Editorial El Nacional
El canal oficial del Estado venezolano ha mostrado como un éxito por la paz y la seguridad a unos hombres uniformados de policías o de militares con el rostro cubierto llevándose detenido al dirigente político Juan Pablo Guanipa: con su rostro serio y descubierto y su templanza para soportar semejante humillación.
Estamos frente a una nueva arremetida del poder. El ministro del Interior -de cuyo nombre nadie quiere acordarse- anunció que más de 70 personas, de varias nacionalidades, han sido apresadas en las últimas horas en el desmontaje de un boicot electoral, violentísimo, armadísimo y financiadísimo, pero no por el imperio sino por el narcotráfico.
A Guanipa, acusa el jefe de la furia bolivariana, le fueron decomisados los siguientes artefactos: una peligrosa agenda, cuadernos, cuatro teléfonos y una laptop, quizás también un par de bolígrafos. Es la confirmación, dice el susodicho, del plan terrorista. Un plan que con el paso de los días crearía una hecatombe superior a la que pacientemente se han dedicado los “revolucionarios”, que saltaron a la fama por usar las armas, que la República les confió en algún momento para la defensa del país, para desatar una balacera contra la vida republicana.
Los hombres y mujeres (éstas menos) al mando transitan por su 27 calendario anual al frente de la nación. Un período tan largo como el del general Juan Vicente Gómez, que fue como se inició el siglo anterior. Más de un cuarto de siglo atornillados en el Palacio de Miraflores y no pueden ofrecer a los venezolanos un solo día de paz y tranquilidad.
El régimen cometió un fraude gigantesco el 28 de julio y ahora concibe esta trama insólita para volver a reprimir. Antes hubo violencia poselectoral, ahora es violencia preelectoral, en la víspera de unos comicios sosos y desacreditados, sin poder de convocatoria, en los que el poder que han acumulado no corre absolutamente ningún peligro.
El llamado a no votar el domingo ha sido un hecho notorio y público planteado por la líder de la oposición María Corina Machado y el presidente electo Edmundo González Urrutia, junto con la Plataforma Unitaria Democrática, de la cual dos de sus organizaciones sí decidieron concurrir a las urnas. A rostro descubierto.
Al ministro del Interior, y del mazo, le está ocurriendo exactamente igual a lo que le pasó a Jorge Rodríguez después de que firmó el Acuerdo de Barbados en octubre del año 2023, que allanó, sin ser ese el propósito del régimen, el camino para la primaria de la oposición y, al menos en el papel, trazó una hoja de ruta política, que el régimen unas semanas después burló. Rodríguez tuvo que rendir cuentas internas a la cúpula por tal despropósito de supuesta blandura; y el ministro del Interior está ahora desbocado después de que los rehenes de la sede diplomática argentina se le fugaron en sus narices y con Maduro de viaje.
Es doloroso e insoportable saber que 70 personas han sido detenidas, sin pruebas y sin derecho a la defensa. Acusadas de patrañas, porque ni siquiera se molestan en inventar un expediente con un mínimo rigor oficial. La conclusión es lamentable: son dueños del país, de sus armas, de sus recursos, y arrinconan y encarcelan a quien quieren cuando quieren.
Todos deben ser puestos en libertad, a todos se les debe garantizar el derecho a la defensa, ¿aunque cómo defenderse de una locura semejante a la expuesta por el ministro del Interior y el mazo? Juan Pablo Guanipa, que es la máxima figura política detenida en esta redada, es un hombre de lucha y de ideas, con la entereza que muestra frente al atropello del poder.