Por Silja Thoms en DW
Al cerrar miles de salones de belleza en todo Afganistán, los talibanes han dado otro paso para borrar a las mujeres de la vida pública. Aquí repasamos otras violaciones a derechos y restricciones contra las mujeres.
Miles de salones de belleza se verán obligados a cerrar este mes en Afganistán tras un decreto de los talibanes. Para muchas mujeres, estos lugares eran la última oportunidad que les quedaba de ganar dinero legalmente. No solo eran la única fuente de ingresos para muchas familias, sino que también proporcionaban espacios seguros para que las mujeres se reunieran, intercambiaran ideas y se sintieran bienvenidas.
Casi ningún otro país coarta tanto los derechos de la mujer como Afganistán. «En los últimos 22 meses se han restringido todos los aspectos de la vida de las mujeres y las niñas. Están discriminadas en todos los sentidos», declaró el 19 de junio Nada Al-Nashif, Alta Comisionada Adjunta de la ONU para los Derechos Humanos.
Un reciente informe del Consejo de Derechos Humanos de la ONU afirmaba además que la «grave, sistemática e institucionalizada discriminación contra mujeres y niñas está en el corazón de la ideología y el gobierno talibán«, y añadía que los talibanes «pueden ser responsables del apartheid de género».
Las mujeres ya no pueden estudiar
Desde que los talibanes tomaron el poder en Afganistán en agosto de 2021, las mujeres tienen prohibida la enseñanza superior. Al principio, las mujeres y los hombres estaban estrictamente separados en las universidades. Durante algún tiempo, las estudiantes solo podían recibir clases de otras mujeres o de hombres mayores. A finales de 2022, un decreto del Ministerio de Educación afgano puso fin a esta situación y expulsó por completo a las mujeres de las universidades.
En su momento, los talibanes justificaron su prohibición alegando que muchas alumnas no habían llevado el atuendo islámico adecuado, como el hiyab, y que se había producido una mezcla de géneros.
En diciembre de 2022, el portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, dijo que era difícil imaginar cómo Afganistán podría desarrollarse y abordar los retos a los que se enfrenta sin la participación activa de las mujeres y la educación que aportan, señalando el «impacto devastador en el futuro del país».
Excluidas del mercado laboral
No solo se ha prohibido a las mujeres acceder a la educación, sino que también se las ha excluido del mercado laboral. Según la Organización Internacional del Trabajo, el número de mujeres empleadas el año pasado descendió un 25 % en comparación con mediados de 2021.
Los talibanes han prohibido a las mujeres trabajar en Naciones Unidas o con organizaciones no gubernamentales. Esto ha llevado a varias ONG internacionales, como Save the Children, el Consejo Noruego para los Refugiados y CARE, a cerrar sus operaciones en Afganistán, porque no pueden ejecutar sus proyectos sin personal femenino. Miles de empleadas del gobierno fueron despedidas o incluso se les pagó para que se quedaran en casa.
A principios de este año, Yamini Mishra, directora regional de la oficina de Amnistía Internacional para Asia Meridional, afirmó que prohibir a las mujeres trabajar para ONG en Afganistán estaba agravando la crisis humanitaria. «Es como si los talibanes estuvieran llevando intencionadamente al país a la hambruna», afirmó.
La atención sanitaria también está restringida
Afganistán es uno de los países más peligrosos del mundo para las mujeres, las madres y los bebés. Cada año, unas 70 de cada 1.000 mujeres mueren durante el embarazo o el parto. Muchas madres no tienen suficiente para comer, lo que aumenta el riesgo de complicaciones durante el embarazo. Después de dar a luz, luchan por alimentar a sus hijos.
La organización humanitaria Médicos Sin Fronteras ha declarado que la decisión de los talibanes de excluir a las mujeres de la educación superior y de su empleo en organizaciones de ayuda ha empeorado drásticamente el acceso al tratamiento médico. Esto se debe especialmente a la restricción de viajar que los talibanes han impuesto a las mujeres. En las zonas rurales, el hospital más cercano suele estar a más de 75 kilómetros de distancia, y las mujeres no pueden viajar sin ir acompañadas de un «mahram», un padre, marido o hermano que actúe como chaperón. Para empeorar las cosas, muchos afganos apenas pueden permitirse el billete de un viaje tan largo, y mucho menos para dos personas.
Además, los talibanes han dictaminado que las mujeres solo pueden ser atendidas por médicas. Hasta ahora, han podido seguir trabajando en los hospitales, pero hay muy pocas médicas, sobre todo en las zonas rurales. Y ellas también están sujetas a las mismas restricciones de movimiento que sus pacientes.