El histórico fabricante británico Jaguar ha sufrido una caída estrepitosa en sus ventas en Europa: sólo 49 vehículos vendidos en abril, lo que representa un desplome del 97,5% respecto al mismo mes de 2024, cuando comercializó 1.961 unidades. Así lo reflejan los últimos datos de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA).
El desastre comercial llega en plena transformación de la marca. Jaguar había anunciado un rebranding integral con una campaña publicitaria abiertamente woke, que abandonó por completo la imagen clásica de la compañía. En lugar de coches, los anuncios mostraban modelos de distintas nacionalidades vestidos con prendas de diseño en paisajes surrealistas, como un escenario lunar teñido de rosa.
La compañía también eliminó el icónico felino de su logotipo y lo reemplazó por un diseño simple y neutro. Sus nuevos lemas publicitarios —»Crear exuberancia» y «Eliminar lo ordinario»— apuntan a una estrategia estética, ideológica y comercial que ha desconcertado a buena parte de su base tradicional de clientes.
Jaguar ha retirado casi todos sus modelos actuales de los concesionarios antes del lanzamiento de su nueva línea de vehículos eléctricos previsto para 2025. Las ventas no se reactivarán hasta al menos 2026, cuando se comercialicen los nuevos prototipos, entre ellos un buque insignia en color rosa, sin luneta trasera y con cámaras integradas, un volante ovalado y un interior de diseño minimalista.
La compañía, uno de los nombres más emblemáticos del motor británico, se enfrenta ahora al reto de sobrevivir a un cambio de imagen que ha resultado radical y, por el momento, ruinoso.
