El economista Omar Zambrano publicó un hilo en su cuenta twitter describiendo el «frenazo» reciente que ha tenido la economía venezolana.

Se ha dado lo que algunos analistas previeron como el rebote del gato muerto (dead cat bounce) que sin cambios de fondo, la recuperación económica sería efímera para luego volver a caer

OVF reporta una sustancial caída de 8,3% en la actividad económica comparada con 1er trimestre de 2022. Este indicador es el único disponible para hacer seguimiento de la economía en ausencia absoluta de cifras oficiales del BCV.

¿Sorpresivo?

Lo primero que hay que decir es que este resultado es inusual: una economía que ha caído tanto, suele mostrar impulsos de crecimiento de mayor aliento una vez empieza a recuperarse. Vzla, luego de la incipiente recuperación de 2021-2022, vuelve a esta ad-portas de la recesión.

Lo primero que hay que decir es que este resultado es inusual: una economía que ha caído tanto, suele mostrar impulsos de crecimiento de mayor aliento una vez empieza a recuperarse. Vzla, luego de la incipiente recuperación de 2021-2022, vuelve a esta ad-portas de la recesión.

La advertencia, lamentablemente, se perdió entre tanta “Venezuela se arregló” y su coro de cheerleaders, mucho “analista” devenido en vendedor de humo y pensamiento mágico, poco análisis objetivo de las restricciones obvias al crecimiento económico en Venezuela. 

Pondré acento en tres características del crecimiento reciente:

1. Angosta base sectorial: concentrado solo en comercio y servicios
2. Limitado alcance territorial: concentrado en burbujas urbanas
3. Débil base salarial: un “boom” divorciado de la dinámica de ingresos laborales 

Sobre el punto 1: Que el sector comercio sea el “motor” de la recuperación es problemático: es de bajísima productividad y casi nulo valor agregado. Genera relativamente poco empleo, mayoría jóvenes no calificados y bajos salarios. Limites al crecimiento del consumo agregado.

Sobre el punto 2: Vzla es hoy un país económicamente fracturado, el hecho que la actividad económica esté tan concentrada espacialmente, genera enormes desigualdades regionales que limitan el acceso de millones de Venezolanos a mejores ingresos laborales. Límites al consumo.

Sobre el punto 3: El mini boom de consumo fue producto de impulso inicial después de la recesión y pandemia. Una parte cabalgó sobre los salarios dolarizados que, a pesar de seguir en niveles bajos, estaban creciendo. (remesas, actividades ilícitas y ahorros, parcialmente)

Pero dinámica salarial cambió luego de la maxi-devaluación y el choque inflacionario de fin de año 2022. Ingresos laborales se estancaron en un nivel muy bajo, en promedio un trabajador privado del sector más “dinámico”, de la ciudad con mayor actividad, gana unos USD 140 al mes. 

Salarios privados estancados, sumado a los salarios de hambre de millones de trabajadores públicos y pensionados, limitan la masa de ingresos laborales que debería ser la que alimente el consumo. Esta es la piedra de tranca de este juego. 

Al fin y al cabo, el empleo y los salarios de otros sectores no están contribuyendo a la demanda, es decir, la actividad económica no está produciendo los ingresos suficientes para fondear el consumo que permita que la rueda siga girando. 

El resultado está a la vista en el reporte de OVF: la rueda se está parando. Mucha oferta de salmón ahumado, vodka ruso y restaurantes voladores sin demanda.

En Caracas y otras ciudades se nota inversión reciente en el sector de comercio y servicios completamente desoladas. 

Las condiciones socioeconómicas generales, que habían mejorado parcialmente, vuelven a recibir un golpe. La caída de los ingresos reales en Bs. y USD pone mucha presión sobre los ingresos familiares. Muchos vuelvan a asomarse al hambre. 

Las perspectivas no son buenas, se estanca el «motor» comercial, mientras condiciones para retorno de inversión real en otros sectores (i.e. seguridad jurídica, servicios públicos, financiamiento, estabilidad macro, etc.) brillan por su ausencia.

No pinta bien 2023.