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Israel: El derecho a defenderse cuando nadie más te defiende

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Por Isaac Berenstein

En un mundo ideal, los Estados no tendrían que defenderse solos. La comunidad internacional, a través de mecanismos multilaterales y normas compartidas, actuaría con firmeza frente a amenazas existenciales. Pero el mundo real, como lo ha vivido Israel durante décadas, es muy distinto. Cuando las instituciones fallan, la diplomacia se vuelve ilusoria y los ataques se acumulan sin respuesta, entonces queda un derecho primario, tan antiguo como la civilización: el derecho a defenderse.

Una guerra por otros medios

Desde el Líbano, desde Gaza, desde Siria, desde Yemen. Durante años, Irán ha dirigido, financiado y armado una red de grupos que no solo niegan el derecho de Israel a existir, sino que actúan como extensiones militares de su estrategia regional. Hezbollah, Hamás, las milicias chiíes y los Houthis no son actores independientes: son instrumentos del régimen teocrático de Teherán para cercar y desgastar a Israel sin asumir el costo político de una guerra convencional.

El 7 de octubre de 2023 no fue un “incidente aislado”. Fue la explosión de una lógica acumulada de impunidad y odio, financiada con petróleo sancionado y proyectada con drones, túneles, adoctrinamiento y misiles. Israel no enfrentaba solo a Hamás: enfrentaba a la estrategia iraní en su fase más letal.

El momento de actuar

Frente a ese asedio, Israel ha optado por no esperar. Ya no se trata solo de interceptar cohetes o de responder con bombardeos quirúrgicos: se trata de interrumpir el corazón logístico y financiero que alimenta ese ecosistema hostil. Si Irán puede seguir enriqueciendo uranio, construyendo misiles y exportando guerra a través de sus apoderados, ningún alto el fuego tendrá sentido.

El reciente ataque a infraestructura crítica en Irán —sea parcial o escalonado— no es una agresión gratuita, como algunos insisten en presentar. Es la ejecución del principio más básico del derecho internacional: la legítima defensa ante una amenaza inminente y sostenida, cuando todas las demás opciones han fracasado o han sido manipuladas.

¿Y la moralidad?

Defenderse no solo es legal. Es moralmente necesario cuando la alternativa es la aniquilación progresiva.

Israel ha sido forzado a actuar solo, no por arrogancia, sino por abandono. Occidente ha preferido la contención pasiva, la diplomacia inconducente, el silencio cómplice frente a los crímenes de los aliados iraníes. Mientras tanto, el pueblo iraní, que lucha por sus libertades y su dignidad, también sufre bajo una dictadura que lo reprime dentro y lo usa como carne de cañón fuera.

Un ataque que debilite las capacidades militares del régimen no es un acto contra el pueblo iraní. Es, quizás, la única forma realista de acercar su liberación.

No, Israel no está solo

Israel no está solo. Tiene la solidaridad moral de millones de ciudadanos libres que reconocen el valor de la vida, de la libertad, de la democracia. Que entienden que defenderse del terrorismo y de los regímenes que lo financian no es solo un derecho, sino un deber ético.

Puede que muchos gobiernos duden, rehúyan el costo diplomático o se enreden en cálculos mezquinos. Pero los pueblos que han vivido bajo regímenes totalitarios, los que defienden el Estado de derecho, los que saben lo que significa vivir bajo amenaza, están hoy del lado de Israel. Del lado de quien no eligió esta guerra, pero se niega a rendirse.

Porque cuando nadie te defiende desde los palacios,
te queda la conciencia de los pueblos.
Y con eso, Israel no está solo.

Está acompañado por la historia, por el derecho y por quienes aún creen que la libertad se defiende, incluso cuando cuesta.

Isaac Berenstein escribe sobre libertad política, antisemitismo contemporáneo y disuasión moral desde una perspectiva judía laica.

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