Vía InSight Crime

En un inusual comienzo de año, las autoridades venezolanas han acusado, destituido e incluso detenido a una serie de funcionarios judiciales por corrupción en toda Venezuela. 

Las autoridades en Venezuela rara vez hacen tales acusaciones tan públicamente, por lo que las detenciones y la publicación de pruebas, entre ellas grabaciones de audio encubiertas, ofrecen una mirada al interior de la caja negra de la corrupción judicial en el país. 

A continuación, InSight Crime examina los casos recientes y analiza la dinámica subyacente que impulsa esta corrupción, que, según los expertos, más que un fracaso institucional, es manipulación institucional.

Una avalancha de casos de corrupción

El escándalo más grande involucra a un fiscal de derechos humanos y una defensora pública que presuntamente recibieron sobornos de Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”, el líder fugitivo del Tren de Aragua, la banda criminal más poderosa de Venezuela.

A finales de enero de 2024, el fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, ordenó la detención del fiscal Renny Amundaraín Durán y de la defensora pública Adys Salcedo por cargos de retardo u omisión intencional de funciones, obstrucción de la administración de justicia y asociación para delinquir.

La fiscalía venezolana alegó que los dos funcionarios aceptaron US$360.000 de un líder no identificado del Tren de Aragua, prometiendo garantizar un trato favorable a familiares encarcelados del líder y devolver los bienes incautados por el Estado. Cuando el fiscal y la defensora supuestamente no cumplieron su parte del trato, el miembro del Tren de Aragua envió un sobre con grabaciones incriminatorias a la Fiscalía General, según informaron las autoridades.

“Él es más delincuente que yo, él es más bandido que yo”, se escucha decir al frustrado líder de la banda al defensor público Salcedo en una de las llamadas, refiriéndose al incumplimiento de la promesa del fiscal Amundaraín. 

Aunque las autoridades venezolanas no lo han confirmado, se cree que el líder es Niño Guerrero, el poderoso jefe del Tren de Aragua.

Guerrero está prófugo desde octubre de 2023, cuando las fuerzas de seguridad retomaron el control de la prisión de Tocorón, sede del poder del Tren de Aragua. 

Este escándalo judicial en el que se vio envuelto Guerrero llegó un poco más de un mes después de un caso similar, que dominó los titulares en Venezuela a lo largo de diciembre de 2023. 

El caso estalló cuando un periodista venezolano divulgó audios en los que se escucha a una mujer, supuestamente la jueza presidenta del Circuito Judicial de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes del estado Zulia, Marjorie Zucoswki Portillo Ramírez, dando instrucciones a los empleados judiciales para que exigieran comida y dinero a las personas que requieren los servicios del tribunal.  

Al parecer, la corrupción de Portillo Ramírez era un secreto a voces y, antes de que se filtraran los audios, los trabajadores judiciales habían publicado una carta abierta en la que afirmaban que no era apta para el cargo. 

“Desde la llegada de Marjorie Zucoswkis Portillo Ramirez, ejercer la abogacía en este Circuito Judicial se ha convertido en un suplicio”, dice la carta. “Atropellos, humillaciones, y violaciones de derechos, incluso, derechos humanos, situación que se ha convertido en el orden de día para abogados y usuarios del Sistema de Protección”.

Una institución rota  

Aunque los casos parecen estar motivados parcialmente por algún elemento de crimen organizado —especialmente el relativo a Niño Guerrero—, también resaltan cómo los tribunales son disfuncionales y cómo los bajos salarios del gobierno impulsan la corrupción sistémica en el sistema judicial de Venezuela.

Portillo Ramírez, Amundaraín Durán y Salcedo no son los primeros acusados. Según Saab, la Fiscalía General ha acusado a 412 funcionarios judiciales por corrupción durante su mandato, y ha condenado a casi 40. 

A principios de 2023, Una Ventana a la Libertad, una organización no gubernamental venezolana que trabaja en asuntos penitenciarios, dijo que había recibido múltiples denuncias sobre jueces que exigían sobornos a cambio de servicios judiciales, desde la concesión de medidas básicas de derechos humanos hasta resoluciones sobre la liberación de miembros de bandas. La organización citó el caso de Óscar Enrique Guzmán Chirinos, alias “Conas”, quien tras escapar de prisión en 2021, acusó al juez que presidía su caso de solicitar US$50.000 a cambio de un veredicto favorable. 

Como en otras instituciones públicas venezolanas, la corrupción es sistemática; sin ella, los empleados judiciales caen por debajo del umbral de la pobreza.

Los salarios de los jueces venezolanos oscilan entre US$100 y US$240 mensuales, dependiendo del rango. Según el Observatorio del Gasto Público en Libertad del CEDICE, una familia venezolana media necesita unos US$500 para sobrevivir. InSight Crime no pudo confirmar los salarios medios de fiscales y defensores públicos, pero expertos afirman que son insuficientes. 

“La administración pública se ha flexibilizado mucho y ha permitido que los funcionarios tengan otros trabajos o tengan otras fuentes de ingresos. Lo que pasa es que en algunos casos esas fuentes de ingresos son fuentes de ingresos ilegales”, dijo a InSight Crime un experto judicial venezolano que pidió permanecer en el anonimato por temor a represalias del gobierno.

Al coaccionar a sus subordinados, Portilla Ramírez parecía jugar directamente con esta realidad.

“Del sueldo no vamos a vivir, eso es mentira. Todos vivimos de los favores que nosotros realizamos a nuestros conocidos, contactos, etcétera”.

Mientras los bajos salarios empujan a los funcionarios judiciales a la corrupción, un sistema judicial disfuncional les da cobertura para esa corrupción. 

Por ejemplo, aunque la ley venezolana concede a los funcionarios dos años para condenar a alguien acusado de un delito, en realidad esa ley no se aplica, según dijeron múltiples expertos a InSight Crime. Esto brinda a las autoridades judiciales la oportunidad de extorsionar a los delincuentes condenados, dijeron.

“Pero esto no se cumple. Es letra muerta el Código Orgánico Procesal Penal”, dijo Carlos Nieto, coordinador de Una Ventana a la Libertad. “Tenemos presos que tienen desde hace meses la boleta de excarcelación hecha para que salgan de la cárcel, y no los sueltan, los siguen dejando detenidos”.

En las grabaciones de Portillo Ramírez, por ejemplo, se la escucha, presuntamente, alentando a sus subordinados a prometer a los familiares de los detenidos resolver asuntos legales pendientes a cambio de sobornos.

Corrupción a propósito 

El poder judicial de Venezuela no es inmune a la corrupción general y al clientelismo del país. Está en casi el último lugar del índice mundial en cuanto a adhesión al Estado de derecho del World Justice Project. Este fracaso es deliberado, dijeron expertos a InSight Crime.

Antes de negociar con el Tren de Aragua, Amundaraín dirigió las investigaciones de varios casos de ejecuciones extrajudiciales de alto perfil y encabezó las detenciones de activistas y periodistas críticos con el régimen del presidente Nicolás Maduro.

Los expertos dijeron a InSight Crime que esto no es coincidencia. Los salarios se mantienen bajos, en parte para permitir que el régimen controle el poder judicial de Venezuela, afirmaron.

La lógica es que, dado que sobrevivir con un salario judicial es imposible, cierto nivel de corrupción se hace inevitable. Esto permite a los partidarios de Maduro aprovechar la impunidad, ofreciéndosela a los funcionarios judiciales leales a sus intereses, mientras que mantiene la posibilidad de enjuiciamiento como una amenaza implícita para aquellos que no ayuden a promover sus intereses.  

Las investigaciones de las Naciones Unidas y las organizaciones no gubernamentales venezolanas han llegado a la misma conclusión. Según un informe de la Misión Internacional Independiente de la ONU de Determinación de los Hechos sobre Venezuela, altos cargos del gobierno dictan habitualmente la forma en que los jueces resuelven los casos y cometen delitos con impunidad. 

Este sistema de intercambio de impunidad por lealtad no se limita al poder judicial de Venezuela. Las investigaciones de InSight Crime han documentado cómo el régimen de Maduro utiliza sistemas similares para controlar tanto a los políticos locales como a las fuerzas de seguridad

“En Venezuela hay un solo sitio [del gobierno] que decide. Los demás simplemente obedecen”, dijo a InSight Crime un experto judicial que pidió permanecer en el anonimato por razones de seguridad. “En otras palabras, ya no hay democracia”.