Frente a la pandemia se agudizó el interés de los padres por generar actividades que involucren a sus hijos con la naturaleza. El sedentarismo y sus consecuencias en la salud como obesidad o colesterol infantil, y las asociadas a la salud mental como la ansiedad, han alentado desde siempre mejoras en la calidad de vida, entre ellas, la vida al aire libre.
La creciente evidencia sugiere que la exposición a espacios verdes, como bosques, árboles en las calles, parques y jardines, tiene un efecto positivo en el desarrollo de la primera infancia. El contacto con la naturaleza reduce los efectos nocivos de la contaminaciones ambiental y auditiva.
La exposición al espacio verde se asocia con un mejor bienestar; problemas de comportamiento reducidos; menos síntomas y una menor incidencia del trastorno por déficit de atención con hiperactividad; y mejoras en la atención y la memoria de trabajo en los niños.
Los estudios también han demostrado asociaciones positivas entre la exposición al espacio verde que rodea a las escuelas y el rendimiento académico en lectura, escritura y matemáticas.
Ahora una nueva investigación demuestra que esos deseos deberían convertirse en una prioridad y que los niños pasen suficiente tiempo en espacios verdes podría tener mayores y mejores implicancias para su salud.
Las áreas verdes favorecen el desarrollo de los niños
Investigadores de la Universidad de Columbia Británica (UBC) demostraron que pasar tiempo en la naturaleza promueve el desarrollo de la primera infancia y puede ayudar a los niños a alcanzar los hitos esperados de aprendizaje y desarrollo cognitivo.
El estudio sugirió que vivir en áreas rodeadas de espacios verdes, más naturales, brinda a los niños una ventaja adicional en el desarrollo.
El equipo analizó las puntuaciones de desarrollo de 27.372 niños que vivían en el área metropolitana de Vancouver y asistieron al jardín de infantes entre los años 2005 y 2011. Los autores del estudio calcularon la cantidad de espacio verde que rodeaba la casa de cada niño desde el momento de su nacimiento hasta los cinco años.
Además, consideraron la contaminación del aire relacionada con el tráfico y los niveles de ruido de la comunidad para llegar a sus conclusiones.
En general, el equipo de UBC sostuvo que este trabajo sirvió para mostrar cuán importantes son los espacios verdes como parques, jardines y árboles en las calles para las comunidades y los habitantes locales.
“A la mayoría de los niños les estaba yendo bien en su desarrollo, en términos de habilidades lingüísticas, capacidad cognitiva, socialización y otros resultados» -explicó autora del estudio, Ingrid Jarvis, candidata a doctorado en el departamento de ciencias forestales y de la conservación de la UBC-.
Lo interesante es que los niños que viven en una ubicación residencial con más vegetación y entornos naturales más ricos mostraron un mejor desarrollo general que sus compañeros con menos espacios verdes.
Dra. Ingrid Jarvis
Efectos de la naturaleza en el organismo
El equipo de investigación señaló que al menos una parte de los beneficios tienen una conexión con la capacidad de los espacios verdes para mitigar el impacto dañino tanto de la contaminación del aire como del exceso de ruido.
Ambos impactos pueden impedir y afectar negativamente la salud y el desarrollo general de un niño al desencadenar un estrés adicional, causar problemas para dormir e incluso causar daños al sistema nervioso central.
“Pocos estudios han investigado esta vía que vincula los espacios verdes y los resultados del desarrollo entre los niños, y creemos que este es el primer estudio canadiense que lo hace”, agregó Jarvis.
El equipo midió el desarrollo infantil utilizando el Instrumento de desarrollo temprano (EDI). El maestro de jardín de infantes de cada niño completó una encuesta. El cuestionario pudo evaluar con precisión la capacidad de un niño para cumplir con las expectativas de desarrollo para su edad.
El tiempo en la naturaleza puede beneficiar a todos, “pero si queremos que nuestros hijos tengan una ventaja, es importante proporcionar un entorno enriquecedor a través del contacto con la naturaleza», concluyó Matilda Van den Bosch, autora principal del estudio.
«El acceso a los espacios verdes desde una edad muy temprana puede ayudar a garantizar un buen desarrollo social, emocional y mental entre los niños”.
Dra. Matilda Van den Bosch