El 2 de septiembre de 1945 marcó el final oficial de la Segunda Guerra Mundial con la rendición incondicional de Japón a bordo del acorazado estadounidense USS Missouri, anclado en la bahía de Tokio.
Este evento histórico no solo puso fin a un conflicto global devastador, sino que también abrió una nueva era de reconstrucción y cambios geopolíticos.
El camino a la rendición japonesa
La Segunda Guerra Mundial, iniciada en 1939, fue un conflicto de escala sin precedentes, con millones de muertes y decenas de países involucrados. Según el Museo Nacional de la Segunda Guerra Mundial, para 1945, las potencias del Eje estaban al borde de la derrota. Alemania se rindió el 7 de mayo de 1945, dejando a Japón como el último gran adversario de los Aliados. A pesar de la pérdida de territorios en el Pacífico y los intensos bombardeos aliados, Japón resistió hasta agosto de 1945.
El punto de inflexión llegó con los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. El 6 de agosto, la bomba de Hiroshima causó unas 140,000 muertes, y el 9 de agosto, la de Nagasaki mató a unas 74,000 personas, según el Departamento de Energía de EE.UU.. Ese mismo día, la Unión Soviética invadió Manchuria, debilitando aún más a Japón. El 15 de agosto, el emperador Hirohito anunció la rendición por radio en el «Discurso de la Joya», un momento histórico documentado por el Imperial War Museums. La rendición formal se concretaría semanas después en el USS Missouri.

La ceremonia en el USS Missouri
La ceremonia de rendición tuvo lugar el 2 de septiembre de 1945 a las 9:00 de la mañana en la cubierta del USS Missouri, un acorazado estadounidense apodado «Mighty Mo», según el Museo Naval de EE.UU.. Anclado en la bahía de Tokio, el buque simbolizaba el poderío naval aliado. La elección de este lugar, en la capital japonesa, reforzaba el mensaje de victoria, según el Departamento de Estado de EE.UU..
El general Douglas MacArthur, comandante supremo de las fuerzas aliadas en el Pacífico, presidió el evento, acompañado por representantes de nueve naciones aliadas. La delegación japonesa, liderada por el ministro Mamoru Shigemitsu y el general Yoshijiro Umezu, firmó el Acta de Rendición Japonesa, aceptando los términos de la Declaración de Potsdam, según el Archivo Nacional de EE.UU.. La ceremonia, de menos de 30 minutos, culminó con un discurso de MacArthur sobre la esperanza de un mundo en paz y un sobrevuelo de aviones aliados, como describe el Museo Nacional de la Segunda Guerra Mundial.
Impacto y legado de la rendición
La rendición de Japón marcó el fin de un conflicto que causó entre 70 y 85 millones de muertes, según la Enciclopedia Británica. Para Japón, inició una ocupación aliada liderada por EE.UU. hasta 1952, con reformas como la constitución democrática de 1947, según el Departamento de Estado de EE.UU.. Globalmente, el evento consolidó a EE.UU. y la Unión Soviética como superpotencias, dando inicio a la Guerra Fría, según el Consejo de Relaciones Exteriores.
El USS Missouri, hoy un museo en Pearl Harbor gestionado por la USS Missouri Memorial Association, sigue siendo un símbolo de este momento. En Japón, la experiencia de las bombas atómicas y la rendición fomentó un pacifismo duradero, reflejado en su constitución, según el Museo de Hiroshima por la Paz. La ceremonia del 2 de septiembre no solo cerró un capítulo devastador, sino que marcó el comienzo de un nuevo orden mundial, recordándonos la importancia de la paz y la cooperación internacional.