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Es lo que es

Demos-Cracias a Dios, por José Ignacio Gerbasi (@jgerbasi)

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Dicen que democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Pero en Venezuela, cada vez que escuchamos esa palabra, duele. Duele porque se ha convertido en una burla. Duele porque se repite como un mantra vacío, mientras la justicia está encarcelada, los candidatos perseguidos, los testigos presos y los votos convertidos en hologramas de esperanza.

Hoy, decimos “Demos cracias a Dios.” Así, como suena. Porque nos quitaron tanto que hasta las letras de la democracia nos las robaron. Porque lo que está en juego ya no es solo político ni legal: es espiritual.

No votar no es solo una decisión estratégica. Es una decisión del alma. Es el grito mudo de una conciencia que ya no quiere ser cómplice. Es el eco de millones que no están dispuestos a aplaudir la obra macabra que nos presentan como “elecciones”. Porque esta vez no hay ilusión: los partidos están inhabilitados, los líderes encarcelados, los testigos amenazados y hasta las propias máquinas contaminadas de duda. No hay voluntariado nacional que garantice transparencia. No hay testigos suficientes. Y lo más grave: no hay inocencia posible en este simulacro.

Dios ve lo que los hombres ocultan. Por eso esta lucha también es espiritual. Porque en el fondo sabemos que hay actos que salvan o condenan a una nación. Y cada voto que legitima esta mentira es una daga en la espalda de la verdad. El alma de un país también se corrompe cuando su gente, por costumbre, por miedo o por desesperación, acepta la trampa como rutina.

San Agustín decía: “Una ley injusta no es ley en absoluto.” Yo digo: una elección injusta, no es elección en absoluto. Es un altar profanado. Es una ceremonia perversa que pretende ponerle rostro democrático a un sistema que ya ni siquiera se molesta en fingir.

A muchos nos acusan de rendidos. Pero el que se rinde no se planta con firmeza ante lo que sabe que está mal. Lo que estamos haciendo no es dejar de luchar: es luchar mejor. No nos quedamos en casa por cobardía, sino por conciencia. No es comodidad, es templanza. No es indiferencia, es fuego interno que ya no necesita gritar para arder.

Nos robaron elecciones, y también nos quieren robar la fe. Pero no podrán. Porque aún en la oscuridad más espesa, hay almas que se niegan a vender su voz. Hay espíritus que siguen creyendo en un mañana distinto. Por eso hoy no voto: porque aún creo. Y porque creo, no acepto menos de lo que merecemos.

No hay reconciliación sin verdad. No hay paz sin justicia. No hay libertad sin sacrificio. Y no hay democracia sin pueblo. Y el pueblo, aunque silencioso, está mirando. Está dolido, pero despierto. Está herido, pero no vencido.

Muchos repiten que la participación es siempre la vía, pero ignoran que los grandes libertadores del espíritu humano supieron cuándo decir NO. Gandhi no fue a votar mientras la India era colonia británica. No participó en elecciones amañadas por el poder opresor. Él entendía que un pueblo oprimido no se libera aceptando las reglas del opresor, sino desobedeciendo sus trampas con dignidad.

“La desobediencia civil se convierte en un deber sagrado cuando el Estado se vuelve fuera de la ley,” dijo Gandhi. Y eso es exactamente lo que vivimos hoy: un Estado sin ley, un proceso sin justicia, una “elección” sin elección.

Gandhi ganó sin rifles. Ganó sin urnas. Ganó sin gritar. Ganó porque supo cuándo callar, cuándo resistir y cuándo no prestarse. Esa es la clase de fuerza que hoy necesitamos.

Así que sí, demos cracias a Dios… porque todavía somos millones los que no hemos negociado nuestra conciencia. Porque hay quienes aún se atreven a llamar las cosas por su nombre. Porque hay quienes, en medio de este desastre, aún caminan con la frente alta, sabiendo que no votar hoy no es rendirse, sino resistir desde lo sagrado.

Yo no voy a traicionar mi alma en una urna vacía. No voy a legitimar un resultado que ya está escrito. No voy a fingir libertad en un teatro de rejas invisibles.

No votaré. Y le doy gracias a Dios por tener el valor de no hacerlo.

Jose I Gerbasi P.

@jgerbasi

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