lo encontró “lúcido”, ¿qué secretos guarda? ¿A qué se comprometió con él?

También debería explicar el director de la Policía, general Salamanca, la razón para declarar un año después, febrero de 2023, que tras intensas labores de inteligencia descubrieron que Márquez se encontraba en Colombia. Como si no fuese evidente que salió de Venezuela con el visto bueno de Maduro para instalarse en el escondrijo que le buscó el Gobierno Petro. ¿Qué perseguía el general con ese cuento o qué órdenes obedecía?

Otro asunto extraño es la protección que la tiranía de Miraflores brindaba a las Farc de Mordisco hasta que, de un día para otro, mandaron a su Ejército Bolivariano a combatirlos para obligarlos a abandonar el santuario venezolano. La dictadura optó por cobijar solo a la Marquetalia de Márquez y al ELN. ¿Por qué? ¿No le contó el general Vladimir Padrino a su homólogo Iván Velásquez lo que hay detrás de esas decisiones?

Y ahora que el terrorista Márquez está supuestamente bien de salud y vuelve a ser negociador de paz, ¿por qué permitieron su aparición en un video de 16 minutos, en el Foro Binacional en Vichada, este 11 de mayo? ¿Qué fines perseguía Casa de Nariño?

Los organizadores aseguraron, creyéndonos pendejos, que fue una sorpresa recibir el video, vía correo electrónico, y que lo emitieron porque “hablaba de paz”.

Omitieron que, en su larga y pomposa verborrea, Márquez, autor de toda índole de atrocidades, manifestó su absoluto respaldo a Gustavo Petro y a su propuesta de convocar una asamblea constituyente. “Vamos a rescatar la majestuosidad del constituyente primario, que es el pueblo. Él es la legítima autoridad”, deslizó ese sujeto, sobre el que pesan 30 órdenes de captura.

¿Pretendieron mandar el mensaje al país, de manera subliminal, de que existen diferencias con Iván Mordisco, al que Petro había tachado de “traqueto” unas semanas antes, como si Márquez no viviera de lo mismo?

En estos días en que quedó patente en Caquetá la alianza de Marquetalia con los Comandos de Frontera, dedicados al narcotráfico, lo lógico sería que el presidente clamara que Iván Márquez es otro traqueto al que deben perseguir. Sin olvidar que tiene a su lado a John 40, el más narco entre los narcos de las antiguas Farc, socio del cartel de los Soles.

Aunque la dictadura chavista nunca reveló las investigaciones sobre el operativo que casi mata a Márquez, los datos recabados apuntan a que fue planeado por militares colombianos, igual que la misión que dio de baja a alias el Paisa, en diciembre de 2012, y alias Romaña, los dos golpes más importantes contra esa disidencia, en especial el primero, incluso por encima de la muerte de Santrich.

Los altos mandos de Marquetalia dirigían desde Venezuela su expansión en territorio nacional, y nuestras FF. MM. debieron buscarlos en sus guaridas chavistas para debilitarlos en Colombia.

Era tanto el temor que infundía el Paisa –autor del atentado de El Nogal– que todavía en Caquetá, que ha sido siempre su bastión principal, te juran que sigue vivo y manda matar al que desobedece a los suyos en el terreno. “Nunca mostraron el cadáver como sí hicieron con Romaña”, insisten.

La pérdida de ambos comandantes, así como que Zarco y Walter Mendoza siguieran lejos de Colombia, la aprovechó Mordisco para expandir su poderío. En los comunicados de las Farc-EP (que el Gobierno bautizó EMC) llaman “paramilitares” a Marquetalia y acusan al Ejército de apoyarlos.

Aunque para los militares ambas bandas son igual de criminales, ¿piensan igual Petro y Velásquez? No parece.

Por Salud Hernández-Mora

No reciban a Petro. Supone correr un riesgo innecesario y no tendrán la certeza de qué cartas está jugando. Ni a Lula, pero el brasileño no tiene una presencia tan activa en Venezuela ni un ELN que cuente con el aval de la dictadura y la anuencia de la Casa de Nariño.

Que María Corina Machado y otros integrantes de la verdadera oposición no se fíen de las verdaderas intenciones del presidente colombiano, que maneja una agenda oculta con Venezuela. Todos sus pasos apuntan a que se siente más cómodo con la dictadura chavista que con una mujer de carácter, coherente, honesta, defensora de la economía de mercado, que abraza las libertades y está dispuesta a defenderlas al precio que sea.

La propuesta que hizo Petro esta semana sobre el día después de la mascarada chavista del 28 de julio, es inquietante y lo deja a uno desconcertado. Propone celebrar un plebiscito para que los venezolanos decidan si están de acuerdo con establecer “un pacto democrático que garantice, para cualquiera que pierda en esas justas electorales, certeza y seguridad sobre su vida, sobre sus derechos, sobre las garantías políticas que cualquier ser humano debe tener en su respectivo país”.

¿Qué pretende transmitir al mundo? ¿Que María Corina Machado y sus compañeros de lucha están armados y son tan criminales como Maduro? ¿Que en Venezuela hay dos bandos dispuestos a asesinar al contrario?

La sola propuesta es un insulto, no solo a Machado, sino al venezolano de a pie, al abnegado, al pacífico que prefiere emigrar para comer y vivir libre antes que atentar contra sus verdugos; el que ha sufrido los embates del socialismo depredador, estatista, expropiador, radical, ruinoso, que pretende imponer Petro en Colombia.  

A ese ser humano le pide Petro que acuda a las urnas y vote en el plebiscito, que se movilice, pero no para exigir que dejen el poder los ladrones que se robaron su patria hasta quebrarla, sino para respaldar o rechazar un “pacto democrático” que garantizará que no maten a los derrotados el 28 de julio.

Si yo fuese opositora venezolana, exigiría que Petro pida perdón por insultarlos y que retire de inmediato su infame iniciativa. Empezando porque su compinche Nicolás Maduro, su llave, su aliado, desconoce el significado de “democrático”.

Siguiendo porque la oposición real, la única verdadera, la que representa María Corina, jamás ha matado a ninguno del Clan de Miraflores, aunque razones les haya sobrado. La justicia que exige Machado supone enjuiciar a los sátrapas con la ley en la mano y que cumplan tras las rejas sus inevitables condenas. En Venezuela no existe la pena de muerte, pero sí el crimen de Estado que tanto prodiga Maduro y su pléyade de asesinos, como el general Padrino, al que el ministro Velásquez saluda con efusividad, como si no tuviese las manos chorreantes de sangre.

Y terminando porque el resultado de los falsos comicios del 28 de julio está cantado. El sátrapa seguirá atornillado a su sillón para alegría de Putin, Díaz Canel, Ortega, los ayatolás iraníes y demás tiranos. Y para satisfacción de Petro y Lula, que mantienen una posición ante el chavismo de una ambigüedad calculada.

Algún día tendría Petro que revelar al país, tanto que clama por las verdades, qué turbios compromisos contrae con el tirano, qué tenebrosos planes tejen. Maduro maneja tantos asuntos criminales, tal cúmulo de trampas, que nadie puede pasar horas con él sin abordar hediondeces.

Esta semana el diario español El Mundo publicó las fotos inéditas que demuestran un hecho muy polémico en su día: que la delincuente Delcy Rodríguez, vicepresidente del déspota y ficha clave del entramado chavista, aterrizó en Madrid a las 12:30 a. m., en un vuelo privado, para entregar entre 12 y 40 maletas (cantidad aún no confirmada) a empleados de su embajada. Fuentes diversas aseguran que iban repletas de dólares destinadas a una empresa española.

A pie de pista, le aguardaba el socialista español Ábalos, entonces ministro de Transporte, y su mano derecha, Koldo García, investigado ahora por una enorme trama de corrupción. Delcy pernoctó en la sala VIP, pese a que en esa fecha –19 enero de 2020– la Unión Europea le prohibía pisar su suelo.

¿Qué respondió en su día el gobierno Sánchez –conformado por socialistas y partidos de extrema izquierda, íntimos de Petro– cuando se conoció la noticia? Que eran inventos de la oposición, que el ministro nunca la vio, que la señora no se bajó de su avión, que fue una parada técnica. Después, a medida que se probaban hechos, fueron cambiando la versión con otras mentiras y se quedaron tan frescos.

Traigo esta noticia a colación porque apuntala la hipótesis de que el entramado para mantener al chavismo en el poder es más fuerte que el de Washington para derrocarlo.   

Nada es casual en la izquierda más radical, todo tiene un motivo. Como declarar día cívico el viernes para que salgan de la ciudad los bogotanos. Son de un cinismo atroz.

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