La mayoría de personas cuando escucha el término Gestapo no puede evitar un estremecimiento. Esta organización policial, fundada por decreto el 26 de abril de 1933 por el entonces ministro del Interior Hermann Göring, tenía como único objetivo acabar con todos aquellos que eran considerados un peligro para el gobierno. Para lograr alcanzar su objetivo final, es decir, eliminar a cualquiera que pudiera hacer gala de «tendencias peligrosas para el Estado», la Gestapo no dudaba en emplear los métodos que tuviera a su disposición, por brutales que fueran. Entre los grupos calificados de «peligrosos» y a los que era necesario neutralizar se encontraban judíos, gitanos, comunistas, homosexuales y todos aquellos que presentasen una conducta considerada antisocial según el partido nazi, que gobernaba Alemania con mano de hierro.
Por: J. M. Sadurní – National Geographic Historia
El término «Gestapo» es un acrónimo que deriva de German Geheime Staatspolizei o policía secreta estatal. La función principal de aquella organización era básicamente, tal como su nombre indicaba, la de actuar como policía secreta y estaba formada por oficiales procedentes de otros cuerpos policiales a cuyos miembros no se tuvo en cuenta sus antecedentes políticos, siempre y cuando estos no hicieran peligrar la estabilidad del gobierno. La Gestapo contaba con absoluta libertad de acción para investigar los casos de traición, espionaje y cualquier «agresión» que supusiese, según sus criterios, una amenaza. Su trabajo policial se basaba primordialmente en las denuncias anónimas: un simple comentario en una cervecería podía ser suficiente para que cualquier ciudadano acabara en prisión.
LA GESTAPO, DE PRUSIA A TODA ALEMANIA
La Gestapo se creó con la absorción de la Policía Estatal Prusiana, un cuerpo policial que investigaba los crímenes políticos cometidos en Prusia desde mediados del siglo XIX hasta 1933. El último director de la Policía Estatal Prusiana y primero de la Gestapo fue Rudolf Diels, un policía de carrera, mujeriego y camorrista, que había ingresado en el cuerpo gracias a su profundo conocimiento sobre los movimientos radicales urbanos. Pero la «limpieza» de «enemigos del Estado» acometida por Diels no llegó a los extremos que alcanzaría posteriormente, ya que durante sus inicios la Gestapo no estaba formada exclusivamente por nacionalsocialistas, sino que más bien estaba constituida por un grupo de policías que veía en la fusión de ambos organismos una oportunidad para prosperar. Más tarde, las incorporaciones a la Gestapo sí que fueron en su mayoría de reclutas procedentes del ámbito nacionalsocialista, con lo que este cuerpo policial llegó a radicalizarse hasta extremos insospechados.
Ese mismo año, 1934, Göring sustituyó a Diels como comandante de la Gestapo en Prusia y recomendó extender el papel de este cuerpo policial a toda Alemania. De hecho, en su afán por controlar la Gestapo en todo el país, Göring chocó con los intereses del comandante de las SS Heinrich Himmler, que era jefe de la policía de Múnich y que también tenía el objetivo de tomar el control absoluto del sistema policial alemán. En esta lucha de poder, Himmler consiguió hacerse con el control de la BayPoPo, la policía política de Baviera. Al final, ambos hombres aparcaron sus diferencias y Göring transfirió toda la autoridad de la Gestapo a las SS. Pero poco después, el frío y calculador Reinhard Heydrich, jefe de la SD, el Servicio de Seguridad de las SS, acabaría haciéndose con el control absoluto del cuerpo y fue nombrado comandante de la Gestapo, cuya sede central en Berlín se encontraba en la Prinz-Albrecht-Straße número 8, en un edificio que antiguamente había sido un teatro. Muy pronto los berlineses conocería aquel tétrico lugar como la «Casa de los Horrores», puesto que era ampliamente sabido por todos que allí se torturaba y maltrataba a los detenidos mientras se hallaban esposados a la pared.
También en 1934, las fuerzas conjuntas de las SS y de la Gestapo llevaron a cabo una serie de arrestos en masa, y se aprovechó para eliminar a todos aquellos que resultaban «molestos» para los intereses del partido nazi. Una de sus acciones más sonadas es la que se produjo durante la que ha pasado a la historia como «la noche de los cuchillos largos«, una matanza de miembros de las SA, un cuerpo paramilitar al servicio del partido nazi, también conocidos como «camisas pardas», de la que no se ha podido determinar el número total de víctimas. Pero lo que sí se sabe es quien fue una de las más importantes, su comandante, Ernest Rohm, que fue ejecutado sin juicio alguno al igual que la mayoría de los líderes de esta organización, de la que Hitler había empezado a desconfiar. De este modo, el líder nazi se deshizo de aquellos que consideraba unos peligrosos enemigos.
LA EXPANSIÓN DE LA GESTAPO
La SD contaba con un archivo policial muy completo que reunía los datos de millones de alemanes. Entre la información que contenían estos archivos no faltaban numerosos datos sobre los hombres más importantes de Alemania. Dada su creciente importancia, la Gestapo fue incorporada a la Oficina Principal de las SS para Seguridad del Reich (RSHA); entonces pasó a ser conocida como Departamento IV y empezó su expansión por todo el país. De hecho, la apertura de oficinas de la Gestapo en la principales ciudades de Alemania fue meteórica. Una de ellas estuvo ubicada en un edificio situado en la ciudad de Colonia (conocido como EL-DE-Haus) que a pesar de los duros bombardeos a los que se vio sometida la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial permaneció casi intacto. En la actualidad, ese lugar de trágico recuerdo se ha transformado en un centro de documentación sobre el nacionalsocialismo y en un museo. Los visitantes además pueden visitar la antigua prisión, que ahora es un espacio de recuerdo de todos aquellos que estuvieron presos entre sus fríos muros.
El nombre de EL-DE con el que era conocido el edificio de la Gestapo en Colonia era un acrónimo de las iniciales de su propietario, un empresario católico alemán llamado Leopold Dahmen, y fue alquilado por la Gestapo mucho antes de que estuviera terminado. En los pisos superiores se situaban las oficinas, mientras que en el sótano se ubicaron diez calabozos donde eran trasladados los detenidos mientras esperaban a ser interrogados. La casa también contaba con una sala de interrogatorios y un búnker, al que solo tenían acceso los oficiales y los empleados. En el patio interior se llevaron a cabo las ejecuciones, que se contaron por centenares. Además de en las ciudades, la Gestapo también poseía oficinas en los campos de concentración, cuya dirección se asignó a miembros de bajo rango y a las unidades de exterminio. Sus funcionarios también colaboraron con las SS, con las autoridades de la ocupación militar y con los administradores civiles nazis para ayudar en la captura y deportación de judíos.
LA DESAPARICIÓN DE LA GESTAPO
El nombre de Gestapo despertaba el terror, y por lo general, los alemanes creían que había un agente de la Gestapo espiando en cada esquina, pero la realidad era muy distinta. En su momento de mayor expansión, el número de agentes de la Gestapo no ascendían a más de 32.000, de los cuales poco más de la mitad «mantenían el orden» en las calles. También acostumbraban a pasar desapercibidos entre la gente. De hecho, los miembros de la Gestapo solían vestir de paisano, como un ciudadano alemán corriente, y se identificaban con una placa ovalada en cuyo anverso figuraba un águila con la esvástica entre sus garras y en el reverso se podía leer Geheime Staatspolizei y el número del agente. Hollywood se ha encargado de presentar a los agentes de la Gestapo con largos abrigos de cuero negro, una vestimenta que, aunque identificamos normalmente con ellos, en realidad estaba de moda en la Alemania de aquel tiempo.
Cuando el final de la Segunda Guerra Mundial se hallaba próximo, y a medida que el ejército estadounidense se acercaba más a Berlín, la Gestapo fue disolviéndose poco a poco. Su edificio principal en la capital alemana fue bombardeado el 3 de febrero de 1945, y a primeros de abril sus funcionarios empezaron a quemar archivos y documentación que podían resultar comprometedores. El 29 de abril de 1945, los soviéticos plantaron una bandera con la hoz y el martillo en la sede de la Gestapo en Berlín, aunque fueron repelidos por un nutrido grupo de hombres de las SS. Al final la organización policial más famosa y temida de la historia fue disuelta por el general Dwight Eisenhower el 7 de mayo de 1945. Durante los juicios de Núremberg, la Gestapo fue considerada una organización criminal y quedó prohibida en todo el país. Para siempre.