Vía Al Jazeera
Es uno de los ríos más grandes del mundo y sus niveles de agua han caído a un mínimo histórico.
En medio de la sequía y los incendios forestales, el Río Negro se desplomó a una profundidad de 12,66 metros (41,5 pies) el viernes, según el Servicio Geológico de Brasil, una agencia gubernamental.
Esa es la profundidad más baja registrada desde que se tomaron las primeras mediciones en 1902. Y los investigadores en la ciudad portuaria de Manaus temen que los niveles de agua puedan caer aún más a medida que la estación seca continúa durante gran parte de octubre.
«Esta es ahora la sequía más grave en más de 120 años de mediciones en el puerto de Manaos», dijo Valmir Mendonca, jefe de operaciones del puerto, a la agencia de noticias Reuters.
El río Negro es un importante afluente del río Amazonas y una poderosa vía fluvial por derecho propio. El río drena más del 10 por ciento del agua de la cuenca del río Amazonas y es el sexto río más grande del mundo en términos de caudal promedio.
También es el río de aguas negras más grande del mundo, y la materia vegetal en descomposición da a sus corrientes un característico color oscuro.
Pero la sequía generalizada ha reducido el caudal del Río Negro y otros cursos de agua de la Amazonia, creando una crisis ambiental y económica.
Los científicos creen que el cambio climático ha exacerbado las condiciones habituales de la estación seca, dejando los lechos de los ríos secos, los barcos varados y los animales acuáticos varados.
Algunos expertos dijeron a los medios locales que el nivel del río Negro podría caer por debajo de los 12 metros antes de fin de mes. Las mediciones del viernes superaron el mínimo histórico registrado el año pasado, más tarde en la estación seca.
Otros afluentes del Amazonas, incluido el río Solimoes, que se cruza con el río Negro, también han experimentado niveles de agua históricamente bajos.
La sequía amenaza con provocar una crisis humanitaria para los más de 40 millones de personas que viven en la Amazonia y sus alrededores. Los residentes dependen de las vías fluviales no solo para beber y bañarse, sino también para el transporte y la alimentación.
Erick Santos, dueño de un restaurante, dijo al periódico O Globo que los negocios de su comunidad de Puraquequara, situada a orillas del río Negro, han sido devastados por la sequía y los alimentos básicos escasean.
“Nuestros ingresos han caído un 50 por ciento”, dijo al periódico. “Los fines de semana era habitual que la gente se lanzara al agua. Ahora todo es tierra”.
Los investigadores también han informado del hallazgo de delfines de agua dulce muertos a lo largo de las riberas de los ríos, debido al estrés causado por la sequía.
En los últimos meses, la selva amazónica ha estado luchando con precipitaciones por debajo de la media e incendios provocados por el hombre que han devastado la densa cubierta arbórea, alterando el bioma tropical.
Hasta el 59 por ciento de Brasil está sufriendo los efectos de la sequía, según informes gubernamentales del mes pasado.
“Es la primera vez que una sequía cubre todo el territorio del norte al sureste del país”, afirmó en septiembre Ana Paula Cunha, investigadora del Centro Nacional de Monitoreo y Alerta Temprana de Desastres Naturales.
“Es la sequía más intensa y generalizada de la historia”.