El vuelo 9525 de Germanwings fue un trágico suceso ocurrido el 24 de marzo de 2015. Se trataba de un vuelo internacional programado que despegó del aeropuerto de Barcelona-El Prat, en España, con destino al aeropuerto de Düsseldorf, en Alemania.
La aeronave involucrada era un Airbus A320-211, operado por Germanwings, una aerolínea de bajo costo filial de Lufthansa. Ese día, el avión se estrelló en los Alpes franceses, a unos 100 km al noroeste de Niza, resultando en la muerte de las 150 personas a bordo: 144 pasajeros y 6 tripulantes.
La investigación posterior, liderada por la Oficina de Investigación y Análisis para la Seguridad de la Aviación Civil (BEA) de Francia, determinó que el accidente fue causado deliberadamente por el copiloto, Andreas Lubitz. Lubitz, de 27 años, había sido tratado previamente por tendencias suicidas y había sido declarado no apto para trabajar por su médico, información que ocultó a su empleador.
Durante el vuelo, después de que el capitán, Patrick Sondenheimer, abandonara temporalmente la cabina (probablemente para ir al baño), Lubitz cerró la puerta del cockpit y reprogramó el piloto automático para descender la aeronave desde su altitud de crucero de 38,000 pies (11,600 metros) hasta impactarse contra una montaña. A pesar de los intentos desesperados del capitán por reingresar a la cabina, no pudo hacerlo debido a las medidas de seguridad reforzadas tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
El avión, registrado como D-AIPX, era un Airbus A320-211 que había entrado en servicio en 1990 y había acumulado unas 58,300 horas de vuelo en 46,700 trayectos. Entre los pasajeros había personas de al menos 19 nacionalidades, incluyendo un grupo de 16 estudiantes y 2 profesoras del Joseph-König-Gymnasium de Haltern am See, Alemania, que regresaban de un intercambio estudiantil en España. El impacto fue tan violento que la aeronave se desintegró, dejando un campo de escombros de 2 km² y sin sobrevivientes.
Este incidente conmocionó al mundo y llevó a una reevaluación de las normativas de seguridad aérea, especialmente en torno a la salud mental de los pilotos. Inicialmente, se implementaron recomendaciones en Europa para exigir la presencia de dos personas autorizadas en la cabina en todo momento, aunque para 2017 algunas aerolíneas alemanas, incluida Germanwings, abandonaron esta regla. La tragedia sigue siendo un recordatorio sombrío de los desafíos en la gestión de la salud mental en la aviación.