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El esfuerzo de Heineken para construir casas con botellas de cerveza en 1964

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A principios de la década de 1960, al visitar las Antillas Holandesas (ahora las islas caribeñas de Aruba, Curazao y Saint Maarten), el empresario holandés Alfred “Freddy” Heineken se encontró con un problema sorprendente: el desperdicio.

Rare Historical Photos

Las islas carecían de una infraestructura adecuada para recoger y reutilizar botellas de cerveza vacías, una parte importante de las cuales eran de su propia marca Heineken.

La gran cantidad de botellas desechadas (apenas podía caminar 15 pies por la playa sin pisar una) lo alarmó por dos razones.

En primer lugar, el impacto medioambiental de su producto era preocupante. En aquel entonces, las botellas se rellenaban y reutilizaban numerosas veces, pero la falta de un sistema de reciclaje adecuado provocaba un desperdicio excesivo.

En segundo lugar, las comunidades empobrecidas que visitó carecían de acceso a buenos materiales de construcción.

Decidida a abordar ambos problemas, Heineken concibió una solución única: un ladrillo que también podía contener cerveza.

Fotos de botella de ladrillo heineken wobo

Durante los siguientes tres años, la Heineken World Bottle (WOBO) pasó por un proceso de diseño.

Los primeros diseños presentaban botellas entrelazadas y autoalineantes, con el objetivo de eliminar la necesidad de mortero para mantener la construcción simple y asequible.

Si bien algunos diseños funcionaron bien como materiales de construcción, eran demasiado pesados ​​y lentos para producirlos de manera económica.

Heineken rechazó otros diseños por no ser visualmente atractivos. Al final, el diseño final de la botella fue un compromiso entre los diferentes prototipos.

Finalmente, la versión final de WOBO se diseñó en colaboración con el arquitecto John Habraken.

La botella fue diseñada para entrelazarse, colocarse horizontalmente y unirse con mortero de cemento mezclado con un aditivo de silicona.

Su cuello corto encajaba en un gran hueco en la base, y la botella de forma cuadrada tenía lados con hoyuelos para ayudar a adherirse al mortero.

Para construir una choza de 10 por 10 pies se necesitarían unas 1.000 botellas. En 1963, se produjeron 100.000 WOBO en dos tamaños: 350 mm y 500 mm.

La diferencia de tamaño era necesaria para unir las botellas al construir una pared, de forma similar a cómo se utilizan medios ladrillos en la albañilería tradicional.

A pesar de las buenas intenciones, la botella encontró resistencia, en particular por parte de la división de marketing de Heineken.

Existía la preocupación de que dañara la imagen y expusiera a la empresa a reclamaciones por el uso incorrecto de la botella.

Sólo existen dos estructuras WOBO, ambas ubicadas en la finca de Heineken en Noordwijk, cerca de Ámsterdam.

El primero es un pequeño cobertizo con techo de chapa ondulada y soportes de madera, donde el constructor se esforzó por resolver la unión entre cuellos y bases que corren en la misma dirección.

Posteriormente se renovó un garaje doble de madera con revestimiento WOBO. Alfred Heineken no desarrolló más el concepto WOBO y la idea nunca se materializó por completo.

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