En el contexto espiritual o filosófico, la separación se refiere a la ilusión de que somos seres individuales y separados unos de otros y del resto del universo.
Por: Rafael Egáñez Anderson
Esta idea de separación es una construcción mental que surge de la identificación con el ego, que es la creencia de que somos seres individuales con necesidades, deseos y preocupaciones separados y distintos de los demás.
El ego puede ser una fuente de separación cuando nos enfocamos demasiado en nuestra propia individualidad y perdemos de vista la conexión que tenemos con los demás y con el mundo.
Podemos comenzar a ver a los demás como objetos o amenazas en lugar de seres igualmente valiosos y significativos.
La percepción de la separación nos hace sentir aislados y desconectados del mundo que nos rodea, y nos lleva a enfocarnos en nuestras diferencias en lugar de nuestras similitudes.
Esta ilusión de separación puede ser la fuente de muchos problemas en nuestra vida, incluyendo el conflicto interpersonal, la soledad, la insatisfacción, el miedo, baja autoestima y la falta de propósito.
Comparativamente somos menos o somos más; surge un proceso desfigurado del YO que nos aparta del mundo circundante y puede llevarnos a un callejón, encerrándonos en un ambiente denso sin salida aparente.
En contraste, la percepción de la unidad se refiere a la comprensión de que todos estamos conectados y somos parte de una única realidad interdependiente.
En esta perspectiva, somos seres interconectados, y lo que hacemos afecta no solo a nosotros mismos, sino también al mundo que nos rodea.
La comprensión de la unidad nos permite apreciar la diversidad y la belleza de la vida, y nos inspira a trabajar juntos por el bien común.
Cuando nos sentimos separados de los demás o del mundo, podemos aferrarnos aún más a nuestra propia individualidad y aferrarnos a nuestro ego como una forma de protegernos y afirmar nuestra propia identidad.
En este sentido, la separación y el ego pueden ser un ciclo vicioso que se refuerzan mutuamente, energías densas de baja vibración toman el mando de la propia individualidad del ser.
Para superar esta dinámica, es importante cultivar una mayor conciencia y comprensión de nosotros mismos y de nuestra relación con los demás y con el mundo.
Esto puede implicar el desarrollo de habilidades de empatía y compasión hacia los demás, así como el reconocimiento de nuestra propia vulnerabilidad y limitaciones.
Al hacerlo, podemos disminuir la influencia del ego y trabajar hacia una mayor conexión y armonía con los demás y con el mundo que nos rodea.
Medita, has alquimia, práctica la observación real de tu propia persona, ubícate en el contexto que te muestra la realidad y date cuenta del posible encierro y estado separado; avanza, se empático y concreta el cambio necesario que ayudará a re-insertarte en tu propia existencia.
¡Avanza!