El ejercicio mejora la función cerebral incluso cuando la producción de cetonas en el hígado es baja, lo que ofrece esperanza en la lucha contra el deterioro cognitivo.
Una innovadora investigación publicada en The Journal of Physiology ha revelado que el ejercicio de resistencia regular mejora la función cerebral incluso cuando el hígado no produce adecuadamente cetonas, una fuente clave de energía para el cerebro. Este hallazgo podría tener importantes implicaciones en la lucha contra el deterioro cognitivo y enfermedades como el Alzheimer.
El estudio, desarrollado por científicos de la Universidad de Missouri-Columbia, examinó cómo responde el cerebro a la actividad física en condiciones de baja producción de cetonas. Las cetonas, producidas por el hígado durante el ayuno o el ejercicio, son una fuente energética crucial cuando los niveles de glucosa disminuyen. Sin embargo, al reducir intencionalmente la actividad de la enzima HMGCS2 –esencial para la cetogénesis hepática– en ratas jóvenes y sanas, los investigadores demostraron que el cerebro aún puede beneficiarse del ejercicio, a pesar de la deficiencia energética.
“Nos sorprendió descubrir que incluso sin cetonas, el ejercicio seguía generando efectos positivos en la memoria, la plasticidad cerebral y la función mitocondrial”, explicó Taylor Kelty, investigador postdoctoral y coautor del estudio.
Las ratas sometidas a ejercicio constante durante cuatro semanas presentaron mejoras en su memoria espacial y mayor actividad sináptica, pese a sus bajos niveles de cetonas.
Según los científicos, esto indica que el ejercicio activa múltiples mecanismos beneficiosos para el cerebro, más allá del uso de cetonas como fuente energética.
“Este estudio demuestra que el ejercicio tiene la capacidad de proteger el cerebro incluso cuando se elimina una de sus principales fuentes de energía”, señaló R. Scott Rector, profesor de medicina y codirector del proyecto. “Esto representa esperanza para personas con enfermedades hepáticas o dificultades metabólicas”.
Los hallazgos subrayan el valor del ejercicio como herramienta poderosa y accesible para preservar la salud cerebral durante el envejecimiento y frente a condiciones que comprometen la función hepática. Los investigadores esperan que esta línea de trabajo inspire nuevos estudios sobre la relación entre el hígado y el cerebro, y el potencial del ejercicio como intervención preventiva frente a la demencia.