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Auschwitz a la vuelta de la esquina

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A 80 años de su liberación, las nuevas generaciones no conocen Auschwitz. Su significado es una incógnita. Un nombre difícil de pronunciar, mucho menos descifrar.

Por: Eduardo Martínez – East Web Side

Auschwitz, como tantas otras experiencias nefastas de la humanidad, está y estará siempre a la vuelta de la esquina.

El escritor ruso Sergej Dovlatov (1991-1940), en su libro “Régimen Especial” sobre el sistema carcelario soviético, señala que: “Las mismas personas muestran la misma actitud para la iniquidad y la virtud.”.

Esa misma actitud fue lo que permitió la existencia de una red de campos de concentración en la Europa de los años 30 y 40 del Siglo 20. Nacieron en Alemania, al inicio del régimen Nazi. Se extendieron por todos los países de Europa en la medida que eran ocupados.

Sin embargo, cárceles y centros de detención siempre han existido. Lo inédito, en esos tenebrosos años del nazismo, fue la sistematización de la tortura y la muerte. Eso solo por ser distintos, por verse distintos o creerse que eran distintos. No había escape.

Lo de la sistematización es difícil de creer. Los nazis incorporaron la metodología gerencial de las empresas al manejo de los campos de concentración.

Utilizaron la contabilidad de costos, el cálculo de eficiencia y efectividad, el establecimiento de metas, construyeron extensiones a las vías férreas y carreteras para la distribución de los detenidos, diseñaron y construyeron las cámaras de gas, desarrollaron los químicos para ello, y tecnificaron la cremación. E inclusive dejaron como prueba de sus crímenes, a parte de los cadáveres y cenizas, un inventario y registro contable persona por persona. Prueba irrefutable de su maldad y genocidio.

Simultáneamente, desarrollaron un régimen carcelario que permitía el ajusticiamiento inmediato a discreción de los oficiales a cargo. No importaba si eran adultos, ancianos o niños.

En paralelo, una legión de pseudo-científicos realizaban pruebas y experimentaciones de nuevos medicamentos. Para lo cual inflinjían daños en la humanidad de quienes eran escogidos como conejillos de indias, ratones de laboratorio.

Si probaban una crema para quemaduras, sin anestesia quemaban a un detenido. Si probaban nuevas técnicas quirúrgicas para fracturas, fracturaban a un detenido. Y así, con cada nuevo medicamento que llegaba a sus manos. Al igual que probar y apuntalar el ideario nazi de que no todos los hombres eran iguales, y buscar fundamentación científica para el Superhombre alemán de Hitler.

En los campos floreció la iniquidad. La virtud, a la que se refiere Dovlatov, estaba del lado de las víctimas.

En este sentido, Dovlatov señala: “El espíritu y la carne existían por separado. Y cuanto más se oprimía la carne, tanto más fuertemente se alimentaba el espíritu”.

Ante esa creencia que tenemos, de relacionar la virtud con el espíritu, nos preguntamos ¿con que relacionamos la iniquidad?

Seguramente con la inhumanidad. ¿Pero eso dónde se esconde?… indudablemente en Auschwitz, y otros lugares como Auschwitz.

Por eso Auschwitz nos queda a la vuelta de la esquina. Por eso, no debemos olvidar. Y sin querer transitar los lugares comunes del hablar, debemos afirmar: “Nunca Más”.

27 de enero de 2025, 80 años después.

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