El desastre aéreo de Tenerife hace referencia al choque entre dos aviones Boeing 747 que se produjo el 27 de marzo de 1977 en el aeropuerto de Los Rodeos (actual Tenerife-Norte), en el municipio de San Cristóbal de La Laguna, en el norte de la isla española de Tenerife, en el que murieron 583 personas.
Vía: Wikipedia
Fue el accidente aéreo más grave de 1977, el más catastrófico en una colisión aérea en tierra, el más mortífero de España, así como el peor desastre a nivel mundial en la historia de la aviación.
Los aviones siniestrados fueron el vuelo 4805, un vuelo chárter de la línea aérea neerlandesa KLM, que volaba desde el Aeropuerto de Schiphol en Ámsterdam (Países Bajos), en dirección al aeropuerto de Gran Canaria (España), y el vuelo 1736, vuelo regular de Pan Am, que volaba desde el aeropuerto Internacional John F. Kennedy en Nueva York, procedente del aeropuerto Internacional de Los Ángeles (Estados Unidos), hacia el aeropuerto de Gran Canaria.
Un aviso de bomba en el aeropuerto de Gran Canaria llevado a cabo por independentistas canarios MPAIAC, grupo armado del Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario, provocó que muchos vuelos fueran desviados a Los Rodeos, incluidos los dos aviones involucrados en el accidente. El aeropuerto rápidamente se congestionó con aviones estacionados que bloqueaban la única calle de rodaje y forzaban a los aviones que salían a rodar por la pista. Parches de niebla espesa se desplazaban por el aeródromo, de modo que las aeronaves y la torre de control no podían verse entre sí.
La colisión ocurrió cuando el avión de KLM inició su carrera de despegue mientras el avión de Pan Am, envuelto en la niebla, todavía estaba en la pista y a punto de salir a la calle de rodaje. Al descubrirlo, el avión de KLM intentó elevarse para sobrepasar al avión de Pan Am y casi lo consiguió, pero acabó embistiéndolo. Del choque resultante fallecieron todas las personas a bordo del KLM 4805 y a la mayoría de los ocupantes del Pan Am 1736, con solo 61 sobrevivientes en la parte delantera del avión.
La investigación posterior realizada por las autoridades españolas concluyó que la causa principal del accidente fue la decisión del capitán de KLM de despegar, creyendo, erróneamente, que se había emitido una autorización de despegue del control de tráfico aéreo (ATC). Los investigadores neerlandeses pusieron mayor énfasis en el malentendido mutuo en las comunicaciones de radio entre el equipo de KLM y el ATC, pero en última instancia KLM admitió que su equipo fue responsable del accidente y la aerolínea finalmente acordó compensar económicamente a los familiares de todas las víctimas.
El desastre tuvo una influencia duradera en la industria, destacando en particular la importancia vital del uso de la fraseología estandarizada en las comunicaciones de radio. Los procedimientos de la cabina también se revisaron, lo que contribuyó al establecimiento de la gestión de los recursos de la tripulación como parte fundamental de la capacitación de los pilotos de las aerolíneas.
Como consecuencia del accidente, se produjo una serie de cambios en cuanto a las regulaciones internacionales. Desde entonces, todas las torres de control y pilotos deben usar frases comunes en inglés y se comenzaron a instalar en los aviones sistemas de navegación automáticos para niebla. También se cambiaron los procedimientos de cabina, dándose más énfasis a la toma de decisiones conjuntas entre los miembros de la tripulación. En concreto, está terminantemente prohibido decir «despegue» («take-off») en frases que no sean precisamente las del despegue. En su lugar se deberá hablar de «salida» («departure»).
Los radares de tierra, inexistentes en pistas que no fueran de grandes ciudades como Londres, Nueva York o París, también empezaron a ser incluidos en la mayoría de aeropuertos, aunque hasta la primera mitad de los años 1980 no serían mayoritarios; su ausencia algunos años después en otros aeródromos todavía depararía desastres aéreos.