Por Tomás Páez

Nosotros cuya patria es el mundo, como a los peces el mar…| Dante Alighieri

Europa es un extraordinario ejemplo del ensanchamiento de la ciudadanía global. No es el único:  Venezuela fue considerada “la octava isla” de Canarias; otro ejemplo, la Commonwealth de países de habla inglesa. “La Unión Europea se ha definido desde sus inicios como un proyecto y no como un territorio, se ha planteado como entidad política y no geográfica, ha delimitado sus confines luego de haber obtenido un buen éxito en sus negociaciones con candidatos a adherirse y no sobre la base de declaraciones de principios sobre las demarcaciones últimas de la civilización europea” (Edgar Morin, Mauro Cerruti). La “nueva  geografía”, por tanto, es transfronteriza,  humana y dinámica.

Una persona nacida en Alemania o España, añade a su nacionalidad la europea entre otras posibilidades, comparte con los nacionales de los 27 estados miembro, un espacio común. Una innovadora manera de pertenencia más amplia e integradora, una original forma de ciudadanía, que interpela e invita al debate alrededor de la estrechez de la noción de Estado-Nación. Los ciudadanos del planeta, no solo los europeos, pertenecen a variados grupos y organizaciones locales y transnacionales, conectados social, cultural, política y económicamente.

La extraordinaria movilidad de las diásporas, fragua, a su modo, nuevas geografías. Quienes arriban, más que huéspedes, son parte de la sociedad de acogida a la cual se integran. La reciente presencia de ciudadanos venezolanos en todo el planeta suscita innovadoras interrelaciones e intercambios, en todas las esferas del quehacer humano, con la sociedad receptora. De este modo adquiere vida la comunidad venezolana global; como ocurre con toda diáspora.

Con ellas, los países de origen extienden su presencia global; los más de 30 millones de migrantes de la India o los 12 millones de migrantes mexicanos. Tejen “modernas geografías”, originales “realidades territoriales”, cuyos límites superan los impuestos en el mapa del Estado Nación. Con la movilidad de la diáspora se multiplican los encuentros, los intercambios sociales con la sociedad de acogida y origen y entre las distintas redes en las que participan.  Surgen modernas ciudadanías y, en este periodo de transición digital e Internet en el cual proliferan los encuentros virtuales, se gesta la ciudadanía digital, la ciberciudadanía y redes de carácter transnacional y por tanto globales.

La sociedad venezolana lo ha vivido en carne propia, tras 500 años de historia como país receptor de migrantes provenientes de todos los continentes. Las mezclas originan familias de múltiples nacionalidades, descendientes plurilingües, integrados y aglutinados por el sentido de pertenencia a las sociedades receptoras y de origen, no escindidos sino unidos. Lo confirman las hermosas historias de centenares de entrevistas a profundidad e historias de vida que estamos realizando a migrantes retornados desde Venezuela.

En ese “territorio virtual global” se entrelazan relaciones, intereses y se producen intercambios de ideas, proyectos, productos y servicios. Se edifican nuevas formas de agrupación y trabajo en redes. Ciudadanos con dos y más pasaportes y múltiples nacionalidades, con permisos de permanencia e irregulares, como lo señal Amartya Sen, una sociedad “multiidentidad”, “multipertenencia”, así se alza una nueva venezolanidad. Son venezolanos allí donde se encuentran, viven en países distintos, geográficamente distantes, con culturas y lenguas diferentes, pero no dejan de pensar en el país; “Lejos pero no ausente”. Como nos han dicho en las entrevistas, la venezolanidad, se lleva en el corazón, en el marco de los nuevos cruces.

El régimen venezolano ha cancelado el sentido común y en su ignorancia voluntaria, escinde a los ciudadanos entre los que están dentro y los invisibles, estos están fuera, los denomina ”lavaretretes”, eso sí, útiles para la publicidad estruendosa cuando retornan. Quienes están “dentro” tienen “fuera” a sus familiares y descendientes y ambos están unidos por un “original cordón umbilical” que los aglutina y conecta. La diáspora impacta la estructura poblacional y los procesos de planificación y suministro de servicios en el país de origen, otro motivo del inexplicable e inadmisible silencio del gobierno.

Esa ceguera fingida, pues entienden la política como acto de fingimiento, les incapacita para hacer frente a la nueva realidad, cuya sola presencia en el mundo es una denuncia y una confirmación de que las ruindades del régimen no caducan. El servicio exterior concebido para un país de inmigrantes ha sido utilizado para los fines particulares de los más conspicuos representantes del gobierno. Lejos de adecuarse a la realidad de una creciente demanda de servicios de parte de un incesante éxodo, cierran consulados y empeñados como están en apartar a Venezuela del mundo occidental, de las libertades y la democracia, acuerdan y negocian con los gobiernos de países con escasa presencia de venezolanos. El “territorio” y la comunidad global de la diáspora venezolana y el ejercicio de la diplomacia pública se sitúa en el campo opuesto al del régimen.

Veamos otro indicador, otra prueba más de la relación fluida “dentro”-“fuera”, las remesas que los ciudadanos envían a familiares y amigos “dentro” de Venezuela. De acuerdo a estudios recientes, la remesas en la región aumentaron 25% en el año 2021 con respecto al año anterior y en 2022 se estima en 14% el incremento en relación con 2021. Las remesas impactan positivamente el desempeño del PIB en los países de acogida y origen y la intensidad de éste depende de las capacidades, infraestructura y disposición a utilizar este capital humano.

Otros reconocen la existencia de la diáspora y usan consignas como la tan trillada “cuando todos regresen”, en las que se confunden deseos con realidad, en el mejor de los casos, evidencia de una profunda incomprensión del hecho migratorio. No se trata de acostumbrarse a esa realidad, sino de desarrollar políticas que estimulen la conexión que ya adelantan las organizaciones transnacionales en la nueva geografía.

Nuestro trabajo global con la diáspora y sus organizaciones, en los cinco continentes, nos ha permitido identificar los principios aglutinantes de su esfuerzo: el compromiso y amor por el país, el deseo de recuperar las libertades, la democracia, la dignidad y la institucionalidad y el de ser parte de la reconstrucción del país en un clima de paz alejado de la tirantez y la confrontación; un “territorio” que se entrelaza en una compleja urdimbre de red de redes. Unidos por la esperanza y las expectativas, prefigurando la ciudadanía futura sobre la base del cruce dinámico de las “identidades”.

Ciudadanos y organizaciones del reciente “territorio” construyen ágoras virtuales, redes, comunidades y relaciones de alcance planetario. Relaciones que se desenvuelven en plataformas, forma de relación e interacción, adecuadas al nuevo entorno virtual, digital, medio de aglutinar a la “venezolanidad” con independencia del lugar de residencia. Esta nueva y extraordinaria realidad no puede abordarse con los enfoques y miradas de ayer o con eslóganes simplificadores de realidades complejas.

La migración es un fenómeno poliédrico: desgarramiento y dolor, esperanza, alegría y nuevas posibilidades y oportunidades. Cada uno lleva consigo sus habilidades y competencias, sus dolores, su formación previa, gastronomía y gustos, música y humor, en cada comunidad en la que vive un venezolano allí está Venezuela.

En la cohesión social y económica de la red global la empresa y el comercio desempeñan un rol fundamental. En el intercambio de conceptos, bienes y servicios, surgen los acuerdos entre proveedores, distribuidores, la producción y el consumo, la difusión tecnológica, la creación de riqueza y empleo. Por ende, una pieza medular de esa urdimbre de la estrategia de gobernanza global el emprendimiento, el cual requiere de un decidido compromiso del liderazgo del sector privado; empresas y gremios empresariales profesionales están llamados a ocupar un lugar preponderante. En nuestro estudio hablamos de las tres “E” una de ellas, el importante porcentaje de emprendedores que caracteriza a la diáspora venezolana. Emprenden en los sectores “formal” e “informal” de la economía, además, se desempeñan como trabajadores por cuenta propia.

Los empresarios y los gremios son conscientes de la importancia estratégica de construir redes, de favorecer la creación de la comunidad empresarial global, de una comunidad de negocios planetaria, que ya anuncian las organizaciones de la diáspora, líderes de la red global. La comunidad global facilita la movilidad y conectividad exigida por las empresas y el mercado. Las redes y plataformas establecidas por las organizaciones son el embrión del modelo de comunidad global. Solo pensemos en el aumento de la demanda de productos y servicios asociados a cada diáspora: arroz, harina, queso, vinos, ron, gofio, garbanzos, bacalao, pulpo, atención médica.

Los más de 7 millones de “embajadores” reales, ejercen la diplomacia pública y se conectan y cohesionan alrededor de sus respectivas áreas de trabajo estableciendo vínculos flexibles, ágiles y en permanente movimiento. Su carácter transnacional le permite operar globalmente, en espacios más amplios que el territorio que habitan.

La consolidación de la comunidad global, cuyo desarrollo se ha sustentado en la CONFIANZA Y LA CREDIBILIDAD, requiere del liderazgo de la sociedad civil y del sector privado, en medio de la incertidumbre resultado de un mundo siempre cambiante. La región ha visto crecer la movilidad de las personas, muchas diásporas coexisten en el continente ensanchando las oportunidades y posibilidades de desarrollo y crecimiento, que no es recomendable desperdiciar o desaprovechar.

La producción en red, en varias ciudades y países, hace posible encontrar en cada uno de ellos a ciudadanos venezolanos que facilitan la internacionalización de las empresas, el acceso a proveedores, establecimiento de alianzas y acuerdos de cooperación financiera, tecnológica y de mercado y de este modo todos se benefician. La reconstrucción de Venezuela no pasa necesariamente por producir y trabajar en los límites del Estado Nación, el concurso de los venezolanos de la “nueva geografía” hace y hará una importante contribución a ese urgente y necesario proceso.

@tomaspaez @vozdeladiasporaven


 Tomás Páez, es Dr. Planificacion, Sociólogo UCV. Profesor titular coordinador Obsevatorio de la Diáspora Venezolana.