Por Laszlo Beke
La batalla determinante entre Estados Unidos y China no será ni militar, ni comercial. La batalla tecnológica será la más importante. Los flujos de información y de energía apuntalan toda la actividad económica, y las tecnologías avanzadas sustentan ambas. Esa es la razón del enorme interés por las guerras tecnológicas entre Estados Unidos y China. Estas arrancaron en el primer período de Trump y han continuado con la administración Biden. El costo más grande consecuencia de las guerras tecnológicas podría ser la bifurcación de los sectores de la información y de la energía a nivel global, llevando a limitar el crecimiento económico y a la ralentización de la descarbonización. Esto probablemente aceleraría el desarrollo de ofertas chinas de tecnología en mercados donde Estados Unidos tiene poco o ningún control. De forma inadvertida, esto podría conceder mayor poder a China para establecer los estándares tecnológicos en las partes del mundo que utiliza sus equipos.
El hecho que China o Estados Unidos controlen las tecnologías de la energía y de la información se convierte en una cuestión “etno-civilizacional”. La temperatura de esta confrontación estará aumentando en los próximos años. Ninguna administración de Estados Unidos dejará de retar a China en un tema, que conjuntamente con el venezolano, probablemente tienen el mayor apoyo bipartidista en Washington. Y es impensable que bajo el liderazgo de Xi, China ceda terreno en lo que considera la posición legítima de China en el orden global.
La próxima etapa de las guerras tecnológicas ocurrirá en dos ámbitos: (1) Fabricación de chips – es la que crea el mundo de la infraestructura de procesamiento de la información, incluyendo aquella que entrena y procesa el software de inteligencia artificial. Para Estados Unidos es intolerable cualquier grado de control chino sobre la producción de los chips; (2) Tecnología verde – es determinante, en la medida que sus componentes se convierten en la columna vertebral de toda la economía global. Para China, su fortaleza en este campo no es solamente la consecuencia natural de dos décadas política industrial focalizada, sino que también es la confirmación de su importante rol como líder global.
En este momento, la batalla menor está referida a Apps. En abril 2024, el congreso estadounidense aprobó una resolución exigiéndoles a los dueños chinos de TikTok, una plataforma utilizada por 170 millones de estadounidenses, vender sus acciones en 270 días o enfrentar sanciones. Unos días antes de dicha fecha, las autoridades chinas forzaron a Apple a eliminar WhatsApp y Threads (ambos de Meta) de su tienda china de Apps. Los Apps son una preocupación de segundo orden, por cuanto ellas requieren chips y energía para funcionar, no lo contrario.
Fabricación de chips
Estados Unidos están presionando a los fabricantes de chips de tecnología de punta a instalarse en Estados Unidos. Esto incluye subsidios para construir fábricas en Estados Unidos, US$6.600 millones para TSMC y US$6.400 millones para Samsung. La fabricación de chips por parte de China, no ha avanzado de manera espectacular, a pesar de subsidios gubernamentales en el orden de US$150.000 millones en diez años. Esto se debe en parte al bloqueo del flujo de dicha tecnología hacia China, aplicado por Estados Unidos en los dos últimos años.
En el campo de los chips, Huawei fue la empresa que sufrió las consecuencias de las sanciones en Trump I, habrá que ver que hará Trump II. La posibilidad de sanciones asociadas a los chips también podría afectar a las empresas surcoreanas, SK Hynix and Samsung, las cuales han invertido más de US$20.000 millones en China desde el 2020. Los subsidios en Estados Unidos están atados al requisito de no invertir en China. También pueden quedar afectados otros. MGI, una empresa derivada de la china BGI, fabrica equipos para secuenciación del genoma es un posible objetivo. Asimismo, existe la posibilidad de reformas de la agencia encargada del control de exportaciones (BIS).
Si Estados Unidos actúa contra los fabricantes de chips, China tiene pocas opciones (que no sean autodestructivas) para contrarrestar, El año pasado aplicó una, colocando controles de exportación sobre galio y germanio, dos materiales de bajo uso, pero ingredientes importantes en el proceso de fabricación de chips. En el año 2022, China suplía 98% del primero y 60% del segundo. Sin embargo, el poder del control de commodities es débil en comparación con el control de la propiedad intelectual por parte de Estados Unidos. Tienen mejores posibilidades los esfuerzos de China para dominar la producción de chips menos avanzados tecnológicamente.
Tecnología verde
China por su lado, ha avanzado en tecnología verde: Long es el principal fabricante de paneles solares en el mundo; CAT, la mayor empresa de baterías y BYD está compitiendo con Tesla para ser el principal fabricante de vehículos eléctricos. Aquí es poco lo que Estados Unidos puede hacer tecnológicamente frente a China. Así que el plan estratégico para los próximos años es limitar el acceso al mercado estadounidense, el segundo mayor en el mundo, y persuadir a sus aliados para que hagan lo mismo. Con Trump el juego podría cambiar, debido al enfoque agresivo y agnóstico que posiblemente adoptará hacia el clima y lo cual podría empeorar su posición. China instaló más energía verde en 2023 que la que tiene Estados Unidos en total.
El sector automotriz es uno de los que más sufriría con el ataque anti-verde. Trump ha comentado que los vehículos eléctricos son un engaño y que los fabricados por China destruirían el sector automotriz estadounidense. Las posibles complicaciones que puedan aparecer afectarían los planes de inversión conjunta con empresas chinas, para colocar fábricas de baterías en Estados Unidos. Las empresas chinas de energía solar, automóviles eléctricos y baterías continuarán buscando formas de entrar en los mercados estadounidense y europeo. Eso podría ser a través de inversiones conjuntas con empresas locales o en situaciones como fábricas en México, donde Estados Unidos tiene un acuerdo de libre comercio. Sin embargo, el mercado local de China, y del resto del mundo no democrático, provee muchas oportunidades para China. China, en los chips tiene poder de mercado, pero no tiene dominio tecnológico. En tecnología verde tiene ambos.
La guerra extendida
El efecto potencial de guerras tecnológicas extendidas en el tiempo necesita ser considerado. Cualquier administración estadounidense que batalle contra China, en cada frente, podría perder foco en aquellas que importan de verdad. Las exportaciones de tecnología verde de China están creciendo en todo el mundo, con el efecto mayor dentro de China misma, así que negar acceso al mercado estadounidense no debilitará mucho a las empresas chinas. Un esfuerzo más unilateral para controlar el flujo de las tecnologías avanzadas hacia China, pudiera dañar la frágil coexistencia que se ha construido en los años recientes con Japón y otros. La políticas aplicadas por Estados Unidos también podrían alienar a los aliados europeos, que se muestran menos propensos al control de exportaciones hacia y en inversiones en China que Estados Unidos. El enfoque de la administración Biden hacia China y la tecnología ha sido relativamente predecible y por ello menos disruptivo. El enfoque de la administración Trump podría ser más agresivo y podría terminar con resultados menos favorables para Estados Unidos, China y el mundo.
Se hace referencia a The tech wars are about to enter a fiery new phase. También aparece en mi Portal https://tinyurl.com/4uwj4v7m