Morfema Press

Es lo que es

Jeanne Calment: La mujer que vio tres siglos diferentes y vivió 122 años

Comparte en

En un mundo donde la esperanza de vida rara vez supera los 80 años, la historia de Jeanne Calment destaca como un faro de longevidad sin precedentes. Esta mujer francesa, nacida el 21 de febrero de 1875 y fallecida el 4 de agosto de 1997, vivió 122 años y 164 días, un récord que la convierte en la persona más longeva del mundo con registro verificado.

MFM

Su vida, que abarcó tres siglos, dos guerras mundiales y una serie de transformaciones tecnológicas y sociales, es un testimonio fascinante de resiliencia, optimismo y, tal vez, un toque de magia mediterránea. En esta edición de nuestra sección de curiosidades, exploramos la vida de Jeanne Calment, los secretos detrás de su longevidad y el impacto de su legado en la ciencia y la cultura.

Una vida que cruzó épocas

Jeanne Louise Calment nació en Arlés, una pintoresca ciudad del sur de Francia, conocida por sus campos de lavanda y su inspiración en las obras de Vincent van Gogh. De hecho, Calment afirmó haber conocido al mismísimo van Gogh cuando tenía 13 años, en la tienda de su padre, donde el pintor compraba lienzos. Según ella, van Gogh era «sucio, mal vestido y desagradable», una anécdota que, aunque no verificada, añade un toque de color a su ya extraordinaria historia.

Su vida fue testigo de eventos históricos monumentales. Cuando nació, la electricidad era una novedad, los automóviles no existían y la Torre Eiffel aún no se había construido. Vivió la invención del teléfono, el cine, la televisión y el internet. Sobrevivió a dos guerras mundiales, vio caer imperios y nacer nuevas naciones. Su longevidad le permitió ser un puente viviente entre el siglo XIX y el XXI, una rareza que la convirtió en una figura de interés mundial.

Calment creció en una familia acomodada. Su padre era constructor naval y su madre provenía de una familia de molineros. Se casó a los 21 años con Fernand Calment, un primo lejano, y juntos llevaron una vida confortable gracias a los negocios familiares. No tuvo que trabajar, lo que le permitió dedicarse a pasatiempos como la esgrima, el ciclismo, la natación y el piano. Incluso a los 85 años, seguía practicando esgrima, y a los 100, aún montaba en bicicleta. Esta actividad física constante, combinada con una dieta peculiar y una actitud desenfadada, parece haber sido clave en su longevidad.

Cuando se le preguntaba por el secreto de su longevidad, Jeanne Calment respondía con una mezcla de humor y simplicidad: «Siempre estoy sonriendo, y Dios no me ha olvidado». Su dieta, aunque no estrictamente saludable según los estándares modernos, incluía elementos que hoy se asocian con la longevidad. Consumía aceite de oliva en abundancia, tanto en su comida como en su piel, lo que podría haber contribuido a su salud cardiovascular. También comía chocolate –hasta un kilo por semana– y disfrutaba de un vaso de vino de Oporto con regularidad. Sin embargo, uno de sus hábitos más sorprendentes fue fumar: comenzó a los 21 años y no lo dejó hasta los 117, cuando una operación menor la obligó a abandonar el cigarrillo.

Los expertos del Gerontology Research Group, que verificaron su edad mediante documentos como su certificado de nacimiento, acta de matrimonio y registros parroquiales, han estudiado su caso con fascinación. Aunque la genética jugó un papel –varios miembros de su familia vivieron hasta edades avanzadas–, los científicos creen que su estilo de vida y su actitud mental fueron igualmente cruciales. Calment mantuvo una mente aguda y un sentido del humor mordaz hasta sus últimos días. A los 120 años, grabó un disco relatando su vida, titulado Time’s Mistress, y seguía participando en entrevistas con una claridad sorprendente.

Un récord inquebrantable

La verificación de la edad de Calment fue un proceso riguroso. En una época donde los registros históricos podían ser inconsistentes, los investigadores recopilaron más de 20 documentos que confirmaban su fecha de nacimiento y su identidad a lo largo de su vida. Esto incluyó censos, registros escolares y fotografías. Su caso es único porque, a diferencia de otros supuestos supercentenarios, su longevidad está respaldada por pruebas irrefutables, lo que la distingue de figuras históricas como Methuselah, cuya edad de 969 años en la Biblia carece de corroboración.

Entre los hombres, el récord lo ostenta Jiroemon Kimura, un japonés que vivió 116 años y 54 días, desde 1897 hasta 2013. Aunque impresionante, su marca está seis años por debajo de la de Calment, lo que subraya la excepcionalidad de su caso. Otros supercentenarios, como la estadounidense Sarah Knauss (119 años) o la japonesa Kane Tanaka (119 años), se acercaron, pero nadie ha superado el umbral de los 122 años.

Controversias y curiosidades

No todo en la historia de Calment ha estado exento de controversia. En 2018, un matemático ruso, Nikolay Zak, sugirió que Jeanne podría haber sido en realidad su hija, Yvonne, quien habría asumido la identidad de su madre tras su muerte en 1934 para evitar impuestos de herencia. Esta teoría, basada en análisis estadísticos y discrepancias en fotografías, fue ampliamente debatida pero desmentida por expertos en gerontología. Los registros históricos y las entrevistas con personas que conocieron a Calment a lo largo de su vida confirman su identidad. Además, la teoría no explica cómo Yvonne, que murió joven, habría vivido hasta los 122 años.

Una de las historias más famosas sobre Calment es su «pacto con el diablo», como ella misma lo llamó. En 1965, a los 90 años, firmó un acuerdo de renta vitalicia con André-François Raffray, un abogado de 47 años. Raffray acordó pagarle 2,500 francos mensuales a cambio de heredar su casa tras su muerte. Sin embargo, Calment vivió 32 años más, y Raffray murió en 1995, tras pagar más de 900,000 francos –el doble del valor de la casa–. La viuda de Raffray continuó los pagos hasta la muerte de Calment, quien bromeaba diciendo que había «sobrevivido a todos».

El caso de Jeanne Calment no es solo una curiosidad histórica; también ha impulsado la investigación en gerontología. Los científicos estudian su ADN y su estilo de vida para entender cómo algunos individuos pueden desafiar los límites biológicos del envejecimiento. Aunque no hay una fórmula mágica, factores como la actividad física, una dieta rica en antioxidantes, el optimismo y una red social sólida parecen ser comunes entre los supercentenarios.

Calment también dejó una marca cultural. En Arlés, es una figura venerada, y su vida ha inspirado libros, documentales y hasta una ópera. Su historia nos recuerda que la longevidad no solo se mide en años, sino en la calidad de vida. Hasta sus últimos días, mantuvo su independencia, viviendo sola hasta los 110 años, cuando se mudó a una residencia de ancianos tras un pequeño incendio en su apartamento.

Jeanne Calment murió el 4 de agosto de 1997, dejando un récord que, hasta el día de hoy, permanece imbatido. Su vida es un recordatorio de que la longevidad es una combinación de genética, estilo de vida y, quizás, un poco de suerte. En un mundo obsesionado con la juventud, su historia nos invita a celebrar el envejecimiento como una oportunidad para acumular experiencias, sabiduría y, sobre todo, risas. Como ella misma dijo: «Siempre mantengo mi buen humor. Es mi filosofía de vida».

WP Twitter Auto Publish Powered By : XYZScripts.com
Scroll to Top
Scroll to Top