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Juan Pablo Olalquiaga: «El que se calla por miedo es el verdadero derrotado»

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Por Alejandro Hernández en La Gran Aldea

Para el expresidente de Conindustria los gremios empresariales están en la obligación de hablar sobre política y los problemas importantes del país.

Que el empresariado se dedique exclusivamente a su actividad comercial dejando de lado la política es para Juan Pablo Olalquiaga un “contrasentido”.

El expresidente de Conindustria no comparte la postura de separar lo económico de lo político asumida por los representantes del gremio empresarial del país. Argumenta que mantener la institucionalidad y contribuir con la sostenibilidad democrática es parte de la “razón de ser” de instituciones como Fedecámaras, Conindustria y Consecomercio, por lo cual “no pueden abstenerse de opinar al respecto”.

Hay temas que deben ser abordados en las conversaciones con el Ejecutivo, apunta Olalquiaga. Y advierte que quien “no está en capacidad de asumir y las posiciones que el país necesita, debe hacerse a un lado para que otro las pueda plantear.

-¿Con Maduro en el poder es posible que haya una mejora estructural y continuada en la economía venezolana?

-Absolutamente no. Para que eso ocurra debe haber personas dispuestas a hacer inversiones significativas en diversos sectores de la economía, que propicien la formación de cadenas de suministro lo suficientemente importantes como para que de ahí se deriven actividades accesorias y productos terminados. Pero para que vengan inversores con la capacidad de generar estas dinámicas productivas es fundamental que haya un modelo político estable y un sistema de justicia imparcial que pueda garantizar las reglas de juego. En la Venezuela de hoy nada de eso existe.

-Entonces, ¿qué sentido tiene ser empresario en Venezuela?

-Es que por eso no hay empresarios legítimos nuevos, ni hay gente viniendo a invertir. Lo que hay son personas que ya estábamos y decidimos no irnos, porque ya es muy tarde o por múltiples razones. Lo que tienes hoy en el país es el legado de lo que una vez se hubo.

-Si las condiciones son tan precarias, ¿por qué no hay críticas ni exigencias por parte de Conindustria y Fedecámaras?

-Es difícil de responder eso, porque implica ponerse en la posición de los otros. Sin embargo, es evidente la existencia de una corriente que considera que no meterse en política y dedicarse estrictamente a la actividad comercial es el camino para sobrevivir y reducir las adversidades que impone el modelo de gobierno. Yo creo que esa es una estrategia equivocada. Luego está la otra visión que considera más oportuno incidir en lo político para volver a tener una nación con institucionalidad, donde se pueda progresar realmente, en lugar de pasarse la vida sobreviviendo en un mercado diminuto.

-¿El miedo a las represalias del régimen no juega un papel importante en esa actitud tan tímida de los gremios?

-Lógicamente, porque aquí todos somos vulnerables. Pero tener temor a represalias y no expresar opiniones políticas fortalece a quienes ejercen esas retaliaciones. Todos debemos involucrarnos, porque todos somos ciudadanos y no ejercer la ciudadanía a través de la opinión política fue uno de los errores que condujo a la llegada de la revolución.Un gremio como Fedecámaras está para propiciar un tejido político e institucional que garantice territorialidad, una justicia funcional y un sistema legislativo con el que todo el mundo empresarial pueda interactuar.

-Los principales gremios empresariales ven las cosas muy diferente a usted. En La Gran Aldea han sido entrevistados los presidentes de Conindustria y de la Bolsa de Valores de Caracas y ambos sostienen que en este momento se debe separar lo político de lo económico

-Me vienen dos ideas a la cabeza, la primera es el síndrome de Estocolmo: tratar de entender las razones del secuestrador, justificarlas y de alinearse con ellas como una estrategia para sobrevivir. Pero esa es una conducta que no contribuye ni a la supervivencia, ni al cambio. La segunda idea es la del “idiota griego”: en la antigua Grecia, el «idiota» era aquel que se negaba a participar en los temas públicos y solo se preocupaba por sus propios asuntos.

Para que haya un cambio es importante ser crítico, respetuoso, pero crítico. El que no se atreve a expresar sus ideas y se calla por miedo es el verdadero derrotado. Entiendo que debemos ser prudentes con un régimen como el de Venezuela, pero eso no significa que debamos dejar de decir aquellas cosas que verdaderamente importan.

-¿Cuáles esos temas empresariales que “verdaderamente importan” y deben abordarse?

-Hay que discutir sobre la tasa de cambio, debe dejar de verse como un factor perturbador. La sobrevaloración de la tasa de cambio, al usarse como anclaje inflacionario, ha privilegiado las importaciones por encima de la producción nacional y ha generado una inflación interna mucho mayor que la externa. Ignorar este tema es un error. Otro punto clave es la sobrecarga tributaria que enfrentan las empresas. Es primordial tener un sistema de justicia que te garantice imparcialidad y derecho a la defensa. Un asunto obvio es mejorar la precaria infraestructura que tenemos en el país. No es saludable presentar logros menores como significativos; es necesario hacer demandas más contundentes y estratégicas.

En conclusión, es importante ser crítico con educación y respeto, pero sin dejar de mencionar las cosas que verdaderamente afectan. No debemos enfocarnos solo en aspectos accesorios o menores que permitan una supervivencia limitada, sino en los problemas de fondo que realmente necesitan solución.

-Pero si ni siquiera se pueden plantear los temas importantes, ¿para qué sirve todo el silencio y la condescendencia que han mostrado los dirigentes de las principales cámaras?

-Hay un problema más grande y es que los dirigentes que están al frente fueron votados por las bases del empresariado, es decir, ellos son representantes escogidos por un sector bastante amplio del mundo empresarial. Entonces, si quienes los eligieron no les están recriminando, quiere decir que se sienten debidamente representados. Esto muestra una miopía importante y amerita una reflexión más de fondo.

-El dirigente Alfredo Ramos decía en una entrevista también en La GranAldea que existe un sector empresarial “oportunista” que se está prestando para que “Maduro normalice su dictadura“. ¿Usted qué opina?

-En las cámaras sectoriales y regionales hay un enorme rechazo al modelo chavista. El gremio empresarial no votó distinto a los otros sectores de la sociedad el 28J, pero hay un temor al castigo. Ahora, yo te digo, nadie debe dirigir un organismo cúpula como Fedecámaras, Conindustria o Consecomercio para quedarse callado. Por ejemplo, Fedecámaras ha debido manifestar que el Consejo Nacional Electoral (CNE) debe mostrar las actas que sustentan la victoria que le asignó a Nicolás Maduro. Es lo mínimo si estas al frente de una organización cuyo propósito también es contribuir a la sostenibilidad democrática como lo es Fedecámaras

-El actual presidente de Conindustria, Luigi Pisella, ha señalado como un logro del bajo perfil que han asumido, que ahora el presidente de Fedecámaras se reúne en privado con el presidente de la República. ¿Esto es positivo o negativo?

-Si te vas a reunir para plantear los temas de fondo que hemos mencionado y a pedir la implementación de políticas públicas e institucionales que ayuden a un desarrollo real del empresariado, vale la pena que vayas, por supuesto. Claro, lo mismo que comentes en privado debes decirlo públicamente, para mostrar coherencia. Ahora, lo que no tiene sentido es que vayas a ver al presidente de la nación porque te sientes importante, para que se vea que él te está recibiendo y solo para pedirle cosas menores.

Si tú sientes que no puedes decirle al jefe del Estado lo que debes expresarle porque eso te supone un riesgo, bueno, no te juntes con él. Porque un encuentro en esas condiciones lo que transmite es que la posición que él tiene es reconocida y compartida por ti. En este momento tan delicado, quien no esté en capacidad de asumir las posiciones que el país necesita, debe hacerse a un lado para que otro las pueda plantear.

-¿Por qué los principales voceros empresariales repiten públicamente el discurso del chavismo sobre las sanciones?

-Ahí no tengo respuesta que darte, pero podemos citar una frase de Pericles: la libertad es la segura posesión solo de aquellos que tienen el valor suficiente para defenderla.

-¿Cuál es su posición sobre las sanciones?

-La hecatombe por la cual ha pasado nuestra economía no es producto de las sanciones. Ahora, ¿las sanciones agudizan más el problema? Sí, en el sentido de que si el Estado venezolano no puede tener interacción con el Fondo Monetario Internacional o con el Banco Interamericano de Desarrollo; o si tiene que vender el petróleo por debajo del precio de mercado; por supuesto que se afectan los ingresos de la nación. Pero la otra pregunta es, en vista de los enormes desfalcos que ha habido, ¿si esos recursos estuvieran entrando al país, se estarían dedicando a la gente o la corrupción? Ahí está lo que hizo Tareck El Aissami, por ejemplo.

-Puntualmente, ¿a qué atribuye usted la “hecatombe” que ha padecido la economía venezolana?

-La destrucción de la economía venezolana no responde a las sanciones, sino a una cantidad importantísima de desaciertos que se vienen tomando desde que el expresidente Hugo Chávez empezó a controlarla hasta hoy: controles de precios, guías de movilización, expropiación o expoliación de empresas privadas, etcétera. Así se fue destruyendo el sector eléctrico, el de telecomunicaciones y la industria petrolera. Luego se dedicaron a imprimir dinero inorgánico, lo cual nos trajo la hiperinflación; ahí, afortunadamente, el gobierno reaccionó y posibilitó que se pudiese transar en dólares, levantando los controles de precios; medidas que fueron acertadas, aunque ya había un daño muy grande.

-¿Qué expectativas tiene sobre el 10E?

-Para que el resultado dado por el CNE tenga credibilidad interna e internacional es vital que el organismo electoral desmonte con sustento los elementos presentados por la Plataforma Unitaria. Como hasta ahora no lo ha hecho, lo más probable es que esa fecha sea un día muy triste para todos aquellos que aspiran el comienzo de la recuperación democrática e institucional de Venezuela.

¿Cómo ve la economía venezolana en el 2025?

-El gobierno que tenemos ha hecho esfuerzos por aumentar la extracción de petróleo, creo que este mes rondamos los 900 mil barriles diarios. Eso puede dar un poco de estabilidad, pero está atado a la licencia de operación de Chevron; por lo que si no hay reversiones a esos permisos de trabajo, el país tendrá un poco más de recursos que los que obtuvo este año.

Lo más probable es que no haya los sobresaltos de gasto público que hubo este 2024 por las presidenciales. También creo que el Banco Central mantendrá el esfuerzo que esta haciendo para modificar la paridad cambiaria y hacerla menos sobrevaluada, lo cual creo que es bueno. Hasta ahí, un avance más significativo que eso es imposible con el modelo político actual.

-¿Y ve viable una reversión de las licencias de operación las trasnacionales petroleras?

-Eso es decisión de Trump y si en Washington aún no saben qué es lo que hará, mucho menos lo vamos a saber desde aquí. Yo no me atrevería a pronosticar qué es lo que va a pasar. Pero en la medida en que no quiten las licencias, creo que podemos tener un 2025 similar a este año, tal vez con un poquito más de crecimiento. Si la paridad cambiaria se lleva a su precio de mercado, eso puede generar algo de exportaciones no tradicionales, pero siempre vamos a estar moviéndonos dentro de un mercado mínimo y un Producto Interno Bruto per cápita muy pequeño.

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