En la mañana del 5 de junio de 1989, en la avenida Chang’an de Pekín, un hombre solitario con una camisa blanca y dos bolsas de plástico en las manos se plantó frente a una columna de tanques Tipo 59.
Este acto, capturado en una de las imágenes más icónicas del siglo XX, convirtió al desconocido, apodado el «Hombre del Tanque», en un símbolo universal de resistencia pacífica contra la opresión. A 36 años de los sucesos de la plaza de Tiananmén, su identidad y destino siguen envueltos en misterio, pero su gesto continúa resonando como un grito de coraje en la memoria colectiva.
El contexto de una revuelta
La fotografía del «Hombre del Tanque» es inseparable de las protestas de Tiananmén, un movimiento prodemocrático que marcó la China de finales de los 80. En abril de 1989, la muerte de Hu Yaobang, exlíder del Partido Comunista y defensor de reformas democráticas, desató una ola de manifestaciones lideradas por estudiantes. Miles se congregaron en la plaza de Tiananmén exigiendo libertad de expresión, prensa libre y el fin de la corrupción gubernamental, en un contexto de crecientes desigualdades derivadas de las reformas económicas procapitalistas impulsadas por Deng Xiaoping.
El movimiento creció durante semanas, atrayendo a trabajadores, intelectuales y ciudadanos comunes. Pero la noche del 3 al 4 de junio, el gobierno chino respondió con una represión brutal. El Ejército Popular de Liberación avanzó sobre la plaza, dejando un saldo de víctimas que, según estimaciones extraoficiales, oscila entre cientos y miles de muertos. El gobierno nunca ha publicado una cifra oficial, y la discusión sobre estos eventos permanece estrictamente censurada en China.
Un instante inmortalizado
El 5 de junio, un día después de la masacre, un hombre anónimo decidió desafiar al poder. Frente a una fila de tanques que avanzaba por la avenida Chang’an, se colocó en su camino, obligando al tanque líder a detenerse. En un baile de determinación, el hombre se movía de un lado a otro para bloquear cualquier intento de avance, e incluso trepó al vehículo para hablar con el conductor. Finalmente, varias personas lo apartaron de la escena, un momento que aún genera debate: ¿fueron manifestantes preocupados por su seguridad o agentes de seguridad del gobierno?
La imagen fue capturada por fotógrafos internacionales desde los balcones del Hotel Beijing, a unos 800 metros de distancia. Jeff Widener, de Associated Press, tomó la fotografía más célebre con una Nikon y una lente de 300 mm, a pesar de estar enfermo y haber sido herido previamente por una pedrada. Su carrete, escondido en la cisterna de un inodoro para evitar la confiscación, se convirtió en un tesoro periodístico. Otros, como Charlie Cole (Newsweek), Stuart Franklin (Magnum Photos) y Arthur Tsang (Reuters), también documentaron el momento, con la imagen de Cole ganando el World Press Photo y la de Widener siendo finalista del Pulitzer en 1990.
¿Quién era el Hombre del Tanque?
La identidad del hombre sigue siendo un enigma. En 1989, el tabloide británico The Sunday Express lo identificó como Wang Weilin, un estudiante de 19 años, pero no hay evidencia que lo confirme. Algunas fuentes, como el político estadounidense Bruce Herschensohn, sugieren que fue ejecutado semanas después, mientras que otras, incluyendo al exlíder chino Jiang Zemin en 1990, afirmaron que sobrevivió y podría estar en el anonimato. La periodista Jan Wong, testigo de los eventos, también apoya esta última teoría. Sin embargo, ninguna versión ha sido verificada.
En China, el «Hombre del Tanque» es un tema tabú. La censura ha borrado su imagen de la conciencia pública, y muchas generaciones jóvenes desconocen su existencia. En 2021, un «error humano accidental» en el buscador Bing de Microsoft bloqueó temporalmente los resultados de la imagen, evidenciando la sensibilidad del tema incluso en el extranjero.
Un símbolo universal
Fuera de China, el «Hombre del Tanque» es un ícono de la resistencia individual. La revista Time lo incluyó en 1998 entre las 100 personas más influyentes del siglo XX, y su imagen ha inspirado desde novelas, como Hong Kong de Stephen Coonts, hasta movimientos sociales en todo el mundo. En las democracias liberales, representa el poder del individuo frente a la autoridad; en China, el gobierno lo ha retratado como un «delincuente social» o un provocador, usando la imagen para destacar la supuesta moderación del ejército al no atropellarlo.
El legado a 36 años
La fotografía del «Hombre del Tanque» no solo capturó un instante, sino un ideal. En un mundo donde los regímenes autoritarios y las luchas por la libertad siguen enfrentándose, su figura recuerda que un solo acto de valentía puede trascender el tiempo. Aunque su nombre y su destino permanezcan en la sombra, el «Hombre del Tanque» sigue siendo una luz de esperanza y un desafío a la opresión, inmortalizado en un instante que el mundo nunca olvidará.