Mientras el estilo Ghibli se expande como un incendio forestal en el mundo digital, no todos celebran su reinado. En el corazón de esta tormenta está Studio Ghibli, el estudio que dio vida a esta estética, y su cofundador Hayao Miyazaki, quien ha expresado un rechazo rotundo al uso de tecnologías como la inteligencia artificial para replicar su arte. A medida que la tendencia gana fuerza en 2025, surgen problemas éticos, legales y creativos que ensombrecen su brillo.
Miyazaki, conocido por su dedicación a la animación artesanal, dejó clara su postura hace años. En 2016, al ver una demostración de IA generativa, dijo: «Estoy completamente asqueado. Esto es un insulto a la vida misma».
Sus palabras han resurgido en redes sociales como X, donde artistas y fans debaten si el «boom» del estilo Ghibli traiciona los valores del estudio. Para Miyazaki, el arte debe ser un proceso humano, lento y reflexivo, no una producción masiva de algoritmos que «trituran» décadas de trabajo en segundos.
Además, la falta de un permiso oficial de Studio GhibLie Ghibli para usar su estilo ha generado preocupaciones legales.
Aunque no hay acciones legales confirmadas por parte del estudio hasta abril de 2025, expertos en derechos de autor como José Rivera señalan que las IA podrían estar violando propiedad intelectual al entrenarse con obras protegidas. «El estilo en sí no es patentable, pero la línea entre inspiración y copia es difusa», explica.
Esto ha dividido a la comunidad artística: algunos ven la tendencia como un homenaje, mientras que otros, como la ilustradora Medusa Dollmaker, la llaman «una banalización del arte» que devalúa el esfuerzo humano.
El rechazo de Ghibli no ha detenido la tendencia, pero ha creado una grieta entre quienes la abrazan y quienes la ven como una afrenta a la visión de Miyazaki, dejando al estudio en una posición incómoda mientras su legado se transforma sin su consentimiento.
