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¿Por qué salen verrugas en el cuello?

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El cuello es, a nivel de relaciones humanas, una de las partes más expuestas de nuestro cuerpo y una de las primeras que vemos cuando estamos conversando con otra persona. De ahí que todo aquello que pueda afectar a su estética sea motivo de preocupación. Y en este contexto, las verrugas que se desarrollan en el cuello son algo que preocupa a mucha gente.

Por: Pol Bertran Prieto – Médico Plus

Las verrugas son pequeñas protuberancias en la piel que parecen lesiones y que pueden desarrollarse en cualquier parte del cuerpo. A pesar de que no son peligrosas para la salud ni tienden a provocar dolor, sí que son incómodas, molestas y antiestéticas, dependiendo de la consistencia de la verruga y, sobre todo, de la región dermatológica donde se desarrollan.

En este sentido, las verrugas en el cuello son unas de las que más preocupan. Debido a su relativa alta frecuencia, al hecho de que pueden ocasionar lesiones secundarias si se rozan o se enganchan y, por supuesto, a su impacto a nivel estético, es importante conocer por qué surgen estas protuberancias en la piel del cuello.

Así pues, en el artículo de hoy y de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, vamos a analizar las bases clínicas de las verrugas que se desarrollan específicamente en el cuello, viendo las principales causas detrás de su aparición y analizando las opciones de tratamiento para las mismas. Empecemos.

¿Qué son las verrugas?

Las verrugas son pequeñas protuberancias, bultos granulares que se desarrollan en la piel de cualquier parte del cuerpo como consecuencia de una infección por parte del Virus del Papiloma Humano (VPH). Se trata de lesiones que, si bien no son peligrosas ni suelen provocar dolor, sí que son antiestéticas, molestas e incómodas.

Ahora bien, pese a que las verrugas como tal son estas lesiones ásperas al tacto con un patrón de puntos negros (por pequeños vasos sanguíneos de sangre coagulada), hay otras lesiones que pueden surgir en el cuello y que no se deben a una infección vírica como las verrugas y que además son blandas y de color carne o pardas, que son los conocidos como fibromas. Estos tienden a aparecer en pliegues de piel, ingles, axilas y, por supuesto, cuello.

Siguiendo con estos fibromas, estos se conocen también como acrocordones o queratosis seborreica. En este sentido, los fibromas son tumores benignos que surgen por un crecimiento anómalo y acelerado de las células de nuestra piel pero que, a diferencia de las verrugas como tal, no son contagiosos.

Los fibromas en el cuello son indoloros en la inmensa mayoría de los casos y más allá de episodios puntuales de inflamación, no tienden a ser molestos. Pero teniendo en cuenta que, apareciendo entre los 25 y los 30 años, pueden llegar a medir entre 0,5 y 1 cm y a crecer tanto en tamaño como en número, el impacto estético puede ser notorio.

Sea como sea, lo importante es que ni los fibromas ni las verrugas pueden tratarse con remedios caseros. La visita al dermatólogo se hace obligatoria, pues este profesional determinará si se trata de una lesión u otra y, dependiendo de las características de las mismas, aplicará un tratamiento u otro. Cabe destacar que las intervenciones para eliminar verrugas y fibromas son, a día de hoy, rápidas, seguras y eficaces.

Las opciones de tratamiento las analizaremos más adelante, pero consisten en el uso de láser, crioterapia, electrocirugía, uso de ácido salicílico y, en algunos casos, cirugía. Lo importante es que las verrugas, que además muchas veces desaparecen por sí solas tras unas semanas o meses sin necesidad de intervenir, pueden eliminarse de forma sencilla.

Fibromas y verrugas en el cuello: ¿por qué aparecen?

Como hemos visto, no son lo mismo, pese a que solemos confundirlos, los fibromas que las verrugas. Las verrugas son contagiosas; los fibromas, no. Así pues, debemos diferenciar entre ambos si vamos a hablar de las causas detrás de la aparición de estos antiestéticos crecimientos en el cuello.

Empecemos con las verrugas. Las verrugas son tan frecuentes porque estamos ante una enfermedad dermatológica infecciosa que se puede transmitir entre personas por contagio del Virus del Papiloma Humano (VPH), del cual existen más de 150 subtipos y algunos de ellos ocasionan el desarrollo de verrugas por contacto directo o indirecto con objetos que haya tocado una persona con verrugas.

Dependiendo de la zona donde se haya dado el contacto con el virus, la verruga crecerá en una parte u otra del cuerpo. Hay que tener en cuenta, sin embargo, no solo que generalmente tiene que haber heridas que permitan la entrada del patógeno, sino que muchas veces el propio sistema inmune de la persona combate el contagio antes de que se desarrolle la verruga.

Es por este motivo que, si bien pueden aparecer en cualquier momento de la vida, las verrugas tienden a surgir en personas con sistemas inmunitarios menos maduros (la población infantil) o en personas con debilidades en su sistema inmunológico. En este sentido, si bien la exposición e infección al Virus del Papiloma Humano (VPH) es el desencadenante, hay factores importantes que entran en juego: estado inmunológico, predisposición genética, cambios hormonales, heridas en la piel del cuello, etc.

Habiendo visto las verrugas, hablemos ahora de los fibromas. La clave en ellos es que no son contagiosos, pues su aparición no se debe a una infección por el Virus del Papiloma Humano (VPH). Así pues, se desarrollan por desencadenantes puramente genéticos y factores de riesgo hormonales (están asociados a la diabetes mal controlada) y de sobrepeso.

Los fibromas pueden confundirse con verrugas, pero a diferencia de estas, son blandas (las verrugas son ásperas) y aparecen en los pliegues del cuello, generalmente agrupadas y surgiendo entre los 25-30 años. Como hemos dicho, los fibromas o acrocordones son tumores benignos que, si bien no son peligrosos, son antiestéticos como las verrugas.

¿Cómo se tratan las verrugas y los fibromas en el cuello?

Para el tratamiento tanto de las verrugas como de los fibromas, lo mejor es ponernos en manos de un dermatólogo. Ya no solo para tratar estas lesiones en sí, sino para diferenciar entre si estamos ante un caso de verruga o uno de fibroma, pues el tratamiento a elegir será diferente en cada caso. Así pues, tenemos que volver a diferenciar entre ambas protuberancias.

Empecemos con las verrugas. Por regla general, las verrugas en el cuello desaparecen por sí solas sin necesidad de tratamiento a medida que la infección vírica por parte del Virus del Papiloma Humano va siendo combatida por el cuerpo. El 30% de las verrugas desaparecen antes de los seis meses (algunas remiten semanas); mientras que otro 40% lo hacen a los dos años. Aun así, es cierto que queda un porcentaje importante (otro 30%) en el que esto no sucede. En tal caso, especialmente si crecen u ocasionan molestias, se hace importante intervenir el problema.

Evidentemente, los remedios caseros para eliminar verrugas no se deben aplicar bajo ningún concepto. Ni siquiera los vamos a mencionar. No solo porque pueden dejar cicatrices de por vida (incluso más antiestéticas que la propia verruga), sino porque hay riesgo de infección que, en algunos casos, puede complicarse.

Debemos acudir a un dermatólogo siempre. Los tratamientos para eliminar las verrugas son rápidos (en unos 15 minutos ya está todo listo), indoloros, eficaces y seguros, pues prácticamente sin riesgo de que queden cicatrices o haya infecciones. Dependiendo de la naturaleza de la verruga y de la localización exacta, se optará por un tratamiento u otro.

Las alternativas incluyen: láser de CO2 (el láser evapora la verruga sin prácticamente dejar marcas, siendo así el método más eficaz), ácido salicílico (se aplica de forma tópica y posteriormente se lima la verrga para eliminar la piel muerta), crioterapia (se aplica nitrógeno líquido sobre la verruga, pero en el cuello hay riesgo de cicatriz y es doloroso), electrocirugía (se quema la verruga sin dejar cicatriz) y, en caso de que ninguno de estos sea viable, se puede optar por cirugía, en la que, obviamente, sí que queda una pequeña cicatriz en la zona.

Tras cualquiera de estas intervenciones, es importante hidratar la piel (después de salir de la consulta hay que aplicar cremas hidratantes sobre la piel y beber mucha agua), realizar un seguimiento con el dermatólogo para evaluar cómo evoluciona la piel y evitar la exposición al sol en la medida de lo posible; y si no es viable, aplicar protector solar tanto si es invierno como si es verano.

Por último, hablemos de los fibromas. Como hemos dicho, a diferencia de las verrugas, ni son contagiosas ni se pueden extender por contacto. Son tumores benignos que no se deben a una infección vírica. El abordaje por parte del dermatólogo será distinto, pero las alternativas de tratamiento son muy similares: terapia láser, crioterapia, electrocoagulación (se usa una corriente eléctrica para coagular los tejidos que vamos a remover) y, en caso de que ninguno sea viable, cirugía.

En este caso de los fibromas, el tratamiento se hace incluso más importante. No porque sean peligrosos ni dolorosos, sino porque a diferencia de las verrugas, al tratarse de tumores benignos, no desaparecen por sí solos. Es más, sin intervención, van creciendo en tamaño y en número. Así pues, si te están molestando o te incomodan a nivel estético, toca visitar al dermatólogo. Unos minutos de tratamiento mínimamente invasivo y todo solucionado.

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