Aunque no lo parezca a simple vista, el mundo según los gatos domésticos es muy distinto del que nosotros habitamos. Para ponernos en las patas de un gato, primero tenemos que entender cómo experimenta el mundo. Aunque los gatos utilizan los mismos sentidos que los humanos (la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto), entienden y procesan su información de forma muy distinta.
Por: Carrie Arnold – National Geographic
En los aproximadamente 10 000 años que los gatos han pasado en compañía de las personas, hemos tenido poca influencia sobre cuándo y con quién se han apareado. Físicamente, los gatos domésticos varían relativamente poco de sus parientes salvajes; la mayoría de las razas de gatos tienen menos de 200 años y son bastante uniformes en tamaño y forma. Todo esto ayuda a subrayar lo reciente que es la domesticación de los gatos, también por eso no es fácil saber interpretar como ven ellos el mundo.
Llegar a comprender como ve y siente el mundo un gato, podría haber evitado inversiones inútiles, como cuando el servicio de inteligencia estadounidense pretendió usar gatos como espías durante la Guerra Fría.
Pero saber que tienen algunos sentidos tentadoramente parecidos a los nuestros puede ayudarnos a convivir más armoniosamente con nuestros peludos amigos. A continuación te contamos cómo aprender más sobre cómo funciona tu gato para que podáis desarrollar una mejor conexión.
Vista
Al igual que los humanos, los gatos utilizan la vista para ver el mundo que les rodea y cazar su próximo tentempié. Pero las diferencias entre los ojos de los humanos y los de los gatos hacen que veamos el mundo de forma muy distinta.
Aunque la precisión con la que un gato se abalanza en la oscuridad pueda hacer pensar que lleva incorporadas gafas de visión nocturna, lo cierto es que los gatos necesitan algo de luz. Pero aunque la visión nocturna de un ser humano sea, en el mejor de los casos, dudosa, la oscuridad es el momento en el que los gatos brillan (metaforicamente hablando, claro). Millones de años de evolución han hecho más probable que muchos gatos estén activos y cacen al anochecer y al amanecer.
La luz entra en el ojo a través de la córnea, la superficie redonda y transparente del ojo del gato. La córnea enfoca la luz sobre la retina, que recubre la parte posterior del ojo por dentro. La córnea del gato es grande y tiene forma de cúpula, lo que permite a sus ojos recoger el máximo número de fotones, una adaptación clave para su vida con poca luz. Las pupilas de los gatos son largas y verticales, se estrechan hasta formar una rendija a plena luz del día y se multiplican por 300 cuando oscurece (las pupilas humanas sólo crecen 15 veces).
El dorso de los ojos de los gatos tiene una capa llamada tapetum lucidum, que refleja la luz no absorbida en las retinas, una adaptación para ayudar al gato a ver con poca luz, y provoca el brillo ocular, el resplandor que se aprecia cuando les da la luz en la oscuridad. Su visión periférica también es mejor que la nuestra.
Otros aspectos de la visión felina no son tan nítidos. Como sus retinas tienen menos conos (los fotorreceptores que perciben el color), se cree que los gatos ven el mundo de forma menos vibrante y con menos matices que los humanos. Estos conos también son responsables de la nitidez de la visión, por lo que la vista de un gato es más borrosa, a pesar de su superior visión con poca luz. Lo que los gatos pueden ver a 6 metros de distancia, nosotros lo vemos a 30 metros.
Pero esto no les frena. Los gatos responden más fácilmente al movimiento que a los intrincados detalles y colores de una imagen, por lo que no se ven obstaculizados por su reducida visión del color.
Sonido
Las orejas triangulares de los gatos actúan como pequeñas antenas parabólicas peludas. Sus pabellones auditivos, o pabellones auriculares, pueden girar independientemente hacia delante, hacia atrás y hacia los lados para localizar un sonido. Los 180 grados de rotación de los pabellones auriculares permiten a los gatos localizar un sonido con una precisión de varios centímetros en sólo seis centésimas de segundo (más rápido que un parpadeo) a una distancia de hasta un metro.
También pueden distinguir diferencias extremadamente sutiles en los sonidos, incluso de tan sólo una décima de tono. Pero su oído ultrasónico (muy superior al de los humanos e incluso al de los perros) no significa que Beyoncé y Beethoven sean del gusto musical de un gato. En 2015, un equipo de investigación de dos universidades estadounidenses probó melodías que incorporaban sonidos felinocéntricos que incluían ronroneos y un pulso que recordaba a la succión. Los resultados mostraron que los gatos preferían las canciones gatunas («Cozmo’s Air» y «Rusty’s Ballad») a la música compuesta para personas.
Olfato
El olfato, a diferencia de los otros cuatro sentidos, está plenamente desarrollado nada más salir del útero felino. El gatito recién nacido utiliza rápidamente su nariz para orientarse hacia el pezón más cercano y obtener su primer sorbo de calostro y leche nutritivos.
Los expertos creen que el sentido del olfato de un gato es unas 14 veces mejor que el nuestro. El epitelio olfativo de un gato doméstico (el tejido especializado de la nariz que contiene los receptores que detectan los olores) es de cinco a 10 veces mayor que el de un ser humano. Como resultado, los gatos tienen hasta 200 millones de células especializadas en detectar olores, frente a nuestros cinco millones.
Nuestros amigos felinos disponen de otra herramienta: el órgano de Jacobson. Situado encima de la boca, las células receptoras del órgano de Jacobson conectan con la parte del cerebro asociada a los comportamientos sexuales, alimentarios y sociales. Si los gatos huelen algo interesante, abren parcialmente la boca y curvan el labio superior. Esto desvía las moléculas de aire hacia el órgano de Jacobson. El aire inhalado queda atrapado en el epitelio olfativo y/o en el órgano de Jacobson, lo que proporciona a los gatitos una oportunidad adicional de detectar moléculas de olor.
Tacto
Los bigotes de los gatitos pueden ser una de nuestras cosas favoritas, pero los gatos realmente dependen de ellos.
Conocidos formalmente como vibrisas, los bigotes son más largos y gruesos que el pelo normal de los gatos. Cada uno de los bigotes de un felino crece a partir de un folículo lleno de nervios y vasos sanguíneos, lo que los hace tan sensibles como las yemas de los dedos humanos. Estas vibrisas ayudan a compensar la visión de cerca poco estelar del gato. Detectan sutiles movimientos del aire que pueden indicar la presencia de presas y ayudan a los gatos a sortear obstáculos.
Ahora que comprendes mejor cómo caminan los gatos por nuestro mundo, la forma de vivir de tu compañero felino quizá tenga un poco más de sentido.